Augusto Mario Morello
| 22 de Abril de 2009 | 00:00

Su fallecimiento
Augusto Mario Morello, un referente ineludible de la ciencia jurídica argentina, uno de los más prestigiosos procesalistas y pensadores del Derecho, falleció ayer a los 82 años y su muerte enluta al país, a esta ciudad a la que pertenecía y a este diario en el que colaboró durante muchos años con artículos relevantes, en los que expuso, con un estilo conceptual y a la vez didáctico, sus preocupaciones de ciudadano comprometido.
Morello fue un jurista de excelencia, autor de obras que marcaron rumbos en la doctrina procesal y maestro de abogados. Hombre apasionado, cálido, enérgico, fue una referencia para generaciones de profesionales. Combinó la fecunda actividad académica con el ejercicio práctico de la profesión, la docencia universitaria, el compromiso político y la pasión ciudadana.
Morello integró la Suprema Corte de la Provincia en el año 1965 -durante la gobernación de Anselmo Marini- y renunció al año siguiente cuando el Gobierno constitucional fue derrocado. Más tarde, en 1971, fue subsecretario de Asuntos Institucionales de la Nación designado por el ministro Arturo Mor Roig. Se caracterizó siempre por ser un defensor infatigable del sistema democrático y el Estado de Derecho, preocupado por el fortalecimiento de las instituciones y del sistema político en el país.
Aunque hacía algunos años que se había mudado a la capital federal, Morello sentía un profundo amor por la Ciudad, a la que siempre estuvo ligado. Invirtió energías hasta el final de su vida en proponer debates e ideas para La Plata, a la que soñaba como un faro de excelencia académica y jerarquía institucional. Muchas de sus columnas en EL DIA estaban dirigidas a estimular las más genuinas ambiciones localistas de la capital de la Provincia.
Fue desde la Universidad Nacional de La Plata que el doctor Morello hizo un aporte de singular y reconocida valía. Como profesor de Derecho Procesal Civil y director del Instituto de Derecho Procesal, jerarquizó la enseñanza de las ciencias jurídicas. Fue un ferviente defensor de la libertad de cátedra y de la excelencia académica. Y con pasión por el Derecho y por la docencia -que supo conjugar con una entrañable calidez en el trato-, se convirtió en un verdadero maestro de abogados.
Morello fue un académico de nota, un profesor de extraordinaria jerarquía, pero al mismo tiempo un hombre de acción y de batalla. Nunca eludía los compromisos, no se refugiaba en la comodidad ni conocía la indiferencia. Así fue como la política, la colegiatura profesional, el gobierno universitario, la tarea legislativa -como autor de numerosos proyectos y anteproyectos-, lo tuvieron como protagonista y referente en distintas etapas de la vida nacional.
Casado con la señora Alicia Núñez, tuvo cinco hijos -tres varones y dos mujeres- y varios nietos. Fue también un padre ejemplar, un hombre de gran sensibilidad, siempre dispuesto a compartir ideas, a estimular a los más jóvenes, a reconocer las virtudes y talentos ajenos con gran generosidad.
En el universo jurídico de la Ciudad y del país todo, citar a Morello es desde hace varias décadas citar a una gran autoridad. Fue el creador de una escuela y el impulsor de ideas innovadoras. Autor meduloso de decenas de obras jurídicas de relevancia, el Derecho Procesal Civil lo ha tenido, quizá, como el intérprete más lúcido y riguroso.
Recibió numerosos premios y distinciones por su fecunda labor académica. Fue Premio Konex de Platino 2006 y antes había recibido otros premios Konex (en 1986 y 1996) por su vasta obra jurídica. En la Universidad local había sido distinguido como Profesor Emérito.
Con su fallecimiento, la Ciudad pierde a un hombre de indiscutida relevancia académica pero también a un protagonista de las mejores luchas: las que se han dado por la libertad, por la convivencia civilizada, por el progreso, por la calidad de la enseñanza pública, por la defensa de la Justicia y por el debate plural de las ideas.
Los restos de Augusto M. Morello serán inhumados hoy a las 13 en el Cementerio de La Plata.
Augusto Mario Morello, un referente ineludible de la ciencia jurídica argentina, uno de los más prestigiosos procesalistas y pensadores del Derecho, falleció ayer a los 82 años y su muerte enluta al país, a esta ciudad a la que pertenecía y a este diario en el que colaboró durante muchos años con artículos relevantes, en los que expuso, con un estilo conceptual y a la vez didáctico, sus preocupaciones de ciudadano comprometido.
Morello fue un jurista de excelencia, autor de obras que marcaron rumbos en la doctrina procesal y maestro de abogados. Hombre apasionado, cálido, enérgico, fue una referencia para generaciones de profesionales. Combinó la fecunda actividad académica con el ejercicio práctico de la profesión, la docencia universitaria, el compromiso político y la pasión ciudadana.
Morello integró la Suprema Corte de la Provincia en el año 1965 -durante la gobernación de Anselmo Marini- y renunció al año siguiente cuando el Gobierno constitucional fue derrocado. Más tarde, en 1971, fue subsecretario de Asuntos Institucionales de la Nación designado por el ministro Arturo Mor Roig. Se caracterizó siempre por ser un defensor infatigable del sistema democrático y el Estado de Derecho, preocupado por el fortalecimiento de las instituciones y del sistema político en el país.
Aunque hacía algunos años que se había mudado a la capital federal, Morello sentía un profundo amor por la Ciudad, a la que siempre estuvo ligado. Invirtió energías hasta el final de su vida en proponer debates e ideas para La Plata, a la que soñaba como un faro de excelencia académica y jerarquía institucional. Muchas de sus columnas en EL DIA estaban dirigidas a estimular las más genuinas ambiciones localistas de la capital de la Provincia.
Fue desde la Universidad Nacional de La Plata que el doctor Morello hizo un aporte de singular y reconocida valía. Como profesor de Derecho Procesal Civil y director del Instituto de Derecho Procesal, jerarquizó la enseñanza de las ciencias jurídicas. Fue un ferviente defensor de la libertad de cátedra y de la excelencia académica. Y con pasión por el Derecho y por la docencia -que supo conjugar con una entrañable calidez en el trato-, se convirtió en un verdadero maestro de abogados.
Morello fue un académico de nota, un profesor de extraordinaria jerarquía, pero al mismo tiempo un hombre de acción y de batalla. Nunca eludía los compromisos, no se refugiaba en la comodidad ni conocía la indiferencia. Así fue como la política, la colegiatura profesional, el gobierno universitario, la tarea legislativa -como autor de numerosos proyectos y anteproyectos-, lo tuvieron como protagonista y referente en distintas etapas de la vida nacional.
Casado con la señora Alicia Núñez, tuvo cinco hijos -tres varones y dos mujeres- y varios nietos. Fue también un padre ejemplar, un hombre de gran sensibilidad, siempre dispuesto a compartir ideas, a estimular a los más jóvenes, a reconocer las virtudes y talentos ajenos con gran generosidad.
En el universo jurídico de la Ciudad y del país todo, citar a Morello es desde hace varias décadas citar a una gran autoridad. Fue el creador de una escuela y el impulsor de ideas innovadoras. Autor meduloso de decenas de obras jurídicas de relevancia, el Derecho Procesal Civil lo ha tenido, quizá, como el intérprete más lúcido y riguroso.
Recibió numerosos premios y distinciones por su fecunda labor académica. Fue Premio Konex de Platino 2006 y antes había recibido otros premios Konex (en 1986 y 1996) por su vasta obra jurídica. En la Universidad local había sido distinguido como Profesor Emérito.
Con su fallecimiento, la Ciudad pierde a un hombre de indiscutida relevancia académica pero también a un protagonista de las mejores luchas: las que se han dado por la libertad, por la convivencia civilizada, por el progreso, por la calidad de la enseñanza pública, por la defensa de la Justicia y por el debate plural de las ideas.
Los restos de Augusto M. Morello serán inhumados hoy a las 13 en el Cementerio de La Plata.
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