Las PASO, un mecanismo que revela debilidades e ineficacias

LA VOTACIÓN DEL DOMINGO REABRE DEBATES E INTERROGANTES

¿Sirven realmente las Primarias Abiertas Simuláneas y Obligatorias tal como han sido concebidas y como se vienen instrumentando en la Argentina? La pregunta surge inevitable luego del comicio del domingo último en el que, en verdad, muy pocas fuerzas realmente dirimieron candidatos en las urnas y muchos votantes parecen haber terminado más fatigados por la obligatoriedad del trámite que regocijados por el ejercicio del derecho a sufragar.

Conviene recordar que fueron concebidas por el oficialismo luego de la derrota de Néstor Kirchner en 2009, como una forma de evitar fugas de la estructura oficial en favor de otras fuerzas políticas.

El sureño buscaba que no se repitiera lo que, a su juicio, había sucedido aquel año y que supuestamente había contribuído a su derrota. En verdad, se acaba de comprobar lo contrario ya que en la elección del domingo en la provincia de Buenos Aires hubo unos cinco espacios de perfil peronista, entre los más taquilleros y los más rezagados. En este sentido, asoma al menos como errado el argumento de creación de las PASO que decía que el sistema, que debutó en 2011, iba a fortalecer a los partidos políticos: éstos aparecen más bien desguazados, desmembrados. También se evidencia la proliferación de múltiples aventuras partidarias que nacen con el único y acotado fin de poder presentarse a las Primarias.

BOLETAS Y CONFUSION

Se evidencia ese desguazamiento en el cuarto oscuro, donde el votante se encuentra con una increíble proliferación de boletas de todos los colores, con candidatos que se repiten y que a su vez tienen diferentes postulantes en los rubros menores. También hay boletas de un solo cuerpo o, como se vivió insólitamente el domingo, con un candidato por un partido que días antes había migrado a otra fuerza (el peronista Eduardo Amadeo). O sea que se postulaba por un partido al que ya no pertenecía.

El hecho de que sean comicios simultáneos y obligatorios impone a todas los partidos y frentes electorales a que se presenten en las PASO el mismo día, tengan o no tengan que dirimir candidaturas. Algo que pasó en la mayoría de los casos, en especial en los rubros de diputados nacionales. ¿Para qué ir a internas si no hay rivales?.

Además, el sistema tiene algo de efecto clasificatorio, casi como una competencia deportiva, en el sentido que impone la obligatoriedad de alcanzar un piso mínimo de votos (1,5% de los emitidos) para poder ganarse el derecho a competir en la elección de octubre. Este condicionante suele ser denunciado por las fuerzas más chicas como una regla discriminatoria que sólo busca la presencia de los partidos tradicionales en las elecciones generales.

Un repaso muy fugaz por los sistemas electorales del resto del mundo abona la rara singularidad de las PASO argentinas toda vez que en otros países, por ejemplo, ni siquiera es obligatorio concurrir a votar en la general. Mucho menos en una interna partidaria.

El sistema es tan ambiguo que, por un lado, teóricamente los partidos están obligados a ir a la interna para definir candidatos pero, por otro, dentro de esos partidos se permiten las llamadas listas colectoras en los niveles comunales. Así, la oferta oficial y la colectora comparten el tramo de la boleta de diputados nacionales y legisladores provinciales pero tienen diferentes candidatos a concejales porque esa segunda lista se inscribe con un partido diferente que “adhiere” a la fuerza madre. Conclusión: estos candidatos locales están en boletas separadas -aunque llevan los mismos candidatos a legisladores nacionales y provinciales- y eluden eliminarse entre ellos el día de las PASO porque técnicamente son fuerzas distintas que adhieren a las mismas postulaciones nacionales.

No deja de ser interesante que el único lugar dónde se hizo uso real de la PASO fue en la capital federal. Pero lo hizo la alianza opositora UNEN, donde conviven varios partidos. Fue especialmente prolijo porque no se eligieron cargos locales, solo los nacionales. Mientras tanto, otros aspectos que serían novedosos siguen siendo una deuda. Como la eliminación de la cuestionada lista sábana o la nacionalización del voto electrónico.