Un túnel del tiempo hacia La Plata del 1900

Hace 32 años que los hermanos Jorge y Cecilio Rau viven ligados a las antigüedades, comprando y vendiendo artículos que cientos de platenses desechan y que otros tantos necesitan, desde su casa de remates de la calle 1 entre 35 y 36. Hasta que las antigüedades pasaron de ser su medio de vida a su forma de vida. Y así comenzaron a formarse las colecciones de autos antiguos, de surtidores de combustible, de carteles enlozados, de faroles y de otros cientos de elementos conservados desde tiempos remotos en sus más mínimos detalles. Hasta que hace 11 años, se les dio por la aventura mayor, la construcción de un Museo en La Plata. Solos.
Al principio pareció una utopía, una meta inalcanzable emprendida por un par de locos soñadores. Pero después de más de una década de trabajo y esfuerzo, el que se llamará "Museo del Automóvil Antiguo, Colección Rau" va tomando forma. Un museo único en su tipo en La Plata que es mucho más que una colección de autos viejos y que posiblemente pueda inaugurarse entre mediados y fines del año 2001.

"La excusa son los autos -cuenta Jorge Rau, 61 años, viudo, padre de las mellizas Carla y Evelin (20) y de Andrés (21)- que con Cecilio coleccionamos desde hace más de 30 años. Mejor dicho, la idea primaria fue la de tener un lugar para mostrar los más de 20 autos antiguos y originales que fuimos comprando, pero después esa idea se fue modificando, y hoy tenemos los autos, la propiedad más antigua de La Plata y un montón de elementos de los primeros años de la Ciudad".
La propiedad, es un edificio inclusive anterior a la fundación misma de La Plata, ubicado sobre lo que hoy es la calle 1 entre 34 y 35, pero que en aquellos tiempos se denominaba "Camino Real a la Magdalena".
"El edificio es del año 1875 -señala Jorge, el menor de los Rau- y creemos que es la construcción más antigua existente en La Plata. Aquí funcionó una capilla que era conocida como "el oratorio", y que fue levantada porque la gente que vivía en Tolosa, en lo que luego sería La Plata, para rezar tenía que llegarse hasta Ensenada. Y fue capilla hasta que, muchos años después, fue reemplazada en sus funciones al inaugurarse la iglesia de El Carmen. Después hubo aquí un inquilinato y distintos comercios, el último una zapatería. Hasta que lo compramos nosotros hace 15 años, en estado casi de demolición".
Ya en la vereda, antes de ingresar, el futuro museo comienza a mostrarse como tal, justamente a partir de esa vereda de granitullo -extraído de las viejas calles adoquinadas de la Ciudad- con orificios para el depósito de combustible que termina donde comienzan las mismas rejas que durante muchos años adornaron a la Panadería "El Toro", que funcionaba en la esquina de 15 y 58.
Al atravesarse las puertas -pesadas hojas que pertenecieron al porteño Teatro Odeón, que funcionó en Corrientes y Esmeralda- se plantan las mismas columnas en las que supieron apoyarse los platenses noctámbulos que acudían al nigth club "Premier", de diagonal 80 y 115, y que aquí se levantan al lado de una laja de mármol de carrara que sirvió de entrada por calle 53 al viejo Teatro Argentino.
Pero hay también ladrillos de horno asentados en barro que fueron del Argentino; sostenes de cables de tranvía; cuadrantes de mármol que pertenecieron a antiguos zaguanes platenses; canaletas con gárgolas; vidrios de la antigua casa Reol; lámparas de esquina de principios de siglo; el mostrador y la biblioteca de la librería Moroni, que trabajó durante años en la calle 43 entre 2 y 3; cielo rasos de chapa labrada provenientes de viejos inquilinatos de Ensenada; un aljibe colonial; surtidores de combustible de 1920; carteles enlozados, buzones; faroles de subterráneos; y hasta una cabina telefónica de madera similar a las que utilizaba Clark Kent para convertirse en Superman en las viejas historietas ambientadas en Metrópolis.
"Son todas cosas que fuimos juntando a lo largo de tantos años -explica Jorge Rau- algunas de las cuales las conseguimos a través de Antonio Coraley, quien tuvo a su cargo la demolición del viejo Teatro Argentino, y muchas otras que nos fueron acercando los amigos, como una puerta vaivén que perteneció al restaurante "El Tropezón", y otros tantos elementos que tendremos que ir incorporando desde aquí hasta el día en que podamos inaugurar. Por lo pronto, la parte edilicia ya está terminada, y nos están faltando terminar con algunos trabajos de restauración, por lo que creemos que podremos abrir las puertas el año que viene, aunque no puedo arriesgar exactamente cuando".
Y están también, por supuesto, los autos. Como ese Ford Town-Car de 1917, único en todo el país, que la Ford les pidió hace poco a los hermanos Rau para filmar una publicidad del Focus; el Fort T de 1915; el tractor Fordson de 1917; el Fiat Topolino de 1946; el Overland de 1915 con encendido a magneto; el Durand del 28, el Rugby del 25; y un camión cervecero de 1923, entre otra veintena de automóviles, todos originales y en perfecto funcionamiento, que construirán todo un atractivo para los visitantes.