DANIEL FANEGO
El teatro como espejo y reflejo de la sociedad
| 19 de Junio de 2001 | 00:00

El proyecto "Teatro por la identidad" del que participan actores y autores de varias generaciones terminó su primera etapa titulada "A propósito de la duda". Y ahora inicia otra con el objetivo de que los 500 hijos desaparecidos vuelvan a su familia de origen
Culminó el lunes último el segundo ciclo de "Teatro por la Identidad" que incluyó 41 obras de teatro en 15 salas de la capital federal, realizado en apoyo a la incesante lucha de Abuelas de Plaza de Mayo por la recuperación de los niños apropiados por los represores en épocas de la dictadura militar.
La respuesta alcanzada en esta etapa superó a los 30.000 espectadores, con un promedio de 2.500 por lunes en la totalidad de las salas. Las funciones se realizaron con entrada libre y gratuita y, en cada caso, el programa incluyó tres obras cortas.
"Teatro por la Identidad" nació el 5 de junio de 2000 ante la dolorosa realidad de 500 chicos que aun siguen desaparecidos.
Fue así que dramaturgos, actores, murgueros, músicos, escenógrafos y técnicos, siguiendo las consignas de Abuelas de Plaza de Mayo, pusieron en escena "A propósito de la duda" con dramaturgia de Patricia Zangaro y dirección de Daniel Fanego.
"Al finalizar la primera temporada -dijo Fanego- se presentaron cuarenta chicos de manera espontánea para averiguar su identidad y se triplicó la cantidad de llamados en la sede de Abuelas".
"Hechos como éste revelan el sentido social del oficio del actor que, después de todo, es casi tan antiguo como el de las prostitutas", acotó la actriz Diana Lamas.
"A propósito de la duda" fue pensado para realizar cinco funciones en el Centro Cultural Rojas pero, por la presión del público, en junio cumplió un año de permanencia en cartelera.
Durante el verano se multiplicó el número de teatristas que deseaban unirse al proyecto y se lanzó una convocatoria a los dramaturgos, quienes presentaron 115 piezas, entre las que se seleccionaron 41 para ser representadas a partir del 26 de marzo pasado.
"Es inevitable comparar nuestro proyecto con el fenómeno que se produjo en la década del '80 con Teatro Abierto -subrayó Fanego-. En aquel entonces, fue el símbolo de la resistencia a una dictadura militar, hoy el contexto es otro pero también responde a una necesidad compartida por toda la sociedad".
En ambos, se produjo un puente generacional que reunió a María Rosa Gallo o Agustín Alezzo con Tomás Fonzi, del mismo modo que desapareció la lucha por la primacía, por lo que se puede ver a José María Gutiérrez haciendo un papelito entre veinte jóvenes actores desconocidos.
Entre el cúmulo de teatristas que conforman el proyecto se destacan nombres de reconocida trayectoria y jóvenes creadores en cada uno de los rubros del quehacer teatral.
Entre los dramaturgos aparecen Griselda Gambaro, Patricia Zangaro, Alejandro Urdapilleta junto a los más recientes Cecilia Propato, Luis Cano o María Florencia Bendersky (que además dirige su obra).
Como directores aparecen Fanego, Leonor Manso, Francisco Javier, Agustín Alezzo y Gabriel Rovito, entre otros.
Un sinnúmero de actores de diferentes edades y trayectorias se reunieron sin disputar cartel: Valentina Bassi, Márgara Alonso, Lucrecia Capello, Catalina Speroni, Diana Lamas, Raúl Rizzo y Víctor Laplace, son solo algunos de los que llevaron adelante el proyecto.
En el 2000 la propuesta fue establecer el tema de la duda, lograr que muchos jóvenes se interrogaran sobre su verdadero origen. En este año la consigna fue qué caminos seguir una vez planteada la duda.
Las actriz Diana Lamas destacó que "el tema de la identidad abre una serie de alternativas estrechamente vinculadas, que van más allá de la expropiación de niños. La obra de Gambaro, por ejemplo, habla de una chica que ha trabajado de doméstica en un montón de casas y le han ido cambiando el nombre en cada una".
"Una de las abuelas -acotó Lamas- nos dijo que si verdaderamente hubiéramos tenido una identidad cultural firme las cosas hubieran ocurrido de otro modo".
Espectadores de toda edad y grupos escolares formaron el heterogéneo pero compacto público que todos los lunes colmaron las quince salas.
"El teatro produce catarsis -afirmó Fanego intentando una explicación-. Los griegos llevaban a los locos a ver comedias y tragedias. No está mal que nuestra sociedad vaya al teatro a ver la tragedia de su propia vida. Espejar hace bien, devuelve otra mirada de uno mismo".
Para Fanego lo importante es que el trabajo realizado por Abuelas durante 23 años sirvió para que la comunidad tomara conciencia de que hay un delito de lesa humanidad que todavía no ha sido reparado.
"Hay casi 500 pibes -subrayó- que están en manos de quienes no corresponde, con sus nombres cambiados, esclavos de una situación perversa. Unicamente la acción de toda la comunidad puede revertir esa situación y Teatro por la Identidad es nada más que un disparador de esta necesidad, un espejo de esa necesidad".
En cuanto al futuro del proyecto la respuesta de Fanego es previsible y contundente. "Hasta que no aparezca el último chico buscado, hasta que no quede un sólo chico sin saber realmente quién es, vamos a seguir haciendo Teatro por la Identidad.
Culminó el lunes último el segundo ciclo de "Teatro por la Identidad" que incluyó 41 obras de teatro en 15 salas de la capital federal, realizado en apoyo a la incesante lucha de Abuelas de Plaza de Mayo por la recuperación de los niños apropiados por los represores en épocas de la dictadura militar.
La respuesta alcanzada en esta etapa superó a los 30.000 espectadores, con un promedio de 2.500 por lunes en la totalidad de las salas. Las funciones se realizaron con entrada libre y gratuita y, en cada caso, el programa incluyó tres obras cortas.
"Teatro por la Identidad" nació el 5 de junio de 2000 ante la dolorosa realidad de 500 chicos que aun siguen desaparecidos.
Fue así que dramaturgos, actores, murgueros, músicos, escenógrafos y técnicos, siguiendo las consignas de Abuelas de Plaza de Mayo, pusieron en escena "A propósito de la duda" con dramaturgia de Patricia Zangaro y dirección de Daniel Fanego.
"Al finalizar la primera temporada -dijo Fanego- se presentaron cuarenta chicos de manera espontánea para averiguar su identidad y se triplicó la cantidad de llamados en la sede de Abuelas".
"Hechos como éste revelan el sentido social del oficio del actor que, después de todo, es casi tan antiguo como el de las prostitutas", acotó la actriz Diana Lamas.
"A propósito de la duda" fue pensado para realizar cinco funciones en el Centro Cultural Rojas pero, por la presión del público, en junio cumplió un año de permanencia en cartelera.
Durante el verano se multiplicó el número de teatristas que deseaban unirse al proyecto y se lanzó una convocatoria a los dramaturgos, quienes presentaron 115 piezas, entre las que se seleccionaron 41 para ser representadas a partir del 26 de marzo pasado.
"Es inevitable comparar nuestro proyecto con el fenómeno que se produjo en la década del '80 con Teatro Abierto -subrayó Fanego-. En aquel entonces, fue el símbolo de la resistencia a una dictadura militar, hoy el contexto es otro pero también responde a una necesidad compartida por toda la sociedad".
En ambos, se produjo un puente generacional que reunió a María Rosa Gallo o Agustín Alezzo con Tomás Fonzi, del mismo modo que desapareció la lucha por la primacía, por lo que se puede ver a José María Gutiérrez haciendo un papelito entre veinte jóvenes actores desconocidos.
Entre el cúmulo de teatristas que conforman el proyecto se destacan nombres de reconocida trayectoria y jóvenes creadores en cada uno de los rubros del quehacer teatral.
Entre los dramaturgos aparecen Griselda Gambaro, Patricia Zangaro, Alejandro Urdapilleta junto a los más recientes Cecilia Propato, Luis Cano o María Florencia Bendersky (que además dirige su obra).
Como directores aparecen Fanego, Leonor Manso, Francisco Javier, Agustín Alezzo y Gabriel Rovito, entre otros.
Un sinnúmero de actores de diferentes edades y trayectorias se reunieron sin disputar cartel: Valentina Bassi, Márgara Alonso, Lucrecia Capello, Catalina Speroni, Diana Lamas, Raúl Rizzo y Víctor Laplace, son solo algunos de los que llevaron adelante el proyecto.
En el 2000 la propuesta fue establecer el tema de la duda, lograr que muchos jóvenes se interrogaran sobre su verdadero origen. En este año la consigna fue qué caminos seguir una vez planteada la duda.
Las actriz Diana Lamas destacó que "el tema de la identidad abre una serie de alternativas estrechamente vinculadas, que van más allá de la expropiación de niños. La obra de Gambaro, por ejemplo, habla de una chica que ha trabajado de doméstica en un montón de casas y le han ido cambiando el nombre en cada una".
"Una de las abuelas -acotó Lamas- nos dijo que si verdaderamente hubiéramos tenido una identidad cultural firme las cosas hubieran ocurrido de otro modo".
Espectadores de toda edad y grupos escolares formaron el heterogéneo pero compacto público que todos los lunes colmaron las quince salas.
"El teatro produce catarsis -afirmó Fanego intentando una explicación-. Los griegos llevaban a los locos a ver comedias y tragedias. No está mal que nuestra sociedad vaya al teatro a ver la tragedia de su propia vida. Espejar hace bien, devuelve otra mirada de uno mismo".
Para Fanego lo importante es que el trabajo realizado por Abuelas durante 23 años sirvió para que la comunidad tomara conciencia de que hay un delito de lesa humanidad que todavía no ha sido reparado.
"Hay casi 500 pibes -subrayó- que están en manos de quienes no corresponde, con sus nombres cambiados, esclavos de una situación perversa. Unicamente la acción de toda la comunidad puede revertir esa situación y Teatro por la Identidad es nada más que un disparador de esta necesidad, un espejo de esa necesidad".
En cuanto al futuro del proyecto la respuesta de Fanego es previsible y contundente. "Hasta que no aparezca el último chico buscado, hasta que no quede un sólo chico sin saber realmente quién es, vamos a seguir haciendo Teatro por la Identidad.
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