Lula, el líder que puso a Brasil en el centro del mundo
De humilde tornero, pasó a ser uno de los presidentes más influyentes del planeta
| 2 de Noviembre de 2010 | 00:00

BRASILIA.- Los brasileños se quedaron el domingo con las ganas de elegir para un tercer mandato presidencial a Luiz Inácio Lula da Silva, el humilde obrero que cumplió el improbable destino de convertirse en el presidente más popular de Brasil y puso a su país en el centro del escenario diplomático mundial. "La mayoría del pueblo me dio la oportunidad de probar que un tornero mecánico hará por este país lo que la élite política no consiguió", proclamó Lula ante una eufórica multitud tras ganar las elecciones el 27 de octubre de 2002.
El obrero y líder sindical de las fábricas del extrarradio de San Pablo que hacía temblar a los mercados acabó convertido en vedette del mundo financiero y de la escena internacional. Y el domingo consiguió que los brasileños eligieran a su delfina Dilma Rousseff como su sucesora.
UNA HISTORIA DIFICIL
"Cuando el nordestino no muere antes de los cinco años, sobrevive mucho tiempo", afirma el presidente, evocando su difícil historia y pobre infancia. Lula nació en el árido y paupérrimo noreste de Brasil hace 65 años, en octubre de 1945, en el seno de una familia de ocho hermanos abandonada por el padre, y a los siete años llegó a San Pablo como millones de sus coterráneos atraídos por la prometedora capital industrial de Brasil. Fue vendedor ambulante y lustrabotas; a los 15 años inició su formación de tornero mecánico, y al final de los '70 se convirtió en el líder sindical que dirigió una histórica huelga que desafió a la dictadura (1964-85).
Tres veces fue candidato presidencial y perdió al frente de su Partido de los Trabajadores (PT), que fundó con sindicalistas, movimientos sociales e intelectuales de izquierda. En su cuarta candidatura, las presidenciales de 2002, decidió aplicar el sentido práctico que luego catacterizó a su gobierno: se alió a José Alencar, un millonario empresario conservador que ha sido su vicepresidente, escribió una "carta a los brasileños" comprometiéndose con el rigor fiscal y la estabilidad económica, y llegó a la presidencia con 53 millones de votos.
Su promesa: luchar contra la pobreza en uno de los países más desiguales del mundo. La combinación de bonanza económica y programas sociales que permitieron sacar a 29 millones de brasileños de la pobreza ayudaron al carismático Lula a ganar su actual popularidad que supera el 80%, y su gran triunfo es que agradó a ricos y pobres. "Los brasileños votaron el domingo por el bienestar y la mejora del nivel de vida que experimentaron en los últimos ocho años, y eligieron a Dilma Rousseff porque era la candidata de Lula y no podían elegirlo a él", resume Marco Antonio Teixeira, politólogo de la Fundación Getulio Vargas.
UN ESTILO NUEVO
Defensor del mundo en desarrollo, el presidente que un día gritó que "de poco sirve ser invitado al postre en el banquete de los poderosos" ha sido uno de los pilares de la creación de un nuevo estilo de gobierno internacional que da creciente protagonismo a las grandes economías emergentes antes obviadas por las industrializadas.
El presidente vivió también momentos difíciles: en 2003 llegaba al poder con una grave crisis financiera impulsada por la desconfianza de los mercados hacia su gobierno. Y en 2005 enfrentó un gravísimo escándalo de corrupción que casi le costó una moción de censura, cuando su partido fue acusado de pagar sobornos en el Congreso, a través de una millonaria contabilidad ilegal. La cúpula de la agrupación cayó como resultado del escándalo. Más recientemente sus críticos le echan en cara sus acercamientos a Irán. Con todo, deja el poder con una popularidad histórica.
NEGOCIADOR
Nadie espera que Lula se retire de la vida política, en la que está presente desde hace más de tres décadas. Para los analistas, Lula se lleva consigo un capital del que Dilma Rousseff aún carece: su capacidad negociadora.
El obrero y líder sindical de las fábricas del extrarradio de San Pablo que hacía temblar a los mercados acabó convertido en vedette del mundo financiero y de la escena internacional. Y el domingo consiguió que los brasileños eligieran a su delfina Dilma Rousseff como su sucesora.
UNA HISTORIA DIFICIL
"Cuando el nordestino no muere antes de los cinco años, sobrevive mucho tiempo", afirma el presidente, evocando su difícil historia y pobre infancia. Lula nació en el árido y paupérrimo noreste de Brasil hace 65 años, en octubre de 1945, en el seno de una familia de ocho hermanos abandonada por el padre, y a los siete años llegó a San Pablo como millones de sus coterráneos atraídos por la prometedora capital industrial de Brasil. Fue vendedor ambulante y lustrabotas; a los 15 años inició su formación de tornero mecánico, y al final de los '70 se convirtió en el líder sindical que dirigió una histórica huelga que desafió a la dictadura (1964-85).
Tres veces fue candidato presidencial y perdió al frente de su Partido de los Trabajadores (PT), que fundó con sindicalistas, movimientos sociales e intelectuales de izquierda. En su cuarta candidatura, las presidenciales de 2002, decidió aplicar el sentido práctico que luego catacterizó a su gobierno: se alió a José Alencar, un millonario empresario conservador que ha sido su vicepresidente, escribió una "carta a los brasileños" comprometiéndose con el rigor fiscal y la estabilidad económica, y llegó a la presidencia con 53 millones de votos.
Su promesa: luchar contra la pobreza en uno de los países más desiguales del mundo. La combinación de bonanza económica y programas sociales que permitieron sacar a 29 millones de brasileños de la pobreza ayudaron al carismático Lula a ganar su actual popularidad que supera el 80%, y su gran triunfo es que agradó a ricos y pobres. "Los brasileños votaron el domingo por el bienestar y la mejora del nivel de vida que experimentaron en los últimos ocho años, y eligieron a Dilma Rousseff porque era la candidata de Lula y no podían elegirlo a él", resume Marco Antonio Teixeira, politólogo de la Fundación Getulio Vargas.
UN ESTILO NUEVO
Defensor del mundo en desarrollo, el presidente que un día gritó que "de poco sirve ser invitado al postre en el banquete de los poderosos" ha sido uno de los pilares de la creación de un nuevo estilo de gobierno internacional que da creciente protagonismo a las grandes economías emergentes antes obviadas por las industrializadas.
El presidente vivió también momentos difíciles: en 2003 llegaba al poder con una grave crisis financiera impulsada por la desconfianza de los mercados hacia su gobierno. Y en 2005 enfrentó un gravísimo escándalo de corrupción que casi le costó una moción de censura, cuando su partido fue acusado de pagar sobornos en el Congreso, a través de una millonaria contabilidad ilegal. La cúpula de la agrupación cayó como resultado del escándalo. Más recientemente sus críticos le echan en cara sus acercamientos a Irán. Con todo, deja el poder con una popularidad histórica.
NEGOCIADOR
Nadie espera que Lula se retire de la vida política, en la que está presente desde hace más de tres décadas. Para los analistas, Lula se lleva consigo un capital del que Dilma Rousseff aún carece: su capacidad negociadora.
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