Trenes, el talón de Aquiles del kirchnerismo

EL SECRETARIO DE SEGURIDAD DE LA NACIÓN, SERGIO BERNI, SUPERVISANDO LAS TAREAS DE EMERGENCIA MÉDICA EN LA CALLE

Por MARIANO SPEZZAPRIA

Twitter: @mnspezzapria

El primer aviso se corporizó en la estación de Flores, el 13 de septiembre de 2011. Allí murieron 11 personas. La tragedia se consumó el 22 de febrero de 2012, en la terminal de Once, donde perdieron la vida 52 pasajeros. La magnitud de la desgracia llevó al Gobierno a replantear su cuestionada política ferroviaria. Pero ayer otros tres usuarios fallecieron en inmediaciones de Castelar.

Todos los accidentes ocurrieron en la línea Sarmiento, que une la capital federal con el oeste del Gran Buenos Aires, una región donde se asientan los barrios más postergados del Conurbano. En ese contexto, el kirchnerismo siente un impacto político doble: por un lado, se renuevan las críticas a su gestión; por el otro, no garantiza el transporte seguro de sectores que lo han apoyado.

Desde la tragedia de Once, por orden de la presidenta Cristina Kirchner el “hierro caliente” pasó a manos del ministro Florencio Randazzo, quien a su gestión en Interior sumó la cartera de Transporte. El funcionario inició entonces una serie de obras que resultaron visibles para los usuarios, no sólo en el Sarmiento sino en otros ramales de los trenes metropolitanos.

DE UN DIA PARA OTRO

Randazzo llegó a hablar de una “revolución” en el sistema ferroviario, pero ayer se lo vio desconsolado frente a la realidad. Pocas horas antes del accidente había estado en Lomas de Zamora junto al intendente local Martín Insaurralde, en lo que se interpretó como una aparición destinada a consolidar su imagen de candidato oficialista en las próximas elecciones legislativas.

Ayer por la mañana lo sacudió el accidente de Castelar. Mantuvo una infinidad de charlas telefónicas con la Presidenta, con los empresarios que gerencian la línea Sarmiento y con las autoridades judiciales a cargo de la investigación. Luego ofreció una declaración en la Casa Rosada, donde reclamó “prudencia” ante el tenor de las críticas que llovían desde distintos sectores.

Por lo menos, Randazzo no le echó la culpa a la gente como en su momento lo hizo Juan Pablo Schiavi, que era secretario de Transporte cuando ocurrió el choque en la estación de Once.

Según pudo saber EL DIA, el ministro había comenzado a contactarse con los familiares de las víctimas de aquella tragedia, que aún reclaman ser escuchados por el Gobierno nacional.

El funcionario, que estuvo en el lugar de los hechos junto al secretario de Seguridad, Sergio Berni, pareció apuntar en cambio al motorman que conducía la formación que chocó al tren que estaba parado en Castelar, lo que puso en alerta a los gremios del sector. Algunos de ellos son opositores -como los que conduce Gerardo “Pollo” Sobrero- y otros militan en la CGT oficialista.

A diferencia de Randazzo, Sobrero denunció que la formación que ocasionó el accidente estuvo parada seis meses debido a problemas con sus frenos.

El sindicalista de izquierda había sido acusado más temprano por el dirigente oficialista Luis D’Elía por los choques en el Sarmiento. El ex piquetero también apuntó contra el político opositor Fernando “Pino” Solanas.

ACTO SUSPENDIDO

Más allá de abonar una teoría conspirativa por medio de D’Elía, lo cierto es que el kirchnerismo sintió el impacto y suspendió un acto que iba a encabezar la ministra de Desarrollo Social, Alicia Kirchner, por la tarde en San Fernando. Allí, la funcionaria debía cerrar un plenario del Frente para la Victoria y emitir, de paso, un mensaje político destinado al intendente “vecino”, Sergio Massa.

Alicia Kirchner viene de sufrir su propia tragedia, la inundación de La Plata, que hizo tambalear su candidatura en la Provincia.

A su vez el gobernador Daniel Scioli, otro de los perjudicados por aquel desastre climático, concurrió al hospital de Morón, donde fueron derivados los heridos de Castelar. Allí tuvo una charla de tono humano con un joven al que le tenían que amputar una pierna.

Menos visible fue la actuación del secretario de Transporte, Alejandro Ramos, quien responde al ministro Julio De Vido.

El titular de Planificación Federal fue el hombre que manejó todos estos años el entramado político-económico sobre el que se asienta la relación del kirchnerismo con los ferrocarriles. Y que a esta altura representa un verdadero talón de Aquiles para el Gobierno.