Estudiantes: sobre el final, otra derrota

PURA ENTREGA Y NADA DE FUTBOL. EL PINCHA Y EL ARSE IBAN DERECHO AL EMPATE. HASTA QUE ROLLE PUSO EL 1-0

COMENTARIO
Por MARTIN CABRERA

Pasan los técnicos, los jugadores y los rivales, y la suerte de Estudiantes en este torneo parece ser la misma: con derrota. Anoche, en un partido para el olvido, cayó 1-0 con un gol sobre el final del partido de Martín Rolle, que le dio otro duro cachetazo al Pincha y un excesivo regalo al dueño de casa.

¿Qué fue Estudiantes? El mismo equipo desordenado, errático y sin ideas de las otras fechas, que le costó una barbaridad dar dos pases seguidos, que apeló a la potencia de Duván Zapata como única arma ofensiva y que nunca estuvo ni cerca de poder hacerse dueño del partido. También fue ese equipo que se cae en los segundos tiempos y que por eso volvió a quedarse con las manos vacías por un gol agónico, a los 43 minutos, cuando sólo aguantaba -como podía- el final del partido. De yapa, por primera vez en muchos años quedó último en la tabla de posiciones cuando ya se jugó poco menos de la mitad del torneo. Demasiada negatividad de golpe para un plantel que se había acostumbrado a ganar.

Volviendo al partido, ayer tuvo un argumento válido para quedarse sin piernas en el final: la tonta y temprana expulsión de Leonardo Jara, que vio la tarjeta roja por insultar al árbitro reclamando una intrascendente infracción en la mitad de cancha, que nada le hubiese cambiado al juego y que sí cambió de ahí en adelante.

A partir de ese momento, la poca construcción que había edificado se derrumbó como una hoja de otoño. Las líneas se retrasaron y todo recayó en la voluntad de algunos jugadores, caso Rodrigo Braña y Leandro Desábato, que pagaron con dos lesiones musculares su esfuerzo por mantener el arco en cero.

¿Qué había hecho antes de la expulsión Estudiantes? Había mostrado alguna tímida combinación ofensiva con la Gata Fernández y Zapata, criteriosas subidas de Jonatan Silva por la izquierda (aunque no acertó un solo centro) y la elegancia de Gil Romero para cortar y salir jugando. Y una voluntad enorme. Muy poco para un equipo que se había jurado en la semana no perder ningún partido más hasta el final del torneo y que iba a buscar en las doce fechas por delante volver a ser aquel gran equipo de algún tiempo cercano.

La única jugada de riesgo en los primeros 33 minutos fue un remate desde afuera del área del colombiano, que pegó en un jugador rival, descolocó a Campestrini y pegó en la base del palo para irse al córner.

Tampoco Arsenal mostró un juego superior. El buen manejo de Carbonero y la intención de querer jugar la pelota contra el piso. Pero las únicas llegadas fueron a través de centros. Uno de ellos mostró los buenos reflejos de Gerónimo Rulli, que con su brazo izquierdo la desvió al córner lo que era un gol seguro.

El segundo tiempo mostró a un Estudiantes totalmente replegado, atendiendo a sus urgencias de tener que defender el punto. Casi que no pasó la mitad de cancha y de a poco fue perdiendo soldados. Primero se contracturó Leandro Desábato y luego ¿resintió del desgarro? Rodrigo Braña, los dos referentes.

Entonces, sin ideas ni piernas y culpa de una distracción (y una genialdad de Carbonero), le dejó servido el gol a Martín Rolle, una película de terror que los hinchas empiezan a conocer de memoria.

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