La víctima había denunciado y le temía a la pareja del hijo

“A veces no tomamos las amenazas demasiado en serio. Y suceden estas cosas”, analizó ayer el abogado Rafael Martín Guillén, quien patrocinaba a Irma Beatriz Lana en la denuncia que radicó en diciembre pasado por las intimidaciones que padecían ella y su hijo, de parte de uno de los que ahora están detenidos por el aberrante crimen.

“Me contactó porque sabía que estaba con el caso Vanessa (la abogada que estuvo raptada y habría sufrido toda clase de abusos por parte de su pareja, Cristian Martínez Poch) y me dijo que su hijo pasaba por algo semejante”, reveló Guillén.

De acuerdo a la denuncia que expusieron en fiscalía, a la que este diario tuvo acceso, Lana expuso que “desde hace algunos años mi hijo Adrián Carlos Luboz Lana (36) mantiene un vínculo afectivo con el denunciado Alan Leonel Pascual”, en “forma discontinua, con periodos de convivencia y otros de distanciamiento”.

La mujer aclaró que Pascual “es un joven de 20 años que según tengo conocimiento tiene antecedentes penales y ejerce sobre mi hijo algo que podríamos llamar sugestión. Mi hijo le tiene temor, lo amenaza e intimida”, igual que lo hacía con ella (según la denuncia), “maneja sus decisiones y en definitiva cancela su voluntad”.

Lana resaltó que cada vez que intentaba “poner fin a esta situación desesperante he recibido amenazas de muerte”, recordando que una vez le gritó “vieja de m... te voy a tirar de la escalera, te voy a matar”, además de sugerirle a su hijo que le pegara “una trompada a la vieja para que nos de plata”.

Guillén contó a este diario que después de esa denuncia Adrián Luzboz regresó con su pareja y “por eso la causa se enfrió”, pero días atrás Lana lo contactó de nuevo para contarle que su hijo “había regresado con ella, hubo nuevos episodios” de violencia y “estaba aterrorizada”.

Por eso, el abogado y la jubilada habían acordado ir hoy a la fiscalía para ampliar la exposición.

En la primera, la mujer refería que “no eran simples advertencias, sino reiteradas amenazas calificadas que tienen por finalidad obligarme a que de dinero”.

Lana tenía miedo también de que Pascual “lleve por una mala senda a mi hijo y lo obligue a cometer hechos ilícitos” y declaró que, aunque Adrián se lo negara, el acusado “lo golpea ferozmente, lo insulta, lo amenaza y vive atemorizado”.

La ahora fallecida contó entonces que siempre mantuvo una “comunicación fluida y normal con mi hijo” y que siempre supo donde vivía, pero que en el último mes la situación había cambiado. “El 28 del corriente (por diciembre) se apersonó en mi casa”, pudiendo “retirarse de la vivienda en la que estaba prácticamente privado de su libertad”.

“Mi hijo reconoce que esta persona lo tiene sugestionado, le ha lavado el cerebro, lo manipula, le hace apagar el celular para que no hable con nadie y no nos enteremos de los vejámenes a los que es sometido al mantenerlo incomunicado”, sostuvo Lana en su denuncia.

Y concluyó: “Me encuentro en un estado de zozobra, no duermo, todo esto me mortifica”, agregando que “a fines de octubre mi hijo fue operado en el Policlínico San Martín por padecer una enfermedad cerebro vascular hemorrágica que se agrava con el cuadro de estrés que padece”.

Guillén pidió que se decretara un perímetro de exclusión para que el acusado no se acercara a menos de 200 metros de la casa de Lana, algo que aún no se había resuelto. Precisamente, eso era lo que hoy iba a reclamar Guillén junto a su clienta, quien además había llamado en reiteradas oportunidades al 911 por distintos episodios de violencia.

El de ayer fue el último. El irreversible.