Una fecha que marca el retorno de los gobiernos elegidos por el pueblo

Hace exactamente 30 años, ante una Plaza de Mayo desbordada de gente, Raúl Alfonsín asumía la Presidencia de la Nación, en una jornada histórica que significó la restitución de los gobiernos democráticos en la Argentina tras siete años de dictadura militar.

El 10 de diciembre de 1983, el líder radical que había derrotado al peronismo en las elecciones nacionales realizadas dos meses antes -las primeras desde setiembre del ‘73- asumió la Primera Magistratura, en una fecha elegida por él mismo dado que coincidía con el Día Internacional de los Derechos Humanos.

Aquella jornada estuvo teñida por el entusiasmo y la algarabía de los ciudadanos, más allá de los simpatizantes de la UCR, quienes celebraban en las calles el retorno de un gobierno elegido por el pueblo, cuando parecía que la sucesión de administraciones militares en la Argentina era inacabable. Pocos hubieran asegurado entonces que, tres décadas después, el sistema democrático seguiría rigiendo los destinos del país.

El 10 de diciembre de 1983, Raúl Alfonsín asumió la Primera Magistratura, en una fecha elegida por él mismo dado que coincidía con el Día Internacional de los Derechos Humanos

Los treinta años ininterrumpidos de democracia que se cumplen hoy constituyen un especial motivo de celebración para nuestro país. Que este lapso implique -desde la vigencia de la ley Sáenz Peña en 1914 que plasmó el voto secreto y obligatorio- un récord en materia de continuidad institucional para la Argentina, refleja la lamentable frecuencia con que las dictaduras irrumpieron desde 1930 en nuestra historia, con sus devastadoras consecuencias y los graves retrocesos que significaron.

Tal como lo han venido señalando historiadores y ensayistas, la sociedad argentina aprendió, aunque al costo de tanto dolor, que cualquier desvío resulta más peligroso que el camino recto de la estabilidad institucional, y estos treinta años son fruto de ese aprendizaje. Pero el sendero a recorrer todavía es largo y arduo.

También la ciudadanía argentina, según coinciden los testimonios de esos observadores, pudo entender que la democracia es mucho más que el ejercicio periódico del voto popular y la alternancia de los gobiernos elegidos por ese mecanismo. El sufragio es un factor esencial, es el principio mismo del sistema democrático. Pero sólo si este sistema es profundizado y si se consolidan profunda y auténticamente las instituciones de la República se cosecharán los frutos del sistema de vida que hemos elegido.

En fecha reciente el historiador y periodista Eliseo Alvarez sostuvo que recordar los días de la campaña y del inicio del turno democrático que abría la asunción de Alfonsín “permite valorar mejor esta democracia que hoy tenemos y que costó tanto conseguir. Alfonsín decía que el mayor costo que había pagado en su vida política derivaba del no haber renunciado a ciertas convicciones que chocaban en la opinión pública. Fue el último exponente de una época y de un país que ya fue, de una clase dirigente que concibió a la política como un servicio. En el 93, el tren de la sociedad pasaba por una estación en la que estaba Alfonsín”.

Desde otra visión, Beatriz Sarlo consideró hace pocos días, al debatir sobre los treinta años de democracia con Horacio González que “uno podría decir que el primer balance de esas tres décadas es optimista y rápido: se produjo una continuidad democrática, cosa inédita en la Argentina desde el golpe de 1930. En estos treinta años, presidentes de diferentes partidos o del mismo le fueron pasando a distintos presidentes la banda azul y blanca y los símbolos del ejecutivo, y se renovaron parlamentos de manera más o menos normal. Y en los últimos años, en el proceso que inició Néstor Kirchner se renovó de manera muy espectacular la Corte Suprema de Justicia, que está teniendo un rol muy importante en la Argentina de hoy. Estos son los 30 años de la continuidad, lo que yo pensé en la década del 70 que nunca jamás iba a tener en mi vida”.

Por su parte, Horacio González dijo coincidir con Sarlo en la necesidad de que se trabaje ahora sobre la pobreza, la desigualdad y la educación, para agregar que en esta etapa de discusión también entran “la justicia y la estructura de la justicia, los medios de comunicación y la estructura de los medios, el modelo productivo. Y están en discusión los niveles de pobreza que a todos nos preocupan o también nos escandalizan. El Estado tiene también que mirarse a si mismo y se precisa una reforma estatal”.

A su vez, al ser consultado sobre el significado de esta fecha, el filósofo Luis Alberto Romero sostuvo que en esta época tenemos efectivamente tres décadas de estabilidad democrática, pero, paradójicamente, “poca ciudadanía”.

Por su parte, el historiador Pacho O´Donnel calificó como “excepcional” la democracia que conquistamos “a lo largo de una trayectoria de aciertos y vacilaciones e incluso de crisis económico políticas”. Sin embargo recordó sus años de exilio y llamó a tomar conciencia de que “hay que cuidar la democracia”. Añadió que si bien la democracia “es un régimen imperfecto, es el mejor, y eso nos lo terminó de enseñar la última dictadura cívico-militar”.