Seis sesiones de sexo

Es una lástima pero “Seis sesiones de sexo”, con Helen Hunt, debiera verse aunque más no sea por su “atrevimiento”. Vale aclarar, más aún con el título que porta la película. Lo “atrevido” no está en la película, que honestamente es moderada con lo que no hace falta detallar. El “atrevimiento” no es la película, sino la realidad (real) que revela, una de esas cualidades que transforman en absolutamente diferente a una cultura como la de Estados Unidos, llena de inventos y rebosante de puritanismo represor. Al grano: en Estados Unidos una “surrogate” no es una prostituta sino una “sustituta sexual”. También se la conoce como terapeuta sexual. Una señora que sin el prestigio social de la medicina y en otra senda que la psicología, hace uso de conocimientos psicológicos y de su propio cuerpo para sanar a aquellos con imposibilidades sexo-genitales. Sus pacientes (no clientes) no solo sufren por su enfermedad o irregularidad natural sino más que todo por su deseo sexual no satisfecho. Helen Hunt (tras su fugaz esplendor con “Mejor…imposible”, aquella con Jack Nicholson como maníaco) da vida a la protagonista. Lo hace con una capacidad y seriedad dramática llamativas. El filme se titula “Seis sesiones de sexo”, estrenada aquí directo en DVD. Hunt tuvo una candidatura al Oscar. El gran William C. Macy (“Shamless” norteamericana) compone a un cura cerca de la gente.