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Obama y la claustrofobia de vivir en la Casa Blanca

El mandatario estadounidense tiene, cada vez con más frecuencia, “escapadas” de su rutinaria agenda: se va a un restaurante o elige dar un paseo sin avisar a su custodia. Y se compara con un oso en cautiverio. ¿Cansancio o estrategia con vista a las elecciones de noviembre?

22 de Junio de 2014 | 00:00
Obama y la claustrofobia  de vivir en la Casa Blanca

Su inocente paseo del mes pasado no parecía un preludio de nada, pero las señales de claustrofobia de Barack Obama se han multiplicado desde entonces, con escapadas cada vez más frecuentes que denotan su cansancio de la estricta rutina de ser presidente de EE UU.

Que uno de los hombres más poderosos del mundo se compare con un oso de circo deseoso de librarse de sus cadenas puede resultar sorprendente, pero después de más de cinco años sometido a la esclavitud de las agendas y las escoltas, Obama parece tener una sed cada vez mayor de aire libre y, sobre todo, de espontaneidad.

“¡El oso está suelto!”, proclamó el mandatario durante un imprevisto paseo a pie por los alrededores de la Casa Blanca a finales de mayo.

La frase la repitió recientemente, cuando caminó hasta un céntrico Starbucks para buscar un té junto a su jefe de gabinete, Denis McDonough, sin avisar al grupo de periodistas que sigue cada uno de sus movimientos y desconcertando incluso a algunos de sus asistentes, que intentaban sin éxito averiguar hacia dónde iba.

Luego, fue el apetito por una hamburguesa lo que lo llevó a salirse de la agenda para escaparse junto al secretario de Educación, Arne Duncan, a un restaurante de las afueras de la capital.

¿ALERGIA A UNA VIDA ESTRUCTURADA?

Fue entonces cuando los analistas comenzaron a preguntarse si Obama experimentaba una seria alergia al cuidado guión que rige su vida, especialmente ahora que se arriesga a convertirse en un “lame duck” (“pato cojo”), como se conoce al mandatario al que ya nadie presta atención porque su presidencia se acerca a su fin.

“¡El oso está suelto!”, proclamó el mandatario durante un imprevisto paseo a pie por los alrededores de la Casa Blanca a finales de mayo

“Puede ser eso, o puede ser simplemente que se siente más relajado, porque ya no tiene una reelección por delante. Últimamente se queda hasta más tarde en los actos sociales y se relaciona más con miembros del Congreso”, expresó Dotty Lynch, experta en Comunicación Política en la American University.

Según el portavoz de la Casa Blanca, Josh Earnest, lo que lleva a Obama a querer escapar son “los mismos instintos que siente cualquier persona, la necesidad de salir, estirar las piernas, tomar un café por la tarde o acordar un almuerzo con un amigo”.

“Esos son los instintos naturales de un ser humano, que en este caso resulta que es el presidente de EE UU. No tiene el lujo de satisfacer esos instintos tan a menudo como el resto de nosotros”, señaló Earnest al diario The New York Times.

ESCAPADAS “CONVENIENTES”

Pero las escapadas de Obama llevan convenientemente a conversaciones con estadounidenses de a pie, fotos con bebés y provocan el revuelo de todo Washington, algo que, según Lynch, lleva la firma del equipo de comunicación de la Casa Blanca. “Permiten que se difundan imágenes en video de los paseos. No tengo pruebas, pero esto parece el resultado de un plan”, apuntó la académica.

El propio Earnest subrayó que Obama “disfruta mucho de poder estrechar las manos de la gente y conversar con ellos”, y esa imagen de presidente cercano parece especialmente útil en plena campaña para las elecciones legislativas de noviembre, donde los demócratas se juegan el control del Senado.

En cualquier caso, Obama no es el primer presidente en romper la rigurosa coreografía del Despacho Oval: Bill Clinton tenía la costumbre de salir a correr todas las mañanas -y detenerse después en algún local de comida rápida-, mientras que Richard Nixon llegó a escaparse una madrugada de 1970 para ver el monumento a Lincoln con su ayudante, el español Manolo Sánchez.

“La presidencia moderna es una forma peculiar de tortura. Estás falto de sueño, falto de privacidad, forzado a dar discursos todo el tiempo y constantemente te piden que tomes decisiones difíciles”, escribió hace poco Alexandra Petri, columnista del Washington Post.

“Y Obama no para de decir que es un oso, lo cual hace que me preocupe sobre si tiene una ‘crisis del medio siglo de vida’ o siente una claustrofobia muy fuerte, o quizá las dos cosas. A veces nos quejamos cuando se toma vacaciones, pero quizá necesite descansar”, añadió Petri.

Si algo tiene claro Obama, es que eso es precisamente lo que hará poco después de ceder la batuta en la Casa Blanca: “Estaré en una playa en alguna parte, bebiendo agua de un coco”, aseguró no hace mucho acerca de su futuro como ex presidente.

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