Se entregó el acusado por el asesinato en la Panamericana

Fue reconocido por el hermano de la víctima y otros ocho testigos. Se negó a declarar

El empleado de una empresa de seguridad privada que se encontraba prófugo por el crimen de Pablo Piccioli, ocurrido el domingo pasado en un peaje de la Panamericana, se entregó ayer a la Justicia y fue reconocido por el hermano de la víctima y otros ocho testigos como el hombre que disparó contra el muchacho, informaron fuentes judiciales.

Se trata de Edgardo Petrocchi, de 57 años y gerente comercial de la empresa Watchman SRL, quien tras la rueda de reconocimiento que se llevó a cabo en los Tribunales de San Martín se negó a declarar ante la fiscal del caso y luego fue trasladado detenido a la comisaría séptima de Tres de Febrero.

Sergio Piccioli, uno de los hermanos de la víctima, expresó su satisfacción por la detención del acusado, aunque señaló que "el alivio de verdad no va a venir nunca. La justicia tiene que aplicar condenas reales que respondan a la magnitud de las cosas que pasan. Todos tenemos problemas, pero las emociones violentas hay que manejarlas, no hay que arreglarlas con un arma".

Petrocchi se entregó minutos antes de las 15 en los Tribunales de San Martín, a bordo de un auto en el que se encontraba su abogado Marcelo Chiaradía y algunos efectivos de la policía bonaerense.

Según fuentes judiciales, durante la mañana de ayer el letrado había concurrido al despacho de la fiscal Vilma Buglioni para interiorizarse del expediente y le comunicó a la instructora judicial que más tarde se comunicaría.

OPERATIVO DE SEGURIDAD

Cerca de las 13.30, Chiaradía llamó a la Fiscalía y dijo que Petrocchi estaba por llegar a los tribunales, por lo que inmediatamente se montó un importante operativo de seguridad en el playón de estacionamiento de los tribunales para garantizar la integridad del acusado.

Para los investigadores aún es un misterio dónde se mantuvo escondido Petrocchi desde el domingo pasado, cuando se produjo el hecho, ya que todos los allanamientos realizados hasta el momento habían resultado infructuosos.

Es más, la policía busca el arma con la que el agresor mató a Pablo Piccioli, la cual todavía no fue encontrada.

Apenas se entregó Petracchi a la Fiscalía, los investigadores organizaron una rueda de personas de la que participaron diez testigos del hecho, entre ellos Andrés Piccioli, de 22 años y hermano de la víctima.

El vocero de la Fiscalía de San Martín, Hernán Zuazo, y el abogado José Scelzi, representante de la familia Piccioli, aseguraron que nueve de los diez testigos reconocieron "sin dudar" a Petrocchi.

Uno de los testigos relató los detalles del episodio y explicó que persiguió con su camioneta al acusado para intentar detenerlo, pero que finalmente se les escapó por la ruta 197.

El episodio se originó metros antes de uno de los peajes de la autopista Panamericana, donde el Renault Clío en el que se movilizaban Pablo y Andrés Piccioli fue rozado por un Daihatsu Charade rojo, lo que generó una discusión entre los hermanos y el conductor del otro vehículo.

LOCURA Y MUERTE

Al llegar al peaje, los hermanos y el otro hombre se bajaron de los autos y continuaron la discusión hasta que el agresor extrajo un arma de guerra y disparó un balazo a quemarropa que impactó en el abdomen de Pablo, lo que le provocó la muerte.

"Vi la discusión entre dos muchachos y un tercero que estaba en un auto '®pistero'. Discutieron pero no se alcanzaron a pegar. Los dos muchachos retrocedieron como para subirse a su auto, pero el otro hombre va a su coche, manotea el arma, le toma el brazo a uno de los jóvenes y le dispara", relató con lujo de detalles un testigo llamado José Luis.

El hombre huyó y el Daihatsu Charade fue hallado al día siguiente frente a una casa en Lomas de Zamora, pero su propietario, Petrocchi, desapareció de todos los lugares que frecuentaba.

El abogado de los Piccioli afirmó que el caso "está totalmente esclarecido, ya que la prueba recogida por la Fiscalía es contundente" y agradeció en nombre de los familiares a "todos los testigos y a los medios de comunicación por la colaboración".

Para Scelzi, "no tiene asidero en las características del hecho que el agresor haya actuado bajo una 'emoción violenta', ya que no fue acorralado por los chicos, ni pudo haber sentido que su vida corría peligro".

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