El peor momento

Que más puede decirse, que agregar a todos los análisis acerca del peor momento de la Selección en mucho tiempo. Por más que se den vueltas no hay forma de encontrar algún aspecto auspicioso. Ni los resultados ni el juego han aportado alguna señal de esperanza y en un mes habrá que afrontar la última chance, la que puede terminar con el ingreso al Mundial o en un papelón histórico.

Así como están las cosas el pasaje para Rusia 2018 cada vez está más caro e inaccesible para un equipo argentino sin fondos. Los jugadores que ya habían decidido no hablar con la prensa ahora se han quedado mudos adentro de la cancha con los resultados a la vista. Ya no hay nada que alcance a punto tal que el equipo agresivo que propuso Sampaoli cargado de delanteros ambiciosos necesitó de la ayuda de un zaguero rival para poder empatarle al equipo menos productivo de la serie.

Los mismos hombres que llenan de goles notables los fines de semana europeos llevaban 300 minutos sin marcar para la Selección. Y esa insoportable sequía se cortó con un gol en contra de Feltscher. En el choque con Venezuela las insinuaciones de los primeros minutos fueron rápidamente devoradas por la falta de una mecánica sólida, coherente. No hubo ni talento ni actitud para superar un examen que era clave.

La Selección sigue siendo una enorme sala de espera en la que todos seguimos aguardando la aparición de Dybala, de Icardi, de los talentos. Al principio de este último examen fallido hubo ciertas señales de esperanza, pero todo duró muy poco. Cuando los venezlanos tomaron nota acerca del enorme déficit de confianza de las individualidades argentinas, de la falta de coherencia en el juego, del divorcio con la tribuna, se animó y empezó a apuntarle con más decisión a Chiquito Romero.

Los mismos hombres que llenan de goles notables los fines de semana europeos llevaban 300 minutos sin marcar para la Selección

Hasta Messi bajó los brazos consumido por la impotencia general. No obstante fue el único que le buscó una salida a un equipo sin rumbo y la gente se lo reconoció en la despedida cuando los de Jorge Sampaoli se metían en los vestuarios.

Cuesta mirar para adelante con algún optimismo cuando las imágenes más recientes han dejado este muestrario de desacoples que sólo han provocado decepción. Todas las presunciones resultaron hasta ahora huecas: había que ganar los dos de local, ante Venezuela y Perú, para quedar entre los clasificados. Ya desperdiciamos la primera opción.

La incertidumbre es el socio principal de este proceso

Si bien Argentina sigue dependiendo de Argentina para lograr su cometido no hay confiabilidad. El equipo nacional está pagando años de desajustes con la ausencia de un proyecto a largo plazo y un desfile incesante de directores técnicos que incluso provocaron la inédita situación de apelar durante estas Eliminatorias a tres adiestradores distintos.

Con Perú será a todo o nada como ya ocurriera en otras recordadas trenzadas previas a los mundiales de 1970, 1986 y 2010. En esta oportunidad con un déficit notable de confianza para un equipo que decididamente ha perdido el rumbo.