El emporio y los empleados del mandatario, blanco posible de ataques

Los negocios asociados con el nombre de Donald Trump corren peligro de ser blanco de ataques ahora que el magnate es presidente de EE UU, sobre todo en sitios donde reina la violencia, según expertos en seguridad. Mientras Trump siga siendo una marca, bandas delictivas o grupos armados pueden atacar los edificios que llevan su nombre, secuestrar empleados de sus empresas para pedir rescate o hacer cosas peores. “Pueden secuestrar a un empleado de Trump y ni siquiera negociar”, conformándose con la publicidad, afirmó Colin P. Clarke, politólogo de la RAND Corporation que estudia el terrorismo y las redes delictivas internacionales.

Las empresas o las marcas estadounidenses fueron blanco de ataques en el pasado, pero nunca eran propiedad de un presidente. Esa es la gran diferencia. La llegada de Trump a la presidencia plantea desafíos únicos a la luz de todos los intereses que tiene en el exterior. Acerca del tema, la Trump Organization, que maneja los negocios del magnate, dijo en un comunicado que cuenta con “una amplia gama de protocolos” para hacer frente a ese tema, dentro y fuera de EE UU.

UN NOMBRE CONTROVERTIDO

Trump ha dicho que pondrá sus empresas en un fondo de fideicomiso que manejarán dos de sus hijos y un ejecutivo de confianza, pero los negocios no cambiarán de nombre. Eso no preocupa demasiado a Kim Ok Kyu, quien vive en una Torre Trump en Seúl, ya que considera que la seguridad en el edificio es buena. “¿Terrorismo? No pienso en eso, solo espero que mi departamento se cotice”, declaró.

Otras propiedades, no obstante, se encuentran en sitios donde hay mucha violencia, como las Trump Towers de Estambul, donde hay numerosos guardias, máquinas de rayos X y detectores de metales, medidas comunes en esta ciudad. En Bali, donde murieron 202 personas en 2002 en un ataque terrorista de la organización Jemaah Islamiyah, se planea construir un resort de lujo que llevará el nombre de Trump. También se están construyendo Torres Trump en India, donde 166 personas fallecieron en 2008 en un ataque de terroristas paquistaníes; en Manila, la capital filipina, donde el crimen organizado golpea con fuerza, y en Dubai, en el golfo Pérsico.