¿Florecerá en el desierto un oasis de energía de alta tectología

Especial para EL DIA de national Geographic

Un "oasis" de energía renovable programado para ser construido este año puede servir como un campo de pruebas para nuevas tecnologías diseñadas para llevar vida verde al desierto.

El centro de investigaciones planeado es parte del Proyecto del Bosque del Sahara, pero eso no significa que será construido en Africa. Sahara significa "desierto" en árabe, y el centro será una versión a pequeña escala de complejos verdes masivos que los administradores del proyecto esperan construir en desiertos alrededor del mundo.

Hay expertos examinando sitios áridos en Australia, Estados Unidos, el Medio Oriente y Africa que puedan sustentar las instalaciones de prueba.

"El Proyecto del Bosque del Sahara es una propuesta holística para la creación de trabajos locales, alimentos, agua y energía, utilizando soluciones relativamente sencillas imitando diseños y principios naturales", dice Frederic Hauge, fundador y presidente de Bellona, fundación noruega no lucrativa dedicada al ambiente.

Por ejemplo, invernaderos especiales podrían combinar aire caliente desértico con agua de mar y así generar agua fresca para cultivar, se almacenaría energía solar para generar electricidad, y albercas de algas ofrecerían combustible renovable y fácilmente transportable.

Adicionalmente, al plantar árboles cerca del complejo se atraparían gases de efecto invernadero como bióxido de carbono mientras se restaura cualquier bosque natural perdido por sequías o tala inmoderada.

"Desde mi perspectiva como ambientalista, este puede ser el cambio en las reglas del juego de producir biomasa para alimentos y energía, y cómo lograremos producir agua dulce para el futuro", dijo Hauge. "Nunca me había comprometido o me había entusiasmado tanto como lo estoy ahora".

Pero no todos los expertos son tan entusiastas con el proyecto.

En términos de los planes de reforestación, "tratar de cultivar árboles en el desierto del Sahara no es el enfoque más apropiado", dice Patrick González, ecologista forestal del Centro para el Bosque de Berkeley, de la Universidad de California. Después de todo, aunque en el pasado estaba literalmente verde, el Sahara nunca ha estado densamente boscoso.

"Puedo imaginar que este esquema y tipo de tecnología puede funcionar en casos limitados y en ciertas áreas como Dubái, donde están acostumbrados a hacer islas en forma de palmera y rascacielos de 160 pisos de altura", dijo González.

Si el objetivo es restaurar los ecosistemas naturales de un desierto, "sería más efectivo, aunque menos vistoso, trabajar con la comunidad y gente local en el manejo de los recursos naturales".

DE ESPEJISMO A REALIDAD

Hauge, de la Fundación Bellona, responde que replantar árboles -aun en un desierto- es una medida controversial para detener la desertificación y combatir el cambio climático.

De hecho, plantar árboles es una de las estrategias que la fundación y sus asociados han estudiado cuidadosamente como parte de sus esfuerzos para hacer del Proyecto Bosque del Sahara más que un espejismo.

Los miembros del proyecto están haciendo estudios de factibilidad en varios países, y los primeros resultados fueron presentados en diciembre de 2009 en la Conferencia Climática de Copenhague.

Y el centro de pruebas programado para su inminente construcción deberá proveer aún más datos sobre lo bien que funcionaría en vivo el proyecto del paquete de tecnologías verdes.

Los llamados invernaderos de agua marítima, por ejemplo, son básicos y baratos, haciéndolos una piedra angular del proyecto.

El aire caliente del desierto que entra al invernadero es primero enfriado y humedecido por agua de mar. Este aire húmedo alimenta cultivos que están creciendo dentro del invernadero, y después pasa a través de un evaporador, donde el agua de mar fluye calentada por el sol. Cuando el ahora tibio aire húmedo llega a una serie de tubos que contienen agua de mar fresca, se condensa en agua dulce como pequeñas gotas afuera de los tubos y puede ser recolectada.

El proceso imita a uno natural: el agua de mar se evapora por la acción del sol, se enfría y forma nubes, y cae como lluvia.

Sólo del 10 al 15% del aire húmedo se condensa y produce agua potable. El resto fluye hacia afuera para regar los árboles que rodean el complejo, por lo que "el invernadero creará un área alrededor de él que se volverá verde", según Hauge.

El centro también probará el uso de luz del sol concentrada, el cual usa espejos para enfocar la luz solar en tanques de agua y calentadores. La concentración de luz crea vapor súper caliente dentro de los tanques y puede dar energía a turbinas de vapor, generando electricidad.

La energía que no se utilice para hacer funcionar el complejo, puede ser enviada a las comunidades locales.

De manera parecida, el combustible basado en biomasa proveniente de los fotobioreactores del centro puede ser fácilmente exportable, dijo Hauge.

Los estanques podrán cultivar algas a través de la fotosíntesis en albercas de poca profundidad de agua salada a cielo abierto. Los aceites grasosos de las algas pueden cosecharse como biocombustible rico en energía.

Se ha demostrado que algas crecidas en laboratorio generan más de 30 veces más aceite que otras plantas usadas para hacer biocombustibles, señala el Laboratorio Nacional de Energía Renovable. Y cultivar algas en estanques no exige tierra valiosa cultivable, dijo Hauge.

LLAVE DEL EXITO

Hauge dijo que ha recibido una "fantástica respuesta" de algunos gobiernos, y tiene la esperanza de construir las primeras instalaciones a escala-completa dentro del siguiente par de años.

González, de la Universidad de California en Berkeley hizo notar que, en Africa al menos, hay ya programas a través del continente que están batallando con asuntos "verdes" en el desierto mediante dar a la gente local los derechos de los recursos naturales existentes.

Dichos programas han demostrado efectividad y sustentabilidad en el manejo de los recursos y en restauración de ecosistemas sin complejos arreglos tecnológicos.

Hauge, del Proyecto de Bosques del Sahara, concuerda que el involucramiento de la comunidad local es clave, haciendo ver que el proyecto puede descansar en la gente local para mantener el complejo.

"Para trabajar en países en desarrollo, se necesita tecnología que es fácil para los pueblos locales" para poder operar, dijo. "Estamos muy conscientes de cómo esto es abordado por las comunidades locales".

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE