Un siglo a pura pasión
River Plate celebrará hoy un siglo de existencia en la que convergen historia, anécdotas, fútbol, éxitos deportivos, frustraciones y un mar de viejas y nuevas glorias fuera del 'monumental', festejo que tendrá como escenario no sólo su estadio, sino también las calles de Buenos Aires.
| 25 de Mayo de 2001 | 00:00

Tratar de relatar cien años de vida de un club de la talla de River en una sola nota parece casi imposible, porque el 'millonario' es una de las instituciones más importantes de un fútbol argentino que cada día está más pobre.
Pero la historia dice que el 25 de mayo de 1901, en Almirante Brown al 900 -en el barrio porteño de La Boca-, River Plate nació de la unión de La Rosales y Santa Rosa, y que su nombre lo eligió el legendario Pedro Martínez, uno de los fundadores, quien lo tomó de la inscripción de unos cajones que estaban en el puerto.
Pasaron siete años y River -el 27 de diciembre- consiguió el ascenso a la máxima categoría del fútbol argentino tras golear a Racing por 7-0, en la cancha de Gimnasia y Esgrima. El primer sueño estaba cumplido, pero el club quería más y más, ambición que se acrecentó con el transcurrir de los años.
El segundo, tal vez aún más importante, llegó el 9 de enero de 1921, cuando tras vencer por 2-0 a Quilmes en su vieja cancha de Crucecita, ubicada en Sarandí, logró su primer título. La tan soñada vuelta olímpica era ya una realidad y el club quería más y más.
Casi de la mano con el primer campeonato llegó -en 1923- el cambio de cancha hacia la zona norte de la ciudad, más precisamente a la avenida Alvear y Tagle. Uno de los barrios, para muchos, más bonito de Buenos Aires.
Ya instalados en el profesionalismo, los dirigentes de River le pagaron en 1931 a Sportivo Buenos Aires 10 mil pesos por el pase del wing derecho Carlos Desiderio Peucelle (quien brillara en el Mundial de Uruguay de 1930 con la camiseta del seleccionado argentino, que finalizó en la segunda posición) y por tal motivo se ganaron ese apodo de "millonarios".
El Monumental
Tal vez en honor a ese apodo y porque ya la cancha de Alvear y Tagle le quedaba chica, Antonio Liberti, el presidente del club por ese entonces, firmó el boleto de compra de una enorme parcela ribereña ocupada por desperdicios, basura y linyeras, y en 1938 se construyó el estadio Monumental de Núñez.
Por aquel momento surgió la primera gran figura de la entidad de Núñez: el gran goleador de Rufino, Bernabé Ferreyra, quien anotó 187 goles en 184 partidos. Si en ese entonces era uno de los jugadores más importantes del fútbol argentino y River le pagó a Tigre por su pase 35 mil pesos, ¿cuánto pagaría cualquier club de Europa en la actualidad?.
Con la camiseta de la banda roja cruzando el fondo blanco, el "Mortero de Rufino" (por el "cañón" que tenía en su pierna derecha) o "La Fiera" (otro de sus sobrenombres, que le sobraban) ganó tres títulos.
Entre las particularidades de este personaje figuran que sólo viajaba para jugar (durante la semana vivía en su pueblo) y que era un incansable fumador y le encantaba cazar.
La Máquina
En 1941 nace lo que sería hasta hoy la mejor delantera que dio no sólo River sino el fútbol argentino: "La Máquina", que brilló durante la década del cuarenta, integrada por Juan Carlos Muñoz, José Manuel Moreno, Adolfo Pedernera, Angel Labruna y Félix Loustau. Estos 5 nombres hicieron historia.
"El Charro" o "El Fanfa" Moreno, que nació en 1916 y falleció en 1978, convirtió 179 goles en 321 partidos y ganó cinco campeonatos. Además, era un amante del tango y un fenómeno dentro de la cancha.
Pero tenía "aliados" como Adolfo Pedernera (1918-1995) y Angel Labruna (1918-1983).
Pedernera, el cerebro de ese equipo, jugó 288 partidos y anotó 130 goles, y al igual que Moreno se alzó con cinco títulos. Un verdadero genio (un nueve de "aquellos" dirían en la actualidad) dentro y fuera de un campo de juego. Una personalidad de gran magnetismo.
Labruna, el máximo goleador de la historia de River (292 goles en 514 partidos) y el más ganador con 15 campeonatos (nueve como jugador y seis como entrenador), sigue siendo hoy por hoy el símbolo de River.
Jugó 20 años en el club, nació muy cerca de la segunda cancha riverplatense (la de Alvear y Tagle), un enemigo acérrimo de Boca (le marcó 16 goles) y una persona que prometió y cumplió: "Vuelvo a River para salir campeón", dijo en 1975, año en el que el club de Núñez cortó -el 14 de agosto- una sequía de 18 años sin títulos.
Otros nombres que no pueden pasar inadvertidos -y menos no ser nombrados- son los del arquero Amadeo Carrizo (ganó seis torneos), los delanteros Walter Gómez (tres), Oscar Mas (dos), Ramón Díaz (cinco como jugador y seis como entrenador) y Enzo Francescoli (siete), y del mediocampista Norberto Alonso (nueve).
Carrizo fue un adelantado, ya que no sólo era un gran atajador sino que también sabía jugar con los pies, en estos días algo fundamental para estar en la primera de cualquier equipo.
Walter Gómez (75 goles en 140 partidos) quedó en la memoria de todos los hinchas como un temible goleador al que se identificó por el clásico cántico: "La gente ya no come, por ver a Walter Gómez". Fue un jugador increíble por sus gambetas y su imprevisibilidad.
Más, Díaz y Francéscoli
"El Pinino" o "Mono" Mas (199 tantos en 383 encuentros) era capaz de hacer cualquier cosa: tenía una zurda espectacular, potencia y habilidad. Además, siempre quiso jugar en River porque cuando lo llevaron a probarse a Boca, erró un penal a propósito. Ese era Mas, un auténtico riverplatense.
"El Pelado" Ramón Díaz (85 goles en 177 cotejos) no fue ídolo como jugador, pero sí como director técnico (junto a Labruna y José María Minella fueron los más ganadores con seis campeonatos). Por sus duelos verbales con todo aquel que tuviese algo que ver con Boca se metió a los hinchas en el bolsillo. Un personaje para amar u odiar, pero muy inteligente, al punto que fue él quien decidió irse del club.
"El Príncipe" Enzo Francescoli (115 tantos en 198 partidos) llegó al club en 1983 y sus comienzos no fueron tan buenos, aunque en 1986 (junto a Alonso, Américo Gallego, Juan Gilberto Funes, entre otros) logró el primer título internacional el 29 de octubre, tras vencer en la final de la Copa Libertadores al América, de Cali (Colombia), por 1-0 (gol del "Búfalo" Funes), en el Monumental.
Unos meses más tarde el equipo que dirigía Héctor "Bambino" Veira viajó a Tokio y consiguió la Copa Intercontinental al ganarle al Steaua de Bucarest (Rumania) por 1-0, con un gol del uruguayo Antonio Alzamendi.
Pasaron diez años y un extraordinario conjunto comandado por Ramón Díaz (fuera de la cancha) y Francescoli (dentro) volvió a ser el más grande de América al doblegar, otra vez, al América, de Cali, aunque por 2-0, también en Núñez. Fue su quinto título internacional (los otros fueron la Copa Interamericana 1987 y la Supercopa 1997).
Pero la historia dice que el 25 de mayo de 1901, en Almirante Brown al 900 -en el barrio porteño de La Boca-, River Plate nació de la unión de La Rosales y Santa Rosa, y que su nombre lo eligió el legendario Pedro Martínez, uno de los fundadores, quien lo tomó de la inscripción de unos cajones que estaban en el puerto.
Pasaron siete años y River -el 27 de diciembre- consiguió el ascenso a la máxima categoría del fútbol argentino tras golear a Racing por 7-0, en la cancha de Gimnasia y Esgrima. El primer sueño estaba cumplido, pero el club quería más y más, ambición que se acrecentó con el transcurrir de los años.
El segundo, tal vez aún más importante, llegó el 9 de enero de 1921, cuando tras vencer por 2-0 a Quilmes en su vieja cancha de Crucecita, ubicada en Sarandí, logró su primer título. La tan soñada vuelta olímpica era ya una realidad y el club quería más y más.
Casi de la mano con el primer campeonato llegó -en 1923- el cambio de cancha hacia la zona norte de la ciudad, más precisamente a la avenida Alvear y Tagle. Uno de los barrios, para muchos, más bonito de Buenos Aires.
Ya instalados en el profesionalismo, los dirigentes de River le pagaron en 1931 a Sportivo Buenos Aires 10 mil pesos por el pase del wing derecho Carlos Desiderio Peucelle (quien brillara en el Mundial de Uruguay de 1930 con la camiseta del seleccionado argentino, que finalizó en la segunda posición) y por tal motivo se ganaron ese apodo de "millonarios".
El Monumental
Tal vez en honor a ese apodo y porque ya la cancha de Alvear y Tagle le quedaba chica, Antonio Liberti, el presidente del club por ese entonces, firmó el boleto de compra de una enorme parcela ribereña ocupada por desperdicios, basura y linyeras, y en 1938 se construyó el estadio Monumental de Núñez.
Por aquel momento surgió la primera gran figura de la entidad de Núñez: el gran goleador de Rufino, Bernabé Ferreyra, quien anotó 187 goles en 184 partidos. Si en ese entonces era uno de los jugadores más importantes del fútbol argentino y River le pagó a Tigre por su pase 35 mil pesos, ¿cuánto pagaría cualquier club de Europa en la actualidad?.
Con la camiseta de la banda roja cruzando el fondo blanco, el "Mortero de Rufino" (por el "cañón" que tenía en su pierna derecha) o "La Fiera" (otro de sus sobrenombres, que le sobraban) ganó tres títulos.
Entre las particularidades de este personaje figuran que sólo viajaba para jugar (durante la semana vivía en su pueblo) y que era un incansable fumador y le encantaba cazar.
La Máquina
En 1941 nace lo que sería hasta hoy la mejor delantera que dio no sólo River sino el fútbol argentino: "La Máquina", que brilló durante la década del cuarenta, integrada por Juan Carlos Muñoz, José Manuel Moreno, Adolfo Pedernera, Angel Labruna y Félix Loustau. Estos 5 nombres hicieron historia.
"El Charro" o "El Fanfa" Moreno, que nació en 1916 y falleció en 1978, convirtió 179 goles en 321 partidos y ganó cinco campeonatos. Además, era un amante del tango y un fenómeno dentro de la cancha.
Pero tenía "aliados" como Adolfo Pedernera (1918-1995) y Angel Labruna (1918-1983).
Pedernera, el cerebro de ese equipo, jugó 288 partidos y anotó 130 goles, y al igual que Moreno se alzó con cinco títulos. Un verdadero genio (un nueve de "aquellos" dirían en la actualidad) dentro y fuera de un campo de juego. Una personalidad de gran magnetismo.
Labruna, el máximo goleador de la historia de River (292 goles en 514 partidos) y el más ganador con 15 campeonatos (nueve como jugador y seis como entrenador), sigue siendo hoy por hoy el símbolo de River.
Jugó 20 años en el club, nació muy cerca de la segunda cancha riverplatense (la de Alvear y Tagle), un enemigo acérrimo de Boca (le marcó 16 goles) y una persona que prometió y cumplió: "Vuelvo a River para salir campeón", dijo en 1975, año en el que el club de Núñez cortó -el 14 de agosto- una sequía de 18 años sin títulos.
Otros nombres que no pueden pasar inadvertidos -y menos no ser nombrados- son los del arquero Amadeo Carrizo (ganó seis torneos), los delanteros Walter Gómez (tres), Oscar Mas (dos), Ramón Díaz (cinco como jugador y seis como entrenador) y Enzo Francescoli (siete), y del mediocampista Norberto Alonso (nueve).
Carrizo fue un adelantado, ya que no sólo era un gran atajador sino que también sabía jugar con los pies, en estos días algo fundamental para estar en la primera de cualquier equipo.
Walter Gómez (75 goles en 140 partidos) quedó en la memoria de todos los hinchas como un temible goleador al que se identificó por el clásico cántico: "La gente ya no come, por ver a Walter Gómez". Fue un jugador increíble por sus gambetas y su imprevisibilidad.
Más, Díaz y Francéscoli
"El Pinino" o "Mono" Mas (199 tantos en 383 encuentros) era capaz de hacer cualquier cosa: tenía una zurda espectacular, potencia y habilidad. Además, siempre quiso jugar en River porque cuando lo llevaron a probarse a Boca, erró un penal a propósito. Ese era Mas, un auténtico riverplatense.
"El Pelado" Ramón Díaz (85 goles en 177 cotejos) no fue ídolo como jugador, pero sí como director técnico (junto a Labruna y José María Minella fueron los más ganadores con seis campeonatos). Por sus duelos verbales con todo aquel que tuviese algo que ver con Boca se metió a los hinchas en el bolsillo. Un personaje para amar u odiar, pero muy inteligente, al punto que fue él quien decidió irse del club.
"El Príncipe" Enzo Francescoli (115 tantos en 198 partidos) llegó al club en 1983 y sus comienzos no fueron tan buenos, aunque en 1986 (junto a Alonso, Américo Gallego, Juan Gilberto Funes, entre otros) logró el primer título internacional el 29 de octubre, tras vencer en la final de la Copa Libertadores al América, de Cali (Colombia), por 1-0 (gol del "Búfalo" Funes), en el Monumental.
Unos meses más tarde el equipo que dirigía Héctor "Bambino" Veira viajó a Tokio y consiguió la Copa Intercontinental al ganarle al Steaua de Bucarest (Rumania) por 1-0, con un gol del uruguayo Antonio Alzamendi.
Pasaron diez años y un extraordinario conjunto comandado por Ramón Díaz (fuera de la cancha) y Francescoli (dentro) volvió a ser el más grande de América al doblegar, otra vez, al América, de Cali, aunque por 2-0, también en Núñez. Fue su quinto título internacional (los otros fueron la Copa Interamericana 1987 y la Supercopa 1997).
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