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El país |ANALISIS

El triunvirato tiene un problema; el Gobierno también

Por Mariano Spezzapria

9 de Marzo de 2017 | 04:14
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La CGT tiene un problema, pero el Gobierno también. Esa parece haber sido la conclusión mayoritaria a la que arribaron ayer funcionarios, sindicalistas y dirigentes políticos tras los incidentes que se registraron en la marcha de la central obrera el último martes. Tampoco el kirchnerismo la pasó bien el día después de haber boicoteado la protesta de los gremios.

De hecho, tanto los miembros del triunvirato como otros dirigentes cegetistas apuntaron contra el kirchnerismo como el responsable de que el acto se terminara opacando. La aparición de Máximo Kirchner para respaldar la “interpelación” a los sindicalistas, no hizo más que confirmar que los seguidores de la ex presidenta concurrieron a la marcha con ese propósito.

En las usinas del Frente para la Victoria circuló ayer otra explicación, según la cual fue la propia CGT la que provocó la reacción de los manifestantes al no fijar la fecha de un paro nacional contra la política económica del presidente Macri. En la interna peronista, no obstante, ya se comienza a caracterizar al kirchnerismo como un espacio político “funcional” a la estrategia de Cambiemos.

Así lo piensan –y lo dicen por lo bajo- intendentes bonaerenses que aún permanecen expectantes de la figura de Cristina Kirchner por los números que registran las encuestas, pero los gremios y algunos gobernadores como el salteño Urtubey consideran a la ex presidenta un escollo para la renovación del PJ. La inminencia del proceso electoral hace que la pelea adquiera más intensidad.

El Gobierno, por su parte, transitó la jornada posterior al tumultuoso acto de la CGT con un sinsabor en el paladar, ya que por un lado puede capitalizar la fotografía con olor a naftalina a la que remitieron los incidentes, pero por el otro se abren dudas sobre la capacidad real de conducción del triunvirato de la CGT, lo que le resta peso político para el diálogo tripartito.

La administración de Cambiemos viene quejándose seguido –por medio del jefe de Gabinete Peña, previa instrucción presidencial- de la fragmentación del mundo empresarial a la hora de entablar negociaciones resonantes, como los pactos para evitar despidos o lo que más le interesa a Macri, que es promover la competitividad para impulsar el desarrollo económico.

Los triunviros Daer, Schmid y Acuña actuaron con responsabilidad el año pasado y no dejaron que los sectores más radicalizados fijaran la agenda de la CGT. Pero el martes ya se pudo ver el costo que pagan por ello. Por si eso fuera poco, al interior de la propia central obrera les pasaron factura por haber invitado a la marcha a sectores políticos y sociales.

“Perdieron el control del acto”, deslizó un miembro de la comisión directiva que nunca comulgó con las reuniones políticas del triunvirato en las semanas previas a la marcha. Sin embargo, descartó la posibilidad de que se pueda desplazar a Daer, Schmid y Acuña en lo inmediato, porque eso sería dejarse torcer el brazo por el kirchnerismo más beligerante.

Los conocedores de la interna sindical advierten, en este contexto, que hay que seguir de cerca el comportamiento de la UOM (Unión Obrera Metalúrgica), cuya conducción es la más crítica de la prudencia del triunvirato, porque las suspensiones y los despidos afectan seriamente al sector. El acto del martes pretendió dar un mensaje en ese sentido.

El escenario fue montado de cara al ex edificio de SOMISA, donde ahora funcionan oficinas gubernamentales, para simbolizar la importancia que la CGT le otorga al desarrollo de la industria nacional. Y advertir al Gobierno que la apertura de importaciones provoca una sangría en sectores de la economía como el textil, el calzado y el metalmecánico.

Pero a la luz de los hechos, ese mensaje no tuvo potencia. De todos modos, el Gobierno está en otra sintonía: mientras los gremios se concentraban frente al Ministerio de la Producción, esa cartera promocionaba una tradicional feria agropecuaria, que este año se lleva a cabo en San Nicolás. El rumbo de la gestión económica no es negociable para el presidente Macri.

La CGT lo sabe, ya que el diálogo nunca se interrumpió. Por eso reclama correcciones y no cambios de fondo. La discusión que viene ahora es si las paritarias serán con el techo del 18% o si los gremios podrán perforar el tope. El anticipo de ese conflicto lo dieron los docentes, con paros incluidos. Habrá que ver ahora cuál es el camino que emprende la CGT.

 

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