"Los tibetanos no tienen miedo a morir"

Lo afirmó uno de los jóvenes del Tibet. Explicó que son marginados económicamente y se les prohibe practicar su religión libremente


Los tibetanos que recurrieron a la violencia el pasado fin de semana en Lhasa para protestar contra la presencia china no tienen "nada que perder", no temen a las represalias y "no tienen miedo a morir", afirma un joven tibetano.

Para muchos, marginalizados económicamente y en la imposibilidad de practicar su religión libremente, "la vida vale apenas ser vivida", afirma este joven de 28 años que se identifica con el apodo de Abo.

Abo, que esta semana llegó a la ciudad china de Chengdu (suroeste) procedente de Lhasa, relató ala violencia con que fue reprimida la manifestación pacífica de los monjes budistas con ocasión del 49° aniversario del levantamiento antichino de 1959 en la capital tibetana.

Abo afirma haber visto a las fuerzas del orden chinas tomar posesión de la ciudad. "Soldados y tropas paramilitares patrullaban las calles y había tanquetas por todos lados", afirma.

Este joven afirma temer que el número de muertos sea elevado en los barrios tibetanos de la ciudad. "En algunos lugares, nadie podía ni entrar ni salir. Ahora que la gente está encerrada, podemos imaginar lo que va a suceder, probablemente los maten", afirmó.

Un amigo le informó de la muerte de su tío, un monje budista que fue "alcanzado por cinco o seis balas" cuando intentaba proteger a los manifestantes que se encontraban detrás de él. "Mataron a nueve o diez personas más al mismo tiempo, entre ellas mujeres y muchachas", le explicó su amigo.

El gobierno chino asegura que no se disparó un solo tiro. El balance oficial es de 13 muertos, "inocentes muertos a manos de agitadores tibetanos", según Pekín.

En opinión de Abo, este torrente de violencia ilustra la frustración de una parte de la población en una región bajo control chino desde 1951. "Si la vida fuese agradable, los tibetanos no se manifestarían. Pero no tienen nada que perder, su vida vale apenas ser vivida (...) no tienen miedo a morir", afirma.

"El gobierno chino dice que es bueno con los tibetanos, que invierte dinero. Pero los responsables políticos se llenan los bolsillos y el dinero no va al pueblo", agrega.

"Los Hans (grupo mayoritario de China) y los Huis (chinos de religión musulmana) tienen todos los privilegios, los tibetanos no tienen nada. No tienen educación, ni dinero. Se necesita dinero para emprender un negocio", lamenta.

Si las dificultades económicas y sociales parecen haber desencadenado los disturbios del 14 de marzo, la dimensión religiosa no está ausente de esta revuelta popular. "No es posible practicar la religión libremente. No es ni siquiera posible pronunciar el nombre del Dalai Lama", asegura Abo.

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