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La joyería naciente, que usa el plástico, el yute o el cartón

Una exposición que pasó por el Museo Dardo Rocha de La Plata. El ejemplo de Amsterdam. Los grandes, como Picasso, que crearon un nuevo arte. El aporte de la Bauhaus. Las mujeres, la literatura y las piedras preciosas

Por MARCELO ORTALE

4 de Diciembre de 2016 | 00:25

Al escuchar lo que dicen los entendidos y al leer los textos que aconsejan, podría decirse que –para lo que es la esencia de la denominada joyería contemporánea- las joyas han pasado a valer menos que el trabajo del hombre que las crea. El trabajo humano incorporado es la verdadera joya. Una creación que, inclusive, hasta llega a prescindir del laboreo manual, ya que las joyas pueden ser talladas con las múltiples y novedosas tecnologías disponibles, entre otras el láser. “Ya se habla mucho menos del orfebre como creador”, afirman.

Todo cambia, sin parar. La llamada joya –como materia prima y como objeto- también se expandió. Ahora ha empezado a existir la “joyería de ciudades”, como ocurre en Amsterdam, en donde la artista holandesa Liesbeth Bussche hace enormes joyas en la vía pública, ata amuletos a las cadenas que definen las calles o hace colgar vistosos cilindros de metal de dos o tres metros de diámetro de las columnas de alumbrado, como si Amsterdam usara un collar.

En todo caso, dicen que son bien merecidos por Amsterdan esos adornos puesto que la capital de Holanda es conocida como “la ciudad de los diamantes” ya que desde 1568 –es decir, hace más de cuatro siglos- se dedicó a la producción de esas piedras preciosas. Si bien, después de la Segunda Guerra Mundial, perdió ese cetro a manos de la ciudad belga de Amberes, los diamantes de Amsterdam quedaron para siempre, por su calidad, al tope de las consideraciones, entre ellos el famoso “Cullinam” por ser el mayor diamante en bruto encontrado o el Koh- i- nor, el más pequeño del mundo que también fue tallado en los talleres de Amsterdam.

Pero lo cierto es que la joyería contemporánea también se apartó de lo que vendría a ser la concepción economicista y se caracterizó por empezar a producir joyas con materiales alternativos, a veces de muy escaso valor como plástico, yute, madera o cartón. “Esta joyería naciente ha sido aceptada e incorporada como arte por el Moma de Nueva York, no así todavía en nuestro país que se la considera un arte menor. De allí la trascendencia que puede tener esta exposición que habilitamos en el Museo y Biblioteca Dardo Rocha de La Plata”, dijo Roberto Galván, curador de la muestra sobre joyería contemporánea que se desarrolló en ese lugar.

La joyería contemporánea empezó a finales del siglo XIX y llegó hasta hoy, con artistas como Valerio Adami, Miquel Barceló, Louise Bourgeois, Georges Braque, Alexander Calder, Giorgio de Chirico, Jean Cocteau, André Derain, Max Ernst, Alberto Giacometti, Julio González, Keith Haring, Jacques Lipchitz, Roberto Matta ,Jeff Koons, Jannis Kounellis, Fernand Leger, Roy Lichtenstein, Fausto Melotti, Miquel Navarro, Jaume Plensa, Pablo Picasso, Man Ray, Robert Rauschenberg, Frank Stella, Bernar Venet y Yoko Ono, entre otros.

La joyería contemporánea se asentó, asimismo, en Alemania, con la llamada Bauhaus, que utilizó distintos tipos de materiales para fabricar joyas. Y fue allí que por primera vez se consideró a esa joyería como hermana de las artes mayores. Legiones de pintores, arquitectos y escultores se sumaron a esa verdadera revolución estética y comenzaron a trabajar con objetos artesanales.

“La joya ha acompañado al hombre desde el principio de los tiempos, creada por él y traída de la tierra ha sido usada como objeto ornamental y decorativo, un adorno que embellece la presencia física del ser humano. Pero esas piezas han traído consigo un mensaje, un significado, no solo han cumplido en el tiempo esa función ornamental sino que se han distinguido por tener una función comunicacional. Llevan mensajes que han sido configurados por quienes las crean y a la vez mensajes que son fruto de quienes las interpretan, la joya está llena de intenciones, de mensajes que se transmiten y hacen parte del sentir y de la cultura de los pueblos”, dice Yina Lissete Santisteban Balaguera (colombiana, Magister en Diseño).

Ahora ha empezado a existir la “joyería de ciudades”, como ocurre en Amsterdam, en donde la artista holandesa Liesbet Bussche hace enormes joyas en la vía pública, ata amuletos a las cadenas que definen las calles o hace colgar enormes y vistosos cilindros de metal de tres o cuatro metros de diámetros de las columnas de alumbrado, como si Amsterdam usara un collar

PRIMERA EN EL PAÍS

Lo cierto es que un grupo de artistas bonaerenses reunidos bajo el nombre de Plataforma concretó hace pocas jornadas la primera exposición de joyas que se realizó en un museo histórico del país, en este caso el Dardo Rocha. Se trató de una experiencia de vanguardia, que intenta ser precursora de una nueva corriente.

Para ello fueron convocadas las artistas joyeras María Pía Panzica (La Plata), Iona Nieva (La Plata), Ana Weisz (Mar del Plata), Leda Daverio (San Antonio de Areco), Laura Giusti (Castelar), Paula Isola (San Isidro) y Mercedes Castro Corbart (Acassuso), con la curaduría a cargo del mencionado Galván y la colaboración en la puesta de la muestra de Verónica Capasso, Cecilia Cappannini y María Florencia Pedeflous.

Esas artistas no usan un material específico. Tallaron y compusieron obras en oro, en plata, en cobre, en yute o en plástico. Una de las joyas que se expuso consistió en una pulsera realizada con cartas de póker sujetadas por varillas de plata. “Nuestra intención es dar a conocer un arte que, como el de la joyería contemporánea, está con poca difusión en la Argentina”, dijo Galván.

Indicaron asimismo que el grupo artístico se encuentra en conexión con la denominada primera Bienal Sudamericana de Joyería Contemporánea “Puentes”, organizada por Joyeros Argentinos en cooperación con el Museo Nacional de Artesanías José Hernández de la C. A. B. A, y que se desarrolla entre el 21 de octubre y 28 de noviembre.

A su vez se enmarca dentro de la celebración del cuadragésimo aniversario de la Asociación Amigos del Museo y Archivo Dardo Rocha. En este sentido, “PLATAFORMA 1” cumple la función de dar visibilidad a la Ciudad de La Plata y a la Provincia de Buenos Aires a través de sus artistas, dentro de un marco de articulación e interacción cultural con las diferentes entidades comprometidas con el Arte y la difusión de la Joyería Contemporánea en Argentina y Latinoamérica.

LAS JOYAS Y LA MUJER

Es verdad que desde el Egipto antiguo los varones también usaron joyas, la mayoría de ellas ricas por su materia prima y también por lo que simbolizaban. Sin embargo, si existe algo en la historia de la humanidad que ha hecho que las mujeres se sintieran bellas y seguras, ellas fueron y son las joyas. A las mujeres les apasiona la joyería. Nadie se atrevería a discutir que las joyas resaltan la belleza natural de cualquier mujer.

Los materiales más usados desde hace miles de año fueron el oro, el cobre y la plata. En el caso de Egipto, la plata en menor medida que los demás metales ya que en ese momento era el metal más escaso y valioso, además de que se usó mucho el electro, consistente en una aleación de oro con 20 por ciento de plata. También se usaron varias piedras preciosas como el lapislázuli, el jade y el rubí.

En cuanto al deslumbramiento femenino por las joyas, muy cerca de nuestros años una mujer famosa como lo fue Marilyn Monroe pronunció esta frase, que suena como un veredicto categórico: “Los diamantes son el mejor amigo de una mujer”.

LAS JOYAS Y LA LITERATURA

En la historia de la literatura no existe virtualmente un autor ni un texto que no haya dejado de usar a las joyas –al oro, a los diamantes, a las esmeraldas, a los rubíes, al jade, a los rubíes- como auxiliares de sus imágenes. Inclusive, pueden detectarse curiosos y exóticos plagios como el que se registró con un aforismo del cubano José Martí (1853-1895), que fue literalmente copiado unos treinta años después por el poeta libanés Kahlil Gibrán (1883-1931).

Martí escribió esta frase: “Todo, como el diamante, antes que luz es carbón”.

Y Gibran lo dio vuelta: “Quizás la definición de carbón para el tiempo es el diamante”.

Pero existe también una maravillosa conferencia que sobre Góngora dictó Federico García Lorca. El autor de Yerma no ocultó su hartazgo por los constantes ataques que aún, allá por la pasada década del 30, arreciaban contra Góngora y en esa disertación, no exenta de humor, embistió contra aquella España embrutecida que se negaba al genio. Y para hacerlo arrancó diciendo que Góngora era un buscador de diamantes y otras piedras preciosas.

“Vio el idioma castellano lleno de cojeras y de claros, y con su instinto estético fragante empezó a construir una nueva torre de gemas y piedras inventadas que irritó el orgullo de los castellanos en sus palacios de adobes. Se dio cuenta de la fugacidad del sentimiento humano y de lo débiles que son las expresiones espontáneas que sólo conmueven en algunos momentos. Y quiso que la belleza de su obra radicara en la metáfora limpia de realidades que mueren, metáfora construida con espíritu escultórico y situada en un ambiente extraatmosférico. Amaba la belleza objetiva, la belleza pura e inútil, exenta de congojas comunicables. Mientras que todos piden el pan, él pide la piedra preciosa de cada día”.

Para el idioma coloquial de buena parte de América la palabra “joya” traduce un valor positivo. En Brasil es común preguntarle a cualquiera “y qué tal, como anda” y que el interlocutor responda “tudo jóia”. En nuestro neolunfardo “joya” significa adecuado, bien hecho, acertado. “Este trabajo lo entregamos joya”. “¿Podemos encontrarnos en tu casa? –“Joya”, es la respuesta. Para lo que está nuevo, sin uso, se exagera: “joya, nunca taxi”. Si bien todo pasa y todo cambia, las joyas todavía no cayeron en desuso para el idioma de los argentinos.

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