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La India y su realeza

Por TIM SULLIVAN (*)

La India y su realeza

La India y su realeza

22 de Febrero de 2011 | 00:00
Su historia comienza en el siglo XVIII, con un antepasado que sirvió a un emperador mogol y el ascenso de una familia aristocrática hacia una posición de inmensa riqueza y poder.
abre comillasLas familias aristocráticas de la India fueron despojadas de su poder político con la independencia, en 1947, y de sus posesiones feudales cinco años después. El golpe final llegó en la década de 1970cierra comillas


Termina con dos cuñados de cabellos canosos que viven en departamentos linderos en un palacio que se cae a pedazos, y ambos reclaman el trono de un reino que no ha existido por 150 años.

El susurro de palabras iracundas reverbera por los atrios arruinados.

"Creo que está obsesionado", dijo Ibrahim Alí Khan, ex ejecutivo de una compañía petrolera y el principal reclamante del título en cuestión: nabab de Awadh. "Si te das cuenta de que no eres el nabab y todo el pueblo sabe que no lo eres, y aun así lo quieres. ¿Cómo le llamas a eso? Le llamas obsesión". Su cuñado, por su parte, lo llama de otra manera.

"Existe algo llamado megalomanía", dice Jafar Mir Abdulá, el más reciente aspirante al desaparecido trono. Es un ex vendedor de equipamiento médico cuya hermana más joven está casada con Khan. Más que cualquier otra cosa, está enojado porque Khan hizo pública su disputa. "Necesita ir con el psiquiatra".

Su disputa, en una ciudad conocida por sus poetas y artistas, se ha convertido en tema para los periódicos y para el público en general, además de ser un reflejo de la profunda ambivalencia en la relación de la India con su confusa realeza, nobleza y aristócratas menores.

La aristocracia no tiene la menor importancia en la India moderna pero, al mismo tiempo, resulta muy importante.

"La realeza es algo muy complejo en este país", dijo Malvika Singh, editor de una revista que suele escribir sobre política y cultura. "¿Qué es moderno? ¿Qué es feudal? Creo que la India es una mezcla de todo".

DESPUES DEL 47

Oficialmente, los nobles -nababs, nizams, begums, marajás, maraníes, sultanes, princesas y otros- carecen de relevancia. Las familias aristocráticas de la India fueron despojadas de su poder político con la independencia, en 1947, y de sus posesiones feudales cinco años después. El golpe final llegó en la década de 1970, cuando perdieron sus privilegios gubernamentales y el derecho legal a sus títulos.

"Tuvimos tiempos muy difíciles", dijo Khan, un ceremonioso hombre de 63 años con ojos tristes y hundidos que se peina de lado para disimular su calva. Se sirve whisky mientras cuenta la historia de Awadh. De memoria, nombra a los muchos gobernantes del reino, que se extendía en el norte de la India. Se pone nostálgico al hablar de Lucknow, su última capital, y de cómo cobró fama por su gentileza y amor a las artes. El reino desapareció cuando fue anexado por Gran Bretaña en la década de 1850, pero los descendientes del soberano, el nabab, permanecieron en la ciudad como poderosos terratenientes, viviendo de las riquezas familiares.

Khan tiene vagos recuerdos de los últimos días del viejo régimen, cuando había eunucos en el palacio y 106 sirvientes. Recuerda claramente cuando muchos de esos sirvientes tuvieron que marcharse, luego de que las tierras feudales de la familia -controlaban 996 villas- fueron tomadas en la década de 1950. Eran tiempos en que las políticas socialistas gobernaron gran parte de la economía y en que la opulenta realeza no era del agrado de todos.

"Tuvimos que vender las joyas de la familia y todo lo que teníamos. Pero teníamos que mantener un estilo de vida, porque por cientos de años fuimos admirados". Sonríe solícitamente y hace ademanes hacia los vasos de whisky. "¿Gusta un poco más de agua?", pregunta.

De muchas maneras, la India moderna no parece tener nada en común con el país en que nació Khan en 1947, cuando Gran Bretaña le otorgaba su independencia al subcontinente. La India era la joya del imperio británico, un lugar donde los empresarios ingleses se enriquecían con la madera, el opio y el té, pero donde millones de indios vivían en absoluta pobreza.

Era una colonia donde un confuso conjunto de 565 reinos eran gobernados por soberanos conocidos por sus riquezas y su amor a lo ostentoso. Aunque los reinos eran oficialmente independientes, casi todas las decisiones relevantes eran tomadas en Londres.

TIEMPOS MODERNOS

Hoy día, la India se enorgullece de ser la democracia más grande del mundo, con una economía dinámica y una élite desesperada por deshacerse de la reputación de ser un país pobre e iletrado. La India moderna admira a los empresarios millonarios y a los tecnócratas educados en Oxford, y relega a los aristócratas a entretener a los turistas extranjeros ricos en palacios convertidos en hoteles.

Pero la realidad es más compleja.

Los nobles quizá no tengan legalmente un nicho en la India moderna, pero muchos aún conservan poder. Incluso sin sus títulos, la mayoría son relativamente ricos y tienen contactos que sus familias han forjado por generaciones. Más importante aún es que cautivan a la India.

"Occidente está obsesionado con su realeza. Los británicos están obsesionados con su realeza. No somos distintos", dijo Singh. "La gente adora la idea de realeza. No hemos perdido eso a pesar del marxismo, la izquierda y todo lo demás por lo que la India ha atravesado".

Sin duda muchos aristócratas han caído en situaciones difíciles con los años, incapaces de sobrevivir en un mundo de exámenes de admisión a universidades y de entrevistas de trabajo. Otros simplemente han dejado atrás sus títulos y desempolvan sus ropajes reales sólo para eventos ocasionales.

Pero para quienes desean sacar ventaja de sus raíces aristocráticas, también hay nuevas maneras de alcanzar el éxito.

Decenas de políticos han ganado elecciones con base únicamente en su ascendencia aristocrática. Los nobles, sea que usen sus títulos o no, ocupan lugares relevantes en consejos directivos de corporaciones. Hay profesores universitarios aristócratas y periodistas aristócratas.

Y en Lucknow, hay dos cuñados enconados.


(*) Columnista de Associated Press

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