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La solidaridad sigue presente y se materializó de diferentes maneras

Varias plazas de la Ciudad sirvieron para la distracción y la ayuda ciudadana

8 de Abril de 2013 | 00:00

La solidaridad de los vecinos sigue intacta. Presente. A cinco días del temporal, la ayuda no sabe de límites. Es creativa, generosa y espontánea. Ayer, en una jornada en donde el sol acompañó, las muestras de apoyo se multiplicaron en diferentes puntos de la Ciudad.

LA PRIMERA VEZ DE LOS ROSA

El jueves pasado no fue un día más en la vida de Cristina. Sentada en la cocina de su casa, en capital federal, miró las imágenes del noticiero y la inundación en nuestra Ciudad la hizo recordar su infancia en La Boca. Esos primeros años en ese barrio porteño que tantas veces se inundó. A su lado estaba Carolina, su hija de 16 años. Se miraron y en silencio se entendieron.

“¿Podríamos hacer algo?”, le dijo Cristina a Carolina. Y eso hicieron. Entraron en acción y movieron toda la logística familiar para llevar a cabo la misión solidaria.

Carolina subió a su cuenta de Facebook un pedido concreto de alimentos no perecederos, ropa y colchones. La respuesta de sus contactos fue inmediata.

Madre e hija sabían que solas no iban a poder realizar el viaje hasta la Ciudad y sumaron a Carlos Rosa, el padre y el dueño del taxi que las trasladaría, y a Sebastián Rosa, el padrino de la adolescente y el dueño del camión que traería todo lo recaudado.

“Queríamos asegurarnos que nuestra ayuda llegara a destino. Yo me acordaba lo de Malvinas y por eso le dije a Caro que llame a su padrino”, explicó Cristina, unos minutos después de dejar todo lo recolectado en el Estadio Unico.

Enseguida la misión solidaria se fue ampliando: se sumó Liliana, la esposa de Sebastián, y con ella su mamá, Mabel, y su hermana Verónica.

Liliana escribió varias notas en su casa y las arrojó por debajo de la puerta en cada departamento de su edificio. La colecta solidaria tenía cuatro centros neurálgicos: Parque Patricios, Parque Chacabuco, Flores y Villa Soldati.

“Cuando se enteraron que estábamos organizando esto, un vecino se acercó y nos dio plata para el combustible, pero como eso yo ya lo tenía contemplado decidimos comprar más alimentos”, relató Sebastián.

Tan grande e inmediata fue la respuesta que obtuvieron los Rosa que hasta el dueño del supermercado los ayudó. “Con esos cien pesos del gasoil fuimos a lo del chino a comprar pero se nos fue la mano y no nos alcanzó. Entonces el chino nos hizo un descuento”, explicó Sebastián.

“Primero llegamos a 7 y 523. Después fuimos hasta Centenario y Güemes, en City Bell. Pero como había muchos camiones para descargar nos mandaron a Los Hornos -detalló Carlos, el taxista-. Pero cuando estábamos llegando unos chicos nos dicen que mejor era que fuéramos al Estadio Unico. Y le hicimos caso”.

“Por suerte apenas llegamos nos ayudaron a descargar y vimos que en seguida la gente venía a retirar lo que acabábamos de entregar”, agregó el padre de Carolina.

MUSICA Y DISTRACCION

Ayer no fue un domingo cualquiera para la vida de los platenses. Muchas plazas fueron claves para la recepción de víveres, pero también ofrecieron un poco de dispersión después de días trágicos.

“Nos preguntamos mucho entre nosotros qué hacer. No sabíamos si teníamos que hacer o no la Feria, pero nos dimos cuenta que era necesario para muchas familias que sí estemos en nuestro espacio de Plaza Azcuénaga”, indicó Rafael Velázquez, socio fundador de la Fundación Pro Humanae Vitae.

Finalmente entre todos decidieron que los gazebos blancos y sus productos estén en la plaza y redoblaron la apuesta. Organizaron un festival de música con la intención de sumar alimentos no perecederos, pero tan bien un poco de distracción.

Acompañados por la Federación de Instituciones Culturales y Deportivas; la Cámara de Comercio e Industria; la Universidad Nacional ; la Confederación General del Trabajo; el Sindicato de Empleados de Comercio y la Asociación de Trabajadores de la Sanidad Argentina; Radio Club City Bell y Live Show. montaron un espacio destinado a la solidaridad y la diversión.

En el festival participaran ocho bandas de jóvenes platenses y el Radio Club City Bell montó una antena de 9 metros para que la gente pudiera interactuar con otros centros y lugares donde se estaba actuando por nuestra Ciudad.

“Vine a la plaza para que me contagien un poco de alegría. Perdí parte de mi vida, pero no la vida. La vida sigue. Con mucho o poco”, dijo Rosa Sosa

Las bandas que tocaron a total beneficio de los damnificados fueron: “Arandanos”, “Pierrock”, “Malek”, “Muerciélagos”, “Narisones”, “Tía Juana”, “Perro de presa” y “Madrid Rock”.

“Vino un vecino y me agradeció que la feria esté. Es triste, pero me dijo: ‘vino mi señora con mis otros hijos mientras yo me dediqué a limpiar y a tirar todo lo que no nos sirve más’. Si esto que hicimos sirvió para sacarlos un poco de la depresión, es una misión cumplida”, indicó Velazquez.

“Vecino: vení a la Plaza a tomar un mate y contanos qué te pasó...”, decía uno de los tantos carteles que se podían leer en Plaza Azcuénaga. Además, varios juegos infantiles gratuitos sirvieron para que los más chicos tengan su rato de distracción.

Rosa Sosa tiene 56 años y perdió todo. El agua se llevó ropa, muebles, su perro y todos sus recuerdos. “Vine a la plaza para que me contagien un poco de alegría. Perdí parte de mi vida, pero no la vida. Por eso estoy acá. Porque la vida sigue. Con mucho o poco. Pero estoy viva”, dijo Rosa con lágrimas en los ojos.

La solidaridad no sólo es donar un bidón de agua, un colchón o lavandina. Eso lo sabe muy bien Lucas Castro, un estudiante de veterinaria que logró salvar apenas un poco de ropa y algunos apuntes. “Agarré el termo y el mate que me regaló un vecino y me vine a escuchar un poco de música. Me compré unas medialunas, le pedí un libro a otro vecino y me vine a la plaza. Por suerte la gente te ayuda un montón. No sólo con alimentos o ropa, también tenemos otras necesidades”, aportó Lucas.

PREPARAR LA DONACION

Susana Madinas tiene cuatro hijos que ya no viven más en su casa y decidió que todo eso que siempre les pedía que se llevaran tenía que ir a parar a otras manos. El viernes faltó al trabajo y limpió hasta entrada la noche. Separó todo según lo indicado -ropa femenina y ropa masculina- y se preparó para donarlo.

“Junté de todo: libros, música, una lámpara, un escritorio, una computadora y toneladas de ropa. Todo eso lo traje hasta acá y aproveché para comprarle a una conocida que tiene un puesto acá y también perdió todo”, explicó Susana.

El sol, los termos y sus mates, y los primeros abrigos para una jornada algo fresca fueron parte de las postales que se repitieron en la Ciudad que de a poco se acomoda.

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