Un crimen impune en un barrio bajo dominio de un “ejército” de ladrones

Pocos días después del asesinato de Diego Manzione, el viernes 30 de diciembre pasado, la instrucción judicial ya tenía un imputado y había ordenado su captura, pero de ahí hasta acá no hubo más avances. Hoy, en la familia del hombre baleado aquella noche en 4 y 514, mientras reclaman justicia, miran para todos los costados con temor a los alcances que podría tener la conexión del presunto asesino con un “mini ejército de soldaditos” que se dedicaría a robar en la zona.

El homicidio, los soldaditos y las bandas en este caso tienen vínculos estrechos con el crimen de Abril Scenna Bogado (12), que ocurrió a no más de diez cuadras, hace dos semanas.

“Esa noche estábamos acá, en casa y sentimos varias explosiones. Mi nieta me dice ´abuelo, son tiros´y salimos corriendo a la calle. Ahí nos encontramos con mi hijo, que iba en moto con otro muchacho baleado, en el piso”, recordó Alfredo Manzione, padre del hombre de 41 años que murió a metros del Arroyo Del Gato. Según contó, los tiros partían de la esquina de 3 bis y 514, a metros de su casa.

Por el crimen, en la investigación a cargo de la UFI nº 4, que entonces conducía el fiscal Fernando Cartasegna, fue imputado Matías Emiliano Fernández, de 32 años, quien en las primeras actuaciones fue ubicado en la escena junto a otro hombre del barrio, a bordo de otra moto.

Ambos registran antecedentes penales y de acuerdo con datos de fuentes vinculadas al caso integran un clan familiar afincado a pocas cuadras del lugar del crimen.

“Nosotros exigimos que se haga Justicia porque vemos que durante todo este año la investigación ha estado prácticamente dormida”, reclamó Manzioni. Según señaló el hombre de 78 años, policía retirado, que comparte la casa con hijos y nietos, “el (ex) fiscal Cartasegna tuvo un mal desempeño, que nos generó esta situación que hoy tenemos con gente que es poderosa “, denunció.

LE PUEDE INTERESAR

Con agujereadoras, entraron en un edificio del Centro y desvalijaron 4 departamentos

LE PUEDE INTERESAR

Lo condenaron a 18 años de cárcel por violar a dos niños, hijos de su pareja

Manzione dijo desconocer el móvil del asesinato de su hijo, quien trabajaba como sonidista y en empleos temporales en la construcción. Solo hizo referencia a un cruce de palabras previo con el imputado.

Mientras la Justicia intenta dar con el paradero de Fernández, para Manzione está cerca: “Me dicen que ha estado varias veces en el barrio, después del crimen. Incluso estuvo en el velorio del Chupa”.

Con ese apelativo conocían en esa zona de Ringuelet al joven de 24 años cuyo cadáver apareció el 29 de octubre entre matorrales del bario “El Mercadito”.

Los vecinos del área de 3 y 514, a ambos lados del Arroyo Del Gato hablan poco cuando se menciona a la familia con la que se vincula a Fernández.

Fuentes de la investigación del asesinato de Manzione reconocen que “el barrio está jaqueado”. Así definen al dominio territorial que se ejercería a través de “un grupo de pibes, al estilo de los soldaditos del narcotráfico, pero que acá se dedican a robar”, se apuntó.

La organización, siempre según el diagrama elaborado por los investigadores y las versiones de vecinos, tendría en la punta de esa pirámide, a la ex mujer de un dirigente de la actividad del transporte, asociado históricamente con la zona de Ringuelet cercana al Arroyo y las vías del ferrocarril.

“Ella y su pareja actual viven en una casa que parece una fortaleza, con un sistema de cámaras”, relató entre dientes un vecino.

Al joven imputado por el crimen de Diego Manzione le adjudican una relación con una mujer, hija de la figura principal del clan.

De acuerdo con el parte policial de ese homicidio, el presunto asesino estaba en compañía de otro hijo de la mujer, con quien se movilizaba en una moto.

La versión se complementa con otro dato que circuló esta semana en los pasillos de Tribunales. “La jefa y su pareja pasan mucho tiempo en la casa, que la hacen funcionar como un comando de operaciones desde donde buscan datos que luego aprovechan los pibitos que tienen robando. Ellos centralizan la información que consiguen de gente dando vueltas por la Ciudad”.

La radiografía del denominado mini ejército abrió en los últimos días la ventana a un mundo delictivo cuyas derivaciones llegan hasta el salvaje crimen de Abril, el domingo 5 cuando llegaba en auto, junto a su familia, a su casa ubicada en 510 entre 11 y 12.

El menor de 17 años detenido junto al imputado por el disparo mortal -“Pepito” Echegaray Biel-, ya tiene asesoramiento jurídico y le dictaron prisi{on preventiva hace una semana.

“El pibe venía trabajando con el clan. Ellos lo tenían bajo control así como lo hacen con una bandita. Además de hacerlo robar les ponen algo de plata en el bolsillo y los asisten cuando hay problemas”, calculó ayer una fuente cercana a la investigación del crimen de Abril.

Quienes puedan aportar datos sobre el prófugo pueden llamar al 453 1272

¿La noche del crimen Abril alguien mandó a robar a “Pepito” y al menor?

En ese mismo espacio de delito se ubicaba ayer en Ringuelet al “Chupa”, quien habría caído por un ajuste de cuentas entre bandas antagónicas que se mueven en toda la zona y también tienen como territorio de disputa la zona de Villa Castells en cuya fisonomía urbana sobresalen los monoblocks que dan a la avenida 7 entre 505 y 508, a metros de la estación de Ringuelet. Allí cayó “Pepito”.

En la zona donde el Arroyo Del Gato cruza las vías, la presencia de los soldaditos y coroneles del clan apuntado se nota en forma permanente. En ese mismo punto, donde se cruzan las calles 1 y 514, fue detenido el menor que participó del crimen de Abril.

“Están controlando lo que pasa en la calle y a diferencia de lo que podría pensarse, estos también roban y molestan en su propio barrio”, contó un vecino que pidió estricta reserva de identidad.

La presencia podía advertirse en la zona del puente vehicular sobre el Arroyo, ante un “santuario” del Gauchito Gil que fue quitado por la obra de ampliación y canalización de ese curso.

Ante el mismo santo pagano suelen ver al grupo en otro santuario creado en la esquina de 4 y 517.

El cuadro está a la vista del barrio pero de acuerdo con quejas de los vecinos no hay reacción de la Policía. Tal como ocurre en la zona de los monoblocks de Villa Castells, en esta área de Ringuelet parece haber otro “Triángulo de las Bermudas”, según definió la fuente consultada en Tribunales.

No se trata sólo de versiones barriales. El Ministerio de Seguridad puso en marcha una investigación por la supuesta complicidad de policías de las comisarías 6º y 11º con las bandas de la zona.

Según informó el titular de Asuntos Internos de la Policía, Guillermo Berra, se abrieron varios sumarios que ponen la lupa en la “connivencia” entre uniformados y delincuentes y en el “narcomenudeo”.