Un lugar con historia
| 5 de Abril de 2009 | 00:00

Una bombonería, una casa de elegantes carteras, una tapicería con venta de alfombras exóticas, una imprenta; la oficina central de la Unión Telefónica -cuando la Ciudad contaba con unas pocas líneas y se hablaba por teléfono sólo lo indispensable y a través de una operadora que conectaba las llamadas-, el bar El Teclado, donde los jóvenes se reunían a escuchar jazz. Esa es parte de la memoria colectiva de los platenses que vivieron la época de esplendor del Pasaje Rodrigo, diseñado en el eje histórico de la capital de la provincia de Buenos Aires, hasta entonces ganado por edificios de la administración pública, algunas casonas particulares y apenas salpicado por unos pocos locales comerciales.
"Ahí vendían unos chocolates deliciosos -recuerda la educadora Matilde Guido Lavalle-. Yo vivía lejos del Pasaje Rodrigo pero iba expresamente a comprarlos porque eran los mejores de La Plata".
Para la psicopedagoga Perla Villafañe, el edificio del Pasaje fue símbolo de categoría. "Un espacio atípico para la época -dijo- y quizás único en La Plata, a lo mejor sólo comparable con el Pasaje Barolo, en la capital federal".
Otros platenses memoriosos se dejan llevar por la nostalgia y relacionan algunos momentos significativos de su vida con la antigua galería. "Ahí me compré los primeros zapatos de taco alto; en la zapatería Bois de Rose, donde estaba la mejor calidad del mundo", evocó la pianista María Daguerre Ceriale.
Una mención aparte merece El Teclado, el primer local sobre el lado derecho ingresando por la calle 50. La hora del té fue durante años una cita ineludible y se cuenta que los mozos de la confitería fueron testigos del inicio de más de un noviazgo. "También de algunas rupturas", recordó Daguerre Ceriale, quien no quiso olvidar a Coco Bach, el pianista que luego, por la noche, cuando se iba al "copetín", deleitaba a los amantes de la música.
Con el correr de los años el Pasaje Rodrigo se convirtió en escenario rockero y allí se escucharon a corrientes musicales de la vanguardia del momento. Las generaciones más jóvenes saben de los ensayos y actuaciones de nombres que alcanzaron la gran fama, como el Indio Solari y Federico Moura.
"Ahí vendían unos chocolates deliciosos -recuerda la educadora Matilde Guido Lavalle-. Yo vivía lejos del Pasaje Rodrigo pero iba expresamente a comprarlos porque eran los mejores de La Plata".
Para la psicopedagoga Perla Villafañe, el edificio del Pasaje fue símbolo de categoría. "Un espacio atípico para la época -dijo- y quizás único en La Plata, a lo mejor sólo comparable con el Pasaje Barolo, en la capital federal".
Otros platenses memoriosos se dejan llevar por la nostalgia y relacionan algunos momentos significativos de su vida con la antigua galería. "Ahí me compré los primeros zapatos de taco alto; en la zapatería Bois de Rose, donde estaba la mejor calidad del mundo", evocó la pianista María Daguerre Ceriale.
Una mención aparte merece El Teclado, el primer local sobre el lado derecho ingresando por la calle 50. La hora del té fue durante años una cita ineludible y se cuenta que los mozos de la confitería fueron testigos del inicio de más de un noviazgo. "También de algunas rupturas", recordó Daguerre Ceriale, quien no quiso olvidar a Coco Bach, el pianista que luego, por la noche, cuando se iba al "copetín", deleitaba a los amantes de la música.
Con el correr de los años el Pasaje Rodrigo se convirtió en escenario rockero y allí se escucharon a corrientes musicales de la vanguardia del momento. Las generaciones más jóvenes saben de los ensayos y actuaciones de nombres que alcanzaron la gran fama, como el Indio Solari y Federico Moura.
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