Eduardo Silva Pelossi

Su fallecimiento

Falleció anteayer, a los 63 años, el juez Eduardo Silva Pelossi, respetada personalidad de las leyes que desarrolló una dilatada carrera en el ámbito judicial platense. De convicciones firmes, con un genio que supo combinar rectitud y amabilidad, y con la pasión puesta en el Derecho, será recordado como un hombre de bien ya sea por sus relaciones más estrechas como por sus colegas y el sinnúmero de amistades que cosechó en las distintas etapas de su vida.

Heredero de una vocación familiar que le marcó el camino profesional, Eduardo Ramón Silva Pelossi había nacido en La Plata el 7 de abril de 1947, y era hijo del juez (primero de Menores y luego del fuero Penal) Ramón Eduardo Silva Pelossi, reconocido por una larga trayectoria en el Poder Judicial, y de Nélida Marraccini. Su hermano Jorge también se dedicó al Derecho.

Por el trabajo de su padre, parte de su niñez y la adolescencia vivió en Junín y allí completó los estudios primarios que había iniciado en la Escuela Anexa "Joaquín V. González" y cumplió con la enseñanza secundaria en el Colegio Nacional de esa ciudad.

Silva Pelossi se recibió de abogado en la facultad de Derecho de la Universidad Nacional de La Plata en 1970 y durante varios años se dedicó al ejercicio de la profesión, con estudios jurídicos que atendía en La Plata y en la ciudad de Neuquén. Luego de la experiencia como abogado independiente ingresó como secretario del Juzgado Civil y Comercial Nº10, donde trabajó hasta 1999. Ese año concursó para acceder al cargo de juez y fue nombrado titular del juzgado (del mismo fuero) Nº2. Allí se desempeñó hasta sus últimos días.

De pocas pero justas palabras, comprensivo, medido en sus actos, Silva Pelossi se caracterizó por un carácter sosegado y reflexivo. Riguroso en el estudio de cada uno de los casos que le tocó resolver, puso en su trabajo todo de sí. Sin descuidar sus compromisos afectivos, pues se abocó con esmero a la atención de su familia, volcó su saber y su tiempo a la tarea judicial. Tanto amó su profesión que aunque ya estaba en condiciones de jubilarse se resistía a retirarse de la actividad.

La amistad fue otro de los pilares de su existencia. Con vínculos cultivados en la infancia, la juventud y la adultez, surgidos del estudio, de encuentros sociales y laborales y del interés que le despertaban los deportes, formó diversos grupos. El tenis y el golf solía reunirlo con muchos de sus amigos.

Se casó con Cecilia Bonet y del matrimonio nacieron Matilde, socióloga; y Sofía y Eduardo, abogados al igual que su padre. El magistrado fallecido tuvo dos nietas: Francisca e Isabela.