Opinan los lectores

Inseguridad en estaciones de servicio

José A. Gramajo escribe: “Yo me pregunto y a la vez propongo a los encargados de nuestra seguridad: ¿por qué no se implementa en las estaciones de servicio el mismo sistema que tienen las farmacias? Por ejemplo, que a las 20 horas cierren y atiendan las que estén de turno. Y creería, en ese sentido, que es mucho más importante un medicamento que un litro de nafta, ya que esto último es previsible. Con poca policía bastaría, ¿no?. También debería abonarse con tarjeta. ¿Es tan difícil?”

Jorge Mestres puntualiza: “Esta carta es para recordarle a las autoridades el estado de la Ruta 11 desde la calle 96 hasta El Pino; los que transitamos diariamente sabemos lo que es esquivar pozos, romper cubiertas y cuidarnos del vehículo que viene de frente eludiendo también los pozos y que no se pase a la mano contraria. De noche vemos los autos y camionetas con las gomas rotas. Vialidad pasa diariamente, creo que es la zona Tercera, y tendría que ver el estado de la ruta, salvo que estén esperando un accidente con muertos para arreglarla.”

Marcelo W. Nelzzi refiere: “He notado que en esta ‘temporada alta’ de constantes y prolongadas interrupciones del suministro de energía eléctrica que se vienen dando en nuestra zona, muchas veces, al retornar el servicio, los semáforos de avenidas quedan con la llamada onda verde desincronizada. En algunos casos no pasa demasiado tiempo para que se vuelvan a coordinar, pero en otros casos, la falla se prolonga durante varias jornadas, entorpeciendo el tránsito. Este es el caso de diagonal 80 o desde 38 a Plaza San Martín, por donde antes se transitaba sin tener que hacer una sola parada mientras que ahora hay que detenerse en varias esquinas por la luz roja del semáforo. También vengo notando que en algunas jornadas, antes de las siete de la mañana, en la esquina de diagonal 80, 2 y 45, los semáforos se mantienen todos en luz amarilla permanente, no parpadeando; pero al pasar nuevamente cerca del mediodía, todo funciona bien.”

Fabiana R. Roffolli expresa: “En oportunidad de concurrir con mi cuñada a vacunar a su nena recién nacida al Hospital Subzonal Especializado ‘Elina de la Serna de Montes’, de calle 8 entre 41 y 42, me llevé mucho más que una grata sorpresa porque si bien la edificación tiene sus años, todo está sumamente limpio y bien cuidado. Pero lo que hay que destacar más que nada es la calidad de la atención, tanto de las enfermeras, empleados y médicos. El trato es cordial y no existe burocracia en cuanto a formularios o requisitos como en otros centros hospitalarios oficiales. Hay un área de espera con televisión y la atención es rápida. En ese momento recordé que hace muchos años, un amigo llevó de urgencia a su hija al Hospital Gutiérrez en donde milagrosamente le salvaron el tener que amputarle una falange de un dedo de la mano. Cada vez estoy más convencida de que si no fuera por los trabajadores profesionales y no profesionales, el sistema público de salud en esta y otras provincias, sería bochornoso, como lo es el hecho de que en Neonatología del Hospital de Niños no haya climatización.”

Daniel E. Chávez dice: “Hace unos días fui testigo de un hecho en el cual un niño de seis años se dirigió a su amiguito con un calificativo grosero. Al oírlo, su madre le preguntó qué dijo lo que dijo. Al verse interpelado, el niño repitió el calificativo pero en diminutivo. Ante esto, su madre le preguntó de dónde sacó esa palabra. A lo que el niño respondió: ‘yo escuché una vez que dijeron así’. En conclusión, había sucedido lo mismo de siempre: el niño repitió lo que escuchó. Para muchos padres, tal vez la solución a este hecho está en retarlos, cosa que considero insuficiente, porque a esto habría que agregar el hecho de que ellos también tienen que controlar su manera de hablar en presencia de los niños, cosa que muy pocos hacen. Siendo que la grosería es hija de la vulgaridad y, a su vez, que la vulgaridad lo es de la mediocridad, los argentinos, que vivimos cautivos de lo mediocre, tenemos que idear formas nuevas de vivir para escapar de estos flagelos. En procura de una mayor dignidad de vida, por lo menos en el pequeño recinto familiar, tratemos de modelar la forma de ser de nuestros hijos.”

Silvia Cilia opina: “En la leyenda de Robin Hood, el sheriff de Nottingham, avaro y oportunista, trabajaba para el malvado Juan Sin Tierra y aterrorizaba sin piedad a los habitantes, utilizando la fuerza pública para acaparar ilegítimamente las riquezas de los nobles que se les oponían. La política impositiva del Sheriff de Nottingham consistía en quitarles a los pobres para darles a los ricos. La semejanza entre el sheriff de Nottingham y la AFIP nos lleva a los tiempos de Robin Hood. Los fondos públicos que deberían destinarse a satisfacer necesidades básicas, se orientan a hacer más ricos a los ricos. Es de una desfachatez sin precedente aconsejar a la población a veranear en el país, cuando quien da la sugerencia lo hace en Río de Janeiro, Brasil, gastando a nivel de un petrolero árabe y utilizando para el traslado los servicios de aerolínea Fly Emirates, una de las más selectas y más caras, lejos de utilizar los servicios de Aerolíneas Argentinas. Hacer ostentación comprando un auto importado, y no permitir la importación de insumos necesarios, o cobrar Impuesto a las Ganancias a quienes no tienen ganancias.”

Francisco M. Isla señala: “Viendo las noticias sobre hechos de corrupción y/o corruptela en los diferentes estratos gubernamentales y dirigenciales, ¡cómo me gustaría que los políticos honestos promuevan una comisión similar a la Conadep, pero contra la corrupción (¿Conadec?). Que se creen leyes especiales, se citen testigos, se dé derecho a defensa, se condene a quien corresponda y sobre todo que les hagan devolver lo que robaron al país y en definitiva a todos nosotros. Creo que Margarita Stolbizer lo ha planteado, pero para la mayoría de los argentinos pasó desapercibido”.