Un hervidero azul y rojo

“Para ser campeón, hoy hay que ganar…”. La canción, que se escuchó ayer en el Nuevo Gasómetro desde las tres de la tarde, resume el clima de euforia que acompañó la previa del partido contra Estudiantes, que reunió a 45 mil personas. Todas, claro, fueron a ver a San Lorenzo campeón. Como eso no ocurrió y encima el panorama se completó el clima del final fue la otra cara de la moneda: bronca y decepción.

Colectivos alquilados, micros de corta y media distancia, autos particulares, combis, motos, bicicletas… De cualquier modo y en cualquier medio llegaron los hinchas del Cuervo hasta el Nuevo Gasómetro, buscando la sexta estrella desde que el club se mudó al Bajo Flores (1995, 2001 dos veces, 2002, 2007). Incluso, algunos hasta dijeron “tal vez sea el último título en esta cancha porque vamos a volver a Boedo”.

“No se nos puede escapar”, repetían los hinchas, en medio de un carnaval anticipado en el barrio de emergencia que está justo enfrente. Sólo faltaban las banderas y el póster San Lorenzo campeón 2013.

La cancha reventó la capacidad. Las dos populares a tope, las plateas Sur y Norte. Y los codos. Todos alcanzaron su totalidad alrededor de las 16:30, una hora antes de pautado el inicio del partido.

Para calentar la garganta y que la palabra campeón se vaya acostumbrando, horas antes del partido los chicos de la Séptima división y otra del fútbol regenerativo dieron la vuelta olímpica, ya que días atrás se habían consagrado ganadores de sus respectivos torneos.

Cómo habrá sido de fervoroso que el sector de prensa colapsó y muchos periodistas, incluido el de este medio tuvieron que ver el partido en un sector cercano a la popular, rodeado de hinchas azulgranas. Desde allí se pudo ver la llegada del micro que trasladó al plantel albirrojo, que llegó a las cuatro de la tarde junto con el de San Lorenzo. Desde la popular que alguna vez fue visitante la gente se agolpó contra el paredón para insultar e intimidar a los jugadores. Obvio que la figura de Verón se llevó miradas, gritos y comentarios.

Después llegaron los bomberos, que con agua fría intentaron disipar a los revoltosos, pero también empezar a bajar la temperatura de una cancha que duplicó lo que marcaba el termómetro. Ni siquiera con los miles de litros de gaseosa y agua mineral vendida en el estadio se pudo aplacar el calor.

Durante el partido el grito de guerra empezó a mutar en tibios gritos, murmullos y varias miradas cómplices: “Hoy no nos puede pasar lo mismo que en Catamarca cuando perdimos la final contra Arsenal”.

Protestaron un penal, se la agarraron con el pibe Correa y descargaron su bronca con Gerónimo Rulli que se tomó su tiempo cada vez que tuvo que sacar de meta. “Equipo chico, la ….”.

El segundo tiempo ya directamente se jugó bajo un clima de absoluto nerviosismo y con la radio en la oreja. Los goles de Lanús y Boca matizaron el final de la tarde, con hinchas de pie en la platea insultando a jugadores, tomándose la cabeza y sabiendo que en la próxima fecha tendrán que visitar a Vélez, en una verdadera final.

Los hinchas de San Lorenzo vivieron una jornada de emociones cambiantes: del posible título a sentir que se les puede escapar una medalla que ya tenían colgada.