Barreda y Berta ventilan secretos de su convivencia

BERTA ANDRÉ , MÁS ALLÁ DE RECONOCER ANTE LA PRENSA RISPIDECES EN SU RELACIÓN CON BARREDA, ANTE EL JUEZ DIJO “EL VIEJO ES BUENO”

“El viejo es muy bueno. Me cuida mucho, me cocina y se encarga de las cosas de la casa”, dijo ayer Berta André sobre su pareja, el odontólogo Ricardo Barreda (79), en el marco de una entrevista que tuvo ayer en la Cámara Penal platense con el juez Raúl Dalto, que oficia en el caso como magistrado de Ejecución Penal y tiene en sus manos decidir sobre el futuro de la libertad condicional del condenado por los asesinatos de sus dos hijas, su mujer y su suegra.

Así lo revelaron a este diario voceros judiciales, quienes precisaron que luego se realizó la entrevista con Barreda.

Se lo consultó sobre posibles maltratos verbales, que mencionó en un informe el gabinete de Psicología del Patronato de Liberados, que hace un seguimiento sobre el condenado. Barreda hizo un silencio y luego negó rotundamente cualquier tipo de maltrato, señalaron voceros judiciales.

Además afirmaron que se le preguntó sobre qué actitud podría tomar ante un deterioro en la salud de Berta.

Las fuentes detallaron que su respuesta fue inmediata: “Ella me contuvo, me dio su domicilio y el mejor trato todo este tiempo. Por ello me veo en la obligación de cuidarla y estar junto a ella si se llegara a dar esa situación”.

Luego fue interrogado el psicólogo que trató a Barreda en capital federal y dictaminó su alta hace dos años, aunque el odontólogo decidió seguir con las sesiones de terapia hasta el presente.

“El profesional dijo que no hay motivos para suponer que Barreda sea un peligro para sí o terceros”, dijeron las fuentes consultadas.

El camarista Dalto -agregaron- ahora evaluará todas estas declaraciones y la semana próxima podría tomar una resolución con respecto al futuro de Barreda.

Por su parte, el doctor Eduardo Gutiérrez, abogado del odontólogo, contó que durante la audiencia, la pareja manifestó que quería seguir conviviendo y sostuvo que él considera que “no hay impedimentos” para que así sea.

“Creo que los hechos nos demuestran que Barreda luego del episodio en el que mató a esas cuatro mujeres nunca repitió un hecho igual. Hoy tampoco ha tenido problemas, ni en convivencia con su mujer, ni en relación con otras mujeres”, precisó el defensor del condenado.

También explicó que esto sería un mal entendido que habría surgido por la preocupación que tenía, porque “unas personas que iban a la casa a darle masajes” a Berta se habrían aprovechado de la mujer utilizando sus tarjetas de crédito con la excusa de ayudarla con las compras.

El abogado dijo que Barreda pensó que además estas personas “podían llegar a denunciarlo por cualquier cosa” y así se lo manifestó al doctor Dalto.

lAS OPCIONES QUE TIENE EL JUEZ DE LA CAUSA

Ahora, con todos los datos obtenidos en las audiencia de ayer, el juez de Ejecución Penal resolverá sobre el futuro del cuádruple homicida.

Las opciones son que continúe con la situación actual o que dé intervención al Patronato de Liberados para que se haga cargo del tema, habida cuenta que Barreda no cuenta con el dinero necesario para subsistir.

Cabe mencionar que Barreda cobra una jubilación mínima de 2.500 pesos, por lo que en los últimos meses inició trámites para reclamar su parte de los bienes que actualmente están en proceso judicial.

Pero, el mes pasado el juzgado en lo Civil y Comercial 17, a cargo de la jueza Sandra Grahl, que tramita la sucesión de los bienes, lo declaró “indigno” y en primera instancia lo excluyó de la herencia.

Barreda fue excluido de la porción hereditaria que transmitían las víctimas a su muerte, pero no de su parte, señalaron fuentes judiciales.

En la nómina del patrimonio en litigio están la casona de 48 entre 11 y 12 (expropiada por ley en 2012), dos autos (un Ford Falcon y un DKW), una moto Siambretta, una casa en Mar del Plata que está intrusada y un terreno.

El 15 de noviembre de 1992 Barreda mató con disparos de su escopeta de caza a su esposa Gladys McDonald (57), a su suegra, Elena Arreche (86), y a sus dos hijas, Cecilia (26) y Adriana (24).

En 1995 fue condenado a prisión perpetua por la Sala I de la Cámara Penal platense, integrada por entonces por los doctores Eduardo Hortel, Pedro Soria y María Rosentock.

La jueza Rosentock votó por la inimputabilidad de Barreda, al considerar que al momento del hecho no compendió lo que hacía por padecer un trastorno mental; sin embargo sus dos colegas del Tribunal, por mayoría, lo consideraron imputable, es decir, que dirigió sus acciones y tuvo conciencia de lo que estaba haciendo, y lo condenaron a la pena máxima.

En los primeros meses de 2008 se le concedió el beneficio del arresto domiciliario por su buena conducta y por ser mayor de 70 años, prerrogativa que le fuera revocada en un par de oportunidades por haberla violado.

A fines de 2011 el tribunal que lo condenó, pero ahora con otra integración, entre ellos el juez Dalto, le otorgó la condicional y se fue a vivir al departamento de Belgrano.

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