Piden absolver al único imputado por un crimen
Fiscal desistió de acusar a un hombre por el asesinato de la niña Romina Soto
| 6 de Mayo de 2008 | 00:00

El fiscal del juicio por el crimen de Romina Soto, la niña de 10 años que en 2004 fue asesinada a puñaladas y mutilada en la localidad bonaerense de Llavallol, desistió ayer de acusar por falta de pruebas al único imputado por el caso, informaron fuentes judiciales.
Al no acusar al carnicero Ramón Jacinto Mesa, de 32 años, el fiscal Bernardo Schell pidió al Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 7 de Lomas de Zamora que lo absuelva.
La abogada querellante, Analía Pignone, sostuvo la acusación a Mesa por el "homicidio agravado por alevosía" de Romina y pidió que el imputado sea condenado a prisión perpetua. En tanto, la defensa también pidió la absolución de Mesa pero no por falta de pruebas sino, directamente, por considerarlo inocente del crimen de la niña. "Como siempre, esta defensa sostuvo que Mesa no estuvo en la escena del crimen, ya que se encontraba en el frigorífico donde trabajaba", explicó Héctor Yemmi, abogado del acusado.
Acusación y llanto
En la primera jornada del juicio, el imputado aseguró que no es posible que haya estado hasta el lugar del asesinato cuando se cometió. Tras los alegatos de las partes, Mesa hizo uso de sus "últimas palabras" ante el tribunal y reiteró su inocencia.
"Mesa dijo que no entiende por qué la familia Soto lo acusó del crimen y, llorando, expresó que le habían hecho mucho daño", indicó el abogado defensor.
Luego de escuchar los dichos de Mesa, el tribunal, integrado por los jueces Elisa López Moyano, Jorge Roldán y Roberto Lugones, pasó a un cuarto intermedio hasta las 13 del viernes próximo, cuando dará a conocer su veredicto en el edificio judicial ubicado en Camino Negro y Larroque, de Banfield.
Un crimen brutal
Romina Soto, de 10 años, hija menor de un matrimonio de inmigrantes bolivianos, fue asesinada el 5 de noviembre de 2005 en un dormitorio de su casa de Llavallol, partido de Lomas de Zamora. La niña recibió 27 puñaladas, un profundo corte alrededor del cuello y el asesino le seccionó además las diez primeras falanges de los dedos de sus manos y le extrajo la vagina.
Según los investigadores, la intención del homicida fue borrar posibles rastros de semen de los genitales de la chica y restos de piel o cabellos de debajo de sus uñas que permitieran su identificación mediante un análisis de ADN.
No obstante, al profundizarse los estudios forenses en el cuerpo de la víctima fueron hallados restos de líquido seminal que la mutilación no logró hacer desaparecer, pero los exámenes genéticos comparativos con el detenido dieron negativo.
Desde el laboratorio
A esto se suma que tres cabellos encontrados en la escena del crimen, aportados por la familia de la víctima porque creían que podían ser de Mesa, fueron analizados durante el proceso oral y pertenecían a mujeres.
De las muestras, una se corresponde con cabellos de la víctima, otras dos no tienen relación directa con Romina y una tercera pertenecería a la madre o a las hermanas de la víctima, porque tienen el mismo perfil genético.
En tanto, cinco compañeros de trabajo de Mesa confirmaron su coartada al señalar que al momento del crimen se encontraba en el frigorífico y que nunca salió de allí.
Testigo con dudas
Uno de los testimonios que habían comprometido al carnicero en la instrucción era el de una mujer que declaró haberlo visto cambiándose de ropa entre unos pastizales poco después del homicidio, pero en el debate oral la testigo se mostró dudosa sobre si se trataba o no de él.
En el marco de este caso, la familia y los investigadores siempre creyeron que el asesino era un experto en el uso de cuchillos y relacionaron a Mesa con el brutal asesinato porque era carnicero, había trabajado con los padres de Romina y su relación laboral había terminado en mal.
A esto se suma que siempre creyeron que el homicida era conocido por la víctima, porque cuando a la nena la mataron los accesos a la casa no fueron violentados y ella le habría abierto la puerta. Mesa estuvo detenido menos de un año, ya que la Cámara de Apelaciones de Lomas de Zamora entendió que los elementos reunidos para dictarle la prisión preventiva no eran suficientes, por lo que el acusado llegó libre al juicio oral.
Al no acusar al carnicero Ramón Jacinto Mesa, de 32 años, el fiscal Bernardo Schell pidió al Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 7 de Lomas de Zamora que lo absuelva.
La abogada querellante, Analía Pignone, sostuvo la acusación a Mesa por el "homicidio agravado por alevosía" de Romina y pidió que el imputado sea condenado a prisión perpetua. En tanto, la defensa también pidió la absolución de Mesa pero no por falta de pruebas sino, directamente, por considerarlo inocente del crimen de la niña. "Como siempre, esta defensa sostuvo que Mesa no estuvo en la escena del crimen, ya que se encontraba en el frigorífico donde trabajaba", explicó Héctor Yemmi, abogado del acusado.
Acusación y llanto
En la primera jornada del juicio, el imputado aseguró que no es posible que haya estado hasta el lugar del asesinato cuando se cometió. Tras los alegatos de las partes, Mesa hizo uso de sus "últimas palabras" ante el tribunal y reiteró su inocencia.
"Mesa dijo que no entiende por qué la familia Soto lo acusó del crimen y, llorando, expresó que le habían hecho mucho daño", indicó el abogado defensor.
Luego de escuchar los dichos de Mesa, el tribunal, integrado por los jueces Elisa López Moyano, Jorge Roldán y Roberto Lugones, pasó a un cuarto intermedio hasta las 13 del viernes próximo, cuando dará a conocer su veredicto en el edificio judicial ubicado en Camino Negro y Larroque, de Banfield.
Un crimen brutal
Romina Soto, de 10 años, hija menor de un matrimonio de inmigrantes bolivianos, fue asesinada el 5 de noviembre de 2005 en un dormitorio de su casa de Llavallol, partido de Lomas de Zamora. La niña recibió 27 puñaladas, un profundo corte alrededor del cuello y el asesino le seccionó además las diez primeras falanges de los dedos de sus manos y le extrajo la vagina.
Según los investigadores, la intención del homicida fue borrar posibles rastros de semen de los genitales de la chica y restos de piel o cabellos de debajo de sus uñas que permitieran su identificación mediante un análisis de ADN.
No obstante, al profundizarse los estudios forenses en el cuerpo de la víctima fueron hallados restos de líquido seminal que la mutilación no logró hacer desaparecer, pero los exámenes genéticos comparativos con el detenido dieron negativo.
Desde el laboratorio
A esto se suma que tres cabellos encontrados en la escena del crimen, aportados por la familia de la víctima porque creían que podían ser de Mesa, fueron analizados durante el proceso oral y pertenecían a mujeres.
De las muestras, una se corresponde con cabellos de la víctima, otras dos no tienen relación directa con Romina y una tercera pertenecería a la madre o a las hermanas de la víctima, porque tienen el mismo perfil genético.
En tanto, cinco compañeros de trabajo de Mesa confirmaron su coartada al señalar que al momento del crimen se encontraba en el frigorífico y que nunca salió de allí.
Testigo con dudas
Uno de los testimonios que habían comprometido al carnicero en la instrucción era el de una mujer que declaró haberlo visto cambiándose de ropa entre unos pastizales poco después del homicidio, pero en el debate oral la testigo se mostró dudosa sobre si se trataba o no de él.
En el marco de este caso, la familia y los investigadores siempre creyeron que el asesino era un experto en el uso de cuchillos y relacionaron a Mesa con el brutal asesinato porque era carnicero, había trabajado con los padres de Romina y su relación laboral había terminado en mal.
A esto se suma que siempre creyeron que el homicida era conocido por la víctima, porque cuando a la nena la mataron los accesos a la casa no fueron violentados y ella le habría abierto la puerta. Mesa estuvo detenido menos de un año, ya que la Cámara de Apelaciones de Lomas de Zamora entendió que los elementos reunidos para dictarle la prisión preventiva no eran suficientes, por lo que el acusado llegó libre al juicio oral.
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