Los gremios se atrincheran en la primera línea de fuego

Twitter: @mnspezzapria

No habrá colados en el palco desde donde, el próximo martes, el triunvirato de la CGT le pondrá fecha al primer paro general contra la política económica del presidente Macri. Los gremialistas acordaron impedir que algún reconocido kirchnerista se infiltre en el escenario, que se montará en la avenida Paseo Colón. “No van a llegar ni a 100 metros”, deslizaron los organizadores del acto frente al Ministerio de la Producción, donde la CGT expresará su rechazo a la apertura de importaciones y advertirá sobre la necesidad de recuperar el alicaído mercado interno. La protesta coincidirá con la huelga docente de 48 horas y antecederá al paro de mujeres, con movilizaciones incluidas mañana y el miércoles.

La prevención de los cegetistas obedece a que los seguidores de Cristina Kirchner buscarán tener una destacada presencia en la movilización, con militantes que llegarán desde diversos distritos del Gran Buenos Aires. Hace varios días que están abocados a reunir militantes para engrosar esas columnas, con el objetivo de que el Gobierno nacional sienta la presión de los manifestantes.

En el imaginario kirchnerista, esa será una devolución de gentilezas porque su jefa tiene que presentarse a declarar, el mismo martes por la mañana, ante el juez federal Bonadio en la causa “Los Sauces”, que investiga presuntas maniobras de lavado de dinero por parte de la familia Kirchner cuando estuvo en el poder. Esa citación viene envuelta en rumores de todo tipo.

Uno de ellos sostiene que Cristina Kirchner podría quedar detenida tras la declaración en los tribunales de Retiro, con el argumento de que tiene capacidad para obstaculizar el avance de la causa en su contra. Aunque quienes conocen a Bonadio aseguran que no tiene por costumbre definir la situación del imputado tras la declaración, sino que se toma unos días para hacerlo.

En todo caso, cuando el magistrado defina si procesa a la ex presidenta, también deberá decidir si lo hará con prisión preventiva o no. No dejó de llamar la atención, en este sentido, que el principal abogado de Cristina Kirchner, Carlos Beraldi, admitiera durante la semana que parte de su estrategia es “dejar todo asentado ante una posible decisión arbitraria” por parte de Bonadio.

En la misma línea de razonamiento defensivo puede inscribirse el pedido de eximición de prisión para Florencia Kirchner. De hecho, la ex presidenta dijo contar con alguna información sobre la posibilidad de que el juez detuviera a su hija. Sin embargo, no sería Florencia la más comprometida en la causa, sino su hermano Máximo, actual diputado nacional por Santa Cruz.

El jefe de La Cámpora hizo todo lo que estuvo a su alcance para que el PJ bonaerense denunciara una “persecución política” contra su madre por parte del Gobierno y de un sector del Poder Judicial, pero no consiguió que la CGT cambiara la fecha de la marcha, con lo cual Cristina Kirchner debió pedir que no se movilice a Comodoro Py, pese a que duda de la real intención de Bonadio.

En ese contexto es que el triunvirato conformado por Daer, Schmid y Acuña no quiere saber nada con que la marcha del martes pueda ser identificada políticamente con el kirchnerismo. Por eso ordenó bloquear el acceso al palco, en una decisión coordinada en un almuerzo con sus antecesores Moyano y Barrionuevo, al que pegó el faltazo Caló, más afín al kirchnerismo.

El Gobierno enfrentará el martes un fuerte desafío sindical con la marcha que motorizó la CGT

Los sindicalistas también analizaron otro aspecto del escenario previo a la marcha, vinculado al hecho de que los gobiernos nacional y bonaerense decidieran poner al gremialista docente Baradel en la picota, lo que agrandó la figura del jefe del Suteba y quitó presencia en los medios a los cegetistas. Por eso no habría que descartar que Baradel sí tenga acceso al palco el martes.

EL “SUPER MARTES”

Macri seguirá las alternativas del “súper martes” en la quinta de Olivos. El Presidente destiló malestar en los últimos días con los popes sindicales, ya que algunos de ellos mantienen reuniones privadas con él pero luego se muestran muy críticos de su gestión en declaraciones públicas. Tampoco entiende por qué el año pasado lo “bancaron” y ahora se le ponen en contra.

“Si en 2016 tuvieron una actitud conciliadora y aceptaron el diálogo cuando la economía no estaba bien, ahora que la recesión termina no tiene sentido que hagan un paro”, fue el razonamiento de un ministro en una charla privada. Macri había festejado, ante los legisladores de Cambiemos, que Dujovne diera por finalizada la recesión, la noche previa a su discurso en el Congreso nacional.

Ante la Asamblea Legislativa, el mandatario hizo una intervención que muchos interpretaron como la pieza de apertura de la campaña electoral 2017. Sus dardos direccionados hacia el kirchnerismo evidenciaron que la estrategia de Cambiemos pasará por polarizar al extremo la confrontación con Cristina Kirchner, sea o no candidata en la Provincia, donde se librará la principal batalla electoral.

Pero existe otro aspecto menos evidente que explica el discurso presidencial: las encuestas marcan una notoria caída de las “expectativas de futuro” que despertaba el gobierno nacional entre la población, posiblemente a raíz de la situación económica. Se trata de una coyuntura delicada para Macri, porque allí radicaba su mayor fortaleza y sustento político.

La gestión de Cambiemos pudo aplicar algunas reformas económicas, que significaron un ajuste de cinturón para los argentinos, justamente porque esas expectativas a futuro eran positivas. Pero se le hará difícil continuar pidiendo un sacrificio a la sociedad si ésta ya no comprende el sentido de realizarlo. Por ende, le hará falta una buena muñeca política si pretende salir de la encerrona.

En esa línea puede interpretarse que Macri subiera el tono contra el kircherismo o que la gobernadora Vidal se endureciera con los gremios docentes, ya que el oficialismo necesita que no se genere la imagen de que la situación se le puede ir de las manos. El fantasma de la ingobernabilidad está siempre al acecho de los gobiernos que no tienen origen peronista.

El macrismo percibe, a su modo, que las cosas no le están saliendo como las había pensado.Ese diagnóstico ya lo tienen hace rato los radicales y los “lilitos”, aliados clave del PRO en Cambiemos, que empiezan a presionar con más insistencia para que pierdan influencia el jefe de Gabinete Peña y Durán Barba. “Me odia”, comentó Carrió sobre el peculiar e influyente asesor presidencial.

La jefa de la Coalición Cívica ya no oculta su intención de competir en la arena electoral bonaerense, pese al veto de la gobernadora Vidal, que prefiere a Jorge Macri. Fiel a su estilo, Carrió se mostró muy crítica con el intendente de Vicente López, pero su primo el Presidente lo recibió en la quinta de Olivos. A buen entendedor, pocas palabras bastan, sostiene el refrán.

El mensaje llegó directo a Carrió -que igualmente decidirá su futuro electoral después de la Semana Santa, dejó trascender- y a Emilio Monzó, el presidente de la Cámara de Diputados que pugna por la incorporación de dirigentes peronistas a Cambiemos pero que entiende que con Jorge Macri no alcanzará para enfrentar eventualmente a Cristina Kirchner y a Massa-Stolbizer.

Monzó es uno de los dirigentes que cree en la polarización de Cambiemos y el FpV, en detrimento de la “avenida del medio” massista. Mientras tanto, los gremios se atrincheran en la primera línea de fuego y el Gobierno los confronta con más efectividad en el discurso político que en la gestión.