El año que empezó la transición

CÉSAR MILANI, UN DOLOR DE CABEZA PARA EL GOBIERNO

Por MARIANO SPEZZAPRIA

Twitter: @mnspezzapria

El 2014 está llegando a su fin sin corrida cambiaria, saqueos o perturbadoras protestas policiales. Todo un mérito para un país que en los últimos años viene padeciendo el mes de diciembre con hechos de inestabilidad política y económica. Por eso se puede decir que la Argentina termina el año mejor de lo que lo empezó, si se recuerda el magro efecto de la devaluación de enero. Aunque la paz social y financiera también hunde sus raíces en un farragoso pantano de estancamiento.

La mayoría de los especialistas coincide, de hecho, en que la economía perdió dos puntos del PBI y que por ende se acentuó la curva de destrucción de empleo privado que se inició hace dos años, pese a que el Gobierno mantiene su política de aliento al consumo interno. Más atemperadas por cierto, las cifras oficiales sobre esta situación se conocerán mañana, cuando las difunda el INDEC. El nivel real de la inflación es otro factor que conspira contra el funcionamiento de la economía.

En este contexto, la presidenta Cristina Kirchner y su equipo económico no están dando señales de que buscarán atacar los problemas de fondo, sino que muestran la intención de hacer un mantenimiento del “modelo” para que la salida del Gobierno no se produzca en un escenario de crisis. Pero sostener la intervención estatal le cuesta al Tesoro unos 70 millones de pesos por día, sólo para garantizar la continuidad de empresas públicas deficitarias como Aerolíneas Argentinas.

EN BAJA

La estrella del ministro Axel Kicillof ya no brilla tanto en el firmamento oficialista, justo cuando está a punto de caer la cláusula RUFO que obligaba a la Argentina a trasladar a todos los bonistas de la deuda cualquier oferta de mejora que se haga, por caso, a los “fondos buitre” que litigan en los Estados Unidos. Así que el titular del Palacio de Hacienda se jugaría su futuro político en la negociación para destrabar ese conflicto que pende sobre el país como una espada de Damocles.

Kicillof viene de sufrir un traspié notorio con el último canje de deuda, que lo hizo bajar en la consideración presidencial. Cristina Kirchner sabe que la imagen que dejará su último año de mandato será la que, muy probablemente, perdurará en la memoria colectiva durante mucho tiempo. Y tiene claro que cualquier error de cálculo, sobre todo en materia económica, puede ser determinante. Aunque sus preocupaciones más inmediatas pasan por el árido plano judicial.

Y no es para menos, porque algunas investigaciones en curso ya están muy encima del empresario santacruceño Lázaro Báez, un amigo histórico de la familia presidencial, a tal punto que su constructora fue la que levantó el mausoleo donde descansan los restos de Néstor Kirchner en Río Gallegos. Pero aún así su compañía sería tan comprometedora que sus representantes acaban de ser desplazados del directorio de la firma Hotesur, que administra los hoteles de los Kirchner.

Es que Báez tiene todos los números para ser acusado de lavado de dinero, especialmente en una causa por facturas truchas que se sustancia en Bahía Blanca. Y también por su conexión con el financista Federico Elaskar y Leonardo Fariña, quien admitió que realizaba operaciones como testaferro del empresario. En el entorno de la Presidenta temen que, si llegara a caer Báez, algún juez o fiscal decida ir luego por Máximo Kirchner, siguiendo la línea de los negocios familiares.

La sola posibilidad de que el jefe político de La Cámpora sea llamado a declarar –como lo fue en su momento Amado Boudou a los tribunales de Comodoro Py- conmueve a Cristina Kirchner. Por eso la Presidenta dejó trascender que “se va a defender” ante lo que considera un ataque directo de un sector de la Justicia. Y al encumbrar a Oscar Parrilli en la cúpula de la Secretaría de Inteligencia (SI), dejó en claro que su prioridad es cerrar el círculo de protección sólo en torno a su familia.

Para ejemplo sobra un botón. En la Gobernación bonaerense sospecharon que la filmación de Daniel Scioli bajando de un avión privado en el aeropuerto de Miami –tomada nada menos que con tres cámaras- había sido obra de la ex SIDE, algo que en la Casa Rosada no descartaron, aunque advirtieron: “Eso no nos preocupa. Si fuera uno de los nuestros, sí lo haría”. La frase surgió en una de las tantas reuniones de evaluación sobre el estado de la Inteligencia criolla.

Entre los propios, el kirchnerismo duro considera al titular de la Procuraduría de Criminalidad Económica y Lavado de Activos (PROCELAC), Carlos Gonella, a quien se cuestiona en una causa su reticencia a investigar a Lázaro Báez. Tanto es así que el fiscal consiguió que lo defienda el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), la organización que preside Horacio Verbitsky. Gonella fue declarado “en rebeldía” por el juez federal Claudio Bonadío por no presentarse a declarar.

FRENTE COMPLICADO

Las desventuras judiciales del kirchnerismo –que incluyen al jefe del Ejército, César Milani- amenazan con convertirse en un tema central de la próxima campaña presidencial, que en lo formal se iniciará recién a mediados de 2015 pero que, en los hechos, arrancará este mismo verano con las recorridas de los candidatos por la Costa atlántica bonaerense y los principales centros turísticos del país. De allí la importancia que Scioli le otorga al conocido Operativo Sol.

El Gobernador destinó 12.000 agentes policiales –entre ellos 5.000 recién graduados- al cuidado de la seguridad de los veraneantes, al tiempo que instruyó a sus colaboradores para que el proselitismo no se limite sólo a Mar del Plata sino que se expanda al Partido de la Costa. Lo hizo a sabiendas que uno de sus principales contendientes, Sergio Massa, hará base en Pinamar desde la primera semana de enero. Y que también estarán allí otros candidatos, como Martín Insaurralde.

Según trascendió, el intendente de Lomas se hospedará en el mismo country que Massa en Pinamar, por lo que es factible que surja alguna “foto distendida” en las próximas semanas. A su vez, el líder del Frente Renovador buscará fortalecer su proyecto nacional con visitas a otros destinos populosos, como la ciudad cordobesa de Villa Carlos Paz. Aunque allí es poco probable que aparezca junto al gobernador José Manuel de la Sota, con quien se encuentra distanciado.

Mauricio Macri, en tanto, tiene por delante la resolución de un problema inesperado, que es convencer a Gabriela Michetti de que sea su compañera de fórmula y desista de competir por la jefatura del Gobierno porteño, pese a que aparece muy bien posicionada en las encuestas. De todos modos, la predilección del alcalde por dejar el cargo a su jefe de Gabinete, Horacio Rodríguez Larreta, ya no es un secreto y puede inclinar la balanza en la interna del PRO.

“Gabriela agrega mucho en los dos roles. Puede ganar la Ciudad en forma contundente y luego sumarse a la campaña nacional”, deslizó un miembro de la mesa chica del partido amarillo. La Capital tendrá elecciones anticipadas y formará parte de un extenso calendario que se pondrá en marcha en Salta el 12 de abril. Como se intuye, el futuro político de la Argentina está a la vuelta de la esquina. Y este 2014 será recordado como el año que, efectivamente, comenzó la transición.