Murió el ex obispo de Avellaneda, Jerónimo Podestá
| 24 de Junio de 2000 | 00:00

El ex obispo Jerónimo Podestá, que en gran parte de su trayectoria eclesial estuvo profundamente ligado a La Plata y que luego abandonó el gobierno de la diócesis de Avellaneda para casarse con Clelia Luro, su colaboradora de entonces, falleció en Buenos Aires como consecuencia de una complicación cardíaca, según informaron sus familiares.
Podestá, quien actualmente era presidente de la Federación Latinoamericana de Sacerdotes Casados, tenía 79 años y había nacido en Ramos Mejía. Cursó sus estudios eclesiásticos en el Seminario San José de La Plata. A partir de su ordenación, el 15 de setiembre de 1946, desarrolló una importante trayectoria. Continuó sus estudios en Madrid y en Roma. A su regreso fue profesor y prefecto en el Seminario Mayor de La Plata; en 1958 fue designado canciller y secretario del Arzobispado de nuestra ciudad y en 1961 pasó a ser vicario general de la Arquidiócesis, cargo que ocupó hasta setiembre de 1962, cuando fue designado obispo de Avellaneda. Brillante y de palabra lucida, fue seguido por un importante número de laicos en su paso por La Plata, en donde asesoró diversos movimientos de la Iglesia.
Licenciado en Derecho Canónico y profesor de Teología, Podestá se destacó en el obispado de Avellaneda entre 1963 y 67, por su acción pastoral de hondo contenido social y a favor de la "inserción del sacerdote en la comunidad", que llevó a la aparición de los famosos curas obreros que influirían decisivamente en una generación de curas que que abrazó el llamado Movimiento del Tercer Mundo con su decidida "opción por los pobres" y que siempre mantuvieron un contacto fluido con él.
Podestá abandonó el gobierno de la diócesis de Avellaneda en 1967 y contrajo matrimonio con Clelia Luro, quien había sido su colaboradora mientras cumplía esas funciones. Su decisión provocó dolor en una parte de sus seguidores platenses mientras que otros lo apoyaron decididamente al calor de los calientes años 60. El caso, que cobró gran notoriedad a nivel nacional e internacional en esa época, llevó incluso a Podestá a entrevistarse en el Vaticano con el Papa Pablo VI.
Podestá compartía actualmente con Clelia Luro la presidencia de la Federación Latinoamericana y la Vicepresidencia de la Federación Internacional de Sacerdotes casados, que reúnen a unos 150 mil sacerdotes. En las diferentes notas periodísticas que concedía, dijo en más de una ocasión que él no había dejado nunca de ser sacerdote, y que si era necesario, podía administrar, por ejemplo, la Eucaristía o la Extrema Unción.Sin embargo, lo que no podía hacer Podestá, por una disposición del Vaticano, era cumplir con las funciones sacerdotales -oficiar misa, consagrar o confesar a los fieles, por ejemplo- "en forma pública". Podestá había estado exiliado en diferentes países -entre ellos varios de Europa- hasta que regresó a la Argentina en 1983, con el retorno de la democracia. Podestá y su esposa Clelia, junto a los seis hijos de esta, debieron exiliarse en 1974 a causa de las amenazas del grupo terrorista de ultraderecha "Triple A", y retornaron a la Argentina en 1979, pero por pocos meses, ya que volvieron a ser amenazados, esta vez por la dictadura militar que conducía el general Jorge Videla.
Podestá, quien actualmente era presidente de la Federación Latinoamericana de Sacerdotes Casados, tenía 79 años y había nacido en Ramos Mejía. Cursó sus estudios eclesiásticos en el Seminario San José de La Plata. A partir de su ordenación, el 15 de setiembre de 1946, desarrolló una importante trayectoria. Continuó sus estudios en Madrid y en Roma. A su regreso fue profesor y prefecto en el Seminario Mayor de La Plata; en 1958 fue designado canciller y secretario del Arzobispado de nuestra ciudad y en 1961 pasó a ser vicario general de la Arquidiócesis, cargo que ocupó hasta setiembre de 1962, cuando fue designado obispo de Avellaneda. Brillante y de palabra lucida, fue seguido por un importante número de laicos en su paso por La Plata, en donde asesoró diversos movimientos de la Iglesia.
Licenciado en Derecho Canónico y profesor de Teología, Podestá se destacó en el obispado de Avellaneda entre 1963 y 67, por su acción pastoral de hondo contenido social y a favor de la "inserción del sacerdote en la comunidad", que llevó a la aparición de los famosos curas obreros que influirían decisivamente en una generación de curas que que abrazó el llamado Movimiento del Tercer Mundo con su decidida "opción por los pobres" y que siempre mantuvieron un contacto fluido con él.
Podestá abandonó el gobierno de la diócesis de Avellaneda en 1967 y contrajo matrimonio con Clelia Luro, quien había sido su colaboradora mientras cumplía esas funciones. Su decisión provocó dolor en una parte de sus seguidores platenses mientras que otros lo apoyaron decididamente al calor de los calientes años 60. El caso, que cobró gran notoriedad a nivel nacional e internacional en esa época, llevó incluso a Podestá a entrevistarse en el Vaticano con el Papa Pablo VI.
Podestá compartía actualmente con Clelia Luro la presidencia de la Federación Latinoamericana y la Vicepresidencia de la Federación Internacional de Sacerdotes casados, que reúnen a unos 150 mil sacerdotes. En las diferentes notas periodísticas que concedía, dijo en más de una ocasión que él no había dejado nunca de ser sacerdote, y que si era necesario, podía administrar, por ejemplo, la Eucaristía o la Extrema Unción.Sin embargo, lo que no podía hacer Podestá, por una disposición del Vaticano, era cumplir con las funciones sacerdotales -oficiar misa, consagrar o confesar a los fieles, por ejemplo- "en forma pública". Podestá había estado exiliado en diferentes países -entre ellos varios de Europa- hasta que regresó a la Argentina en 1983, con el retorno de la democracia. Podestá y su esposa Clelia, junto a los seis hijos de esta, debieron exiliarse en 1974 a causa de las amenazas del grupo terrorista de ultraderecha "Triple A", y retornaron a la Argentina en 1979, pero por pocos meses, ya que volvieron a ser amenazados, esta vez por la dictadura militar que conducía el general Jorge Videla.
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