Vivir para Krishna, como en la India, pero en La Plata

Desde hace tres semanas, un grupo de integrantes del Movimiento Internacional para la Conciencia de Krishna predica en la ciudad, mientras estudia la posibilidad de abrir un templo permanente. Qué piensan, de dónde vienen y cómo viven

En algún momento de su vida lo conocieron como Martín, un pibe del barrio porteño de Belgrano que se dedicaba a navegar en velero y a estudiar publicidad. Cinco años después, pocos reconocerían a aquel Martín en este Mahajan Das -tal su nombre religioso- de cabeza rapada, frente pintada de colores vivos y túnica naranja, que por estos días vende libros religiosos por las calles de La Plata y predica a favor de una vida austera dedicada a alabar a Krishna, la suprema personalidad de Dios según las escrituras védicas.
Mahajan Das es el líder del grupo de ocho monjes del Movimiento Internacional para la Conciencia de Krishna que desde hace tres semanas está en La Plata predicando y estudiando la factibilidad de instalar aquí un templo permanente. Todos tienen entre 20 y 30 años. Hay entre ellos argentinos, uruguayos, paraguayos y un norteamericano. Y desde hace un año recorren los caminos del país y de naciones limítrofes en un "templo itinerante": en rigor, una camioneta donde cargan cajas apenas mas grandes que las de zapatos conteniendo sus escasas pertenencias.
Se saben miembros de un movimiento polémico, considerado una secta por más de un especialista en la materia que supo acusarlos de alejar a los conversos de sus familias, para iniciar una vida misionera y de clausura. Y reconocen que en ese campo, "cometieron errores", tales como permitir el ingreso de menores a los templos a principios de los '70. A su favor argumentan que hoy sólo los mayores pueden ingresar a la vida de clausura. Y que aún así, el propio movimiento -inscripto bajo el número 1397 en el Registro Nacional de Cultos- busca que no se pierda el contacto familiar.
Mahajan Das habla desde la planta baja de una casa de dos pisos de la calle 48, donde los monjes viven durante su misión platense. Su voz se recorta sobre el murmullo sostenido e hipnótico de las oraciones de los jóvenes que rondan descalzos por el piso de arriba, por la cocina y por el garaje dedicados a las tareas de la casa. Cada uno de ellos tiene pintura en la cara que representa el barro sagrado del río Ganges y la marca de los devotos; pelo cortado al ras que connota la humildad y el renunciamiento al concepto corporal de la vida; túnica naranja que simboliza el celibato y pies descalzos, para no contaminar el templo con las impurezas de la calle.
El ex estudiante de publicidad cuenta que en la Argentina hay entre 30 y 40 monjes como ellos. Y que la congregación suma entre 200 y 250 miembros. La sede central está en Villa Urquiza y nuclea una mayoría de jóvenes provenientes de clases medias y altas: "no somos cuatro pelados que andamos dando vueltas por la calle. Tenemos más de 700 centros, granjas comunitarias y restaurantes vegetarianos en todo el mundo", agrega antes de relatar que la Argentina integra una de las 12 regiones mundiales del culto. El coordinador regional es un ciudadano norteamericano discípulo de Swami Prabhupada, el último referente espiritual del movimiento, que vivió en la India.
Mientras cerca cocinan platos vegetarianos para el almuerzo, Mahajan Das reconoce que el culto conoció días mejores. Allá por los primeros '70 y con una ayudita del amigo beatle George Harrison (convertido al movimiento y autor del tema "My Sweet Lord", que popularizó la oración "Hare Krishna, Hare Rama") hubo una explosión del nucleamiento en el mundo que se expresó en la Argentina con una superpoblación del templo de Villa Urquiza, donde llegaron a vivir más de 60 personas. Hoy no hay más de 25.
Con todo, el culto mantiene un ritual que reconocen riguroso y que se basa en la renuncia a lo material, la abstinencia sexual, la meditación y la oración. Mahajan Das va desgranando algunas expresiones de ese modus vivendi: los monjes duermen en el piso y comen apenas lo necesario. Siempre vegetales, nunca carne. No tienen sexo, salvo para procrear, cuando se casan, cosa que generalmente hacen por civil y entre miembros del mismo culto. Los hogares de esas parejas no tardan en convertirse en centros de prédica que hacen sus aportes monetarios al culto. Un aporte que Martín califica como voluntario, pero que resulta vital para el mantenimiento de las misiones.
La vida cotidiana tiende "al control de los sentidos". Una "vida simple con pensamiento elevado" -según define- que se inicia a las 3,30 de la madrugada, con el canto grupal de oraciones de glorificación al referente espiritual del culto (Swami Prabhupada) y luego al propio Krishna. Una larga letanía que llaman Mangala Arotik y que cantan en sánscrito acompañados por instrumentos de percusión. Progresivamente, la rogativa crece en intensidad hasta que todo el grupo se postra para hacer sus oraciones colectivas. Le sigue una meditación introspectiva e individual, en la que cada uno utiliza un elemento similar a un rosario y ora en voz baja. Después de esa rutina salen a la calle a predicar.
Se saben polémicos y no les molesta contestar algunos de los cuestionamientos formulados hacia el culto por los especialistas en sectas. Cuestionamientos que se refieren a la escasa comida que consumen los devotos y al presunto alejamiento de estos de sus entornos familiares y sociales: "es cierto que comemos sólo lo necesario, pero es una elección que tiene que ver con la renuncia a la vida material", dice Mahajan Das y agrega al referirse al alejamiento de los monjes de sus entornos, "en ese campo se cometieron algunos errores en los '70, cuando se incorporó a menores de edad a la vida de clausura del templo. Hoy eso ya no sucede. Los que se integran a la vida de renuncia y misión son siempre mayores con libre albedrío. Y la propia institución les financia periódicos viajes a sus lugares de origen, como la correspondencia y el teléfono. Esto no quita que haya familias que estén enojadas. Pero eso también sucede cuando un hijo se hace cura", opina.


Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE