Para el campo bonaerense -atado como está a las exportaciones- la crisis económica mundial tiene el signo de dos efectos devastadores: la caída en picada de los precios y el brusco freno de la demanda internacional de alimentos. Tras las primeras semanas de dudas, todos los pronósticos coinciden ahora en que esos "males" han venido para quedarse y entre los productores rurales crece la preocupación. Un marco en el que -aunque hayan cambiado las razones del malestar- empiezan a despuntar el "estado de asamblea permanente" y las protestas que imperaron entre marzo y julio pasados en el interior de la Provincia.
A la directa y grave incidencia de la crisis global, se suman dificultades climáticas en algunas regiones y, según las asociaciones de productores, la continuidad de medidas y políticas "negativas" del gobierno nacional. Lo cierto es que el campo afronta las perspectivas más sombrías de los últimos años y un panorama de graves incertidumbres.
DERRUMBE DE PRECIOS
La soja le ha ido ganando terreno a pasos agigantados al resto de las producciones. Por confluencia de factores, se convirtió en la más rentable y ocupa ahora unos cuatro millones de hectáreas en la Provincia.
La evolución de su precio, entonces, se convierte en un buen ejemplo de los tiempos por venir para el interior: en Chicago llegó a tocar este año los 600 dólares la tonelada y el viernes último cotizó a 320 dólares. Los precios en el país pasaron, así, de $1.150 a $700. Pero la caída no habría terminado. La soja se está sembrando por estos días y el precio futuro para la cosecha (que se levantará en abril-mayo) es de 220 dólares la tonelada.
Necesitado de un buen nivel de humedad, este cultivo se ve afectado además por la sequía en toda la Provincia con epicentro en los distritos del sur (Bahía Blanca, Villarino, Patagones) donde la definen como "la peor del siglo". Y los productores admiten estar usando, "por un problema de costos y de incertidumbre", menos fertilizantes y agroquímicos.
Así, aunque la superficie sembrada de soja será en 2009 superior a la anterior, se espera un menor rinde por hectárea. No se superarían los 50 millones de hectáreas en todo todo el país, casi lo mismo que en la última cosecha, dicen los expertos.
MUCHO MENOS TRIGO
La que se viene ahora -entre diciembre y enero- en la Provincia es la cosecha de trigo. Será la menor de los últimos 20 años. Estimaciones oficiales dicen que caerá a unos 10 u 11 millones de toneladas en todo el país (Buenos Aires produce el 60% del total) frente a los 16 millones de la campaña anterior.
"La caída se explica por una menor superficie sembrada, un poco por efecto de la sequía y mucho por menor uso de tecnología (fertilizantes y agroquímicos)", dice Alfredo Rodes, director ejecutivo de Carbap. "Las retenciones; las limitaciones a las exportaciones, que llegaron a estar prohibidas; y el manejo del precio (llegó a estar a 400 dólares afuera y 200 dólares acá) incidieron en este derrumbe de la producción", agrega.
"La menor producción hace que ya no podamos abastecer a Brasil, un país que nos tenía como proveedor exclusivo y ahora ya nos quitó los beneficios arancelarios que nos había otorgado", puntualiza Rodes.
TAMBOS, EN CRISIS
Signada por dificultades frente al esplendor de la agricultura en los últimos años, la situación de la lechería se agravó aún más con la crisis mundial. Los precios internacionales de sus productos derivados también se derrumbaron. La leche en polvo pasó, por caso, de 5.000 dólares la tonelada en setiembre a los los 2.500 dólares de hoy. Y en el rubro quesos, el mundo pasó de ser demandante a ser oferente.
En este rubro, por lo demás, pesaron fuertemente algunas medidas del gobierno nacional, según subrayan desde Carbap, que para expresar su malestar en la semana que pasó mandó a remate al Mercado de Liniers un millar de vacas lecheras.
En rigor, este año se aplicó inicialmente una política de compensaciones a la producción de leche que recuperó así sus niveles históricos, con más de 10.000 millones de litros. Pero entre julio y setiembre se limitaron fuertemente las exportaciones derivadas -en el caso de los quesos se cerraron-, justamente cuando los precios internacionales alcanzaban niveles inusualmente elevados. Y ahora, cuando la demanda cayó bruscamente, el país se encuentra con un sobrestock de productos lácteos, que lleva a las industrias del sector a no cumplir con el acuerdo de pagarles $1 por litro a los productores: están recibiendo $0,85 y cobrando a plazo.
"Ahora ya estamos por debajo de los 9.000 millones de litros y hay una grave liquidación de tambos. La razón es simple: pierden plata. Y el que deja la lechería se pasa a la agricultura, que genera menos empleo", dice Rodes, de Carbap.
PESIMA SITUACION GANADERA
La situación de la ganadería no es más alentadora que la que muestran los sectores lechero y agrícola. Dos números alcanzan para describir esa panorama: el costo de producción de carne es de $4 en promedio por kilo, mientras que en Liniers el kilo de novillo no llega a $3; y el precio internacional de la cuota Hilton cayo de 19 mil dólares la tonelada a 11 mil.
Alfredo Rodes, de Carbap, describe como "pésima" la situación del sector ganadero y sostiene que en los últimos meses se agravó por la prohibición de las exportaciones dispuesta por la Oncca (el organismo de control para el desarrollo agropecuario) y precisa que, al igual que otros rubros, la crisis mundial provocó un sobrestock de carne en momentos en que cayó la demanda internacional.
La Oncca aplica sobre las exportaciones una metodología de encaje productivo que obliga a los productores a mantener un stock del 75% de su capacidad para poder comercializar en el exterior el 25% restante. Los productores plantean que los altos stocks no sólo incrementan los costos (financiamiento y gasto de energía eléctrica) sino que también reducen el valor de los alimentos frescos, que ven caer su precio con el paso de las horas, ya que tienen vencimiento establecido.
Además, el precio de los novillos no permite tener explotaciones ganaderas rentables y muchos productores están liquidando los vientres, que los altos precios de la soja le permiten "subsidiar".
Los productores ganaderos se quejan de que las prohibiciones obligaron a la Argentina a un incumplimiento de contratos con el exterior generando que los mercados importantes "miren a otros". Entre los países vecinos, Uruguay, por ejemplo, exporta más carne que Argentina y Chile le compra a Paraguay.
"La caída se explica por una menor superficie sembrada, un poco por efecto de la sequía y mucho por menor uso de tecnología (fertilizantes y agroquímicos)", dice Alfredo Rodes, director ejecutivo de Carbap. "Las retenciones; las limitaciones a las exportaciones, que llegaron a estar prohibidas; y el manejo del precio (llegó a estar a 400 dólares afuera y 200 dólares acá) incidieron en este derrumbe de la producción", agrega.
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