Gabriella María Testoni

Su fallecimiento

Honestidad, fuerza de voluntad inquebrantable y una gran capacidad de trabajo fueron algunas de las cualidades que enriquecieron la personalidad de Gabriella María Testoni, quién falleció el 31 de enero pasado; su partida provocó un profundo dolor no sólo entre sus familiares sino también entre quienes la conocieron y respetaron a lo largo de su vida.

Nació el 7 de febrero de 1960 en Chicago, Estados Unidos. Su padre, Víctor Pellegrino Testoni, ingeniero civil, trabajó durante algunos años en ese país acompañado por su esposa, María del Carmen Laborde. De regreso a La Plata la familia creció con la llegada de sus hermanos Víctor Carlos y Mariana Inés.

Cursó sus estudios primarios y secundarios en el colegio Corazón Eucarístico de Jesús, establecimiento en el que se destacó por su aplicación al estudio y por la forma en la que se relacionó con sus compañeras, muchas de las cuales se convirtieron en amigas que continuó frecuentando. Tan importante fue para ella mantenerse esos vínculos que en el mes de diciembre promovió reuniones con sus compañeras de secundario y con sus compañeros universitarios.

Con la influencia que ejerció la profesión de su padre, se inscribió en la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de La Plata. Luego de completar su formación académica, obtuvo el título de Ingeniera Hidráulica en septiembre de 1983, Ingeniera Civil en marzo de 1984 y en Construcciones en diciembre del mismo año.

El 7 de marzo de 1986 se casó con el médico Hugo Marcelo De Carli y de la unión nacieron sus hijas María Cecilia y María Inés, quienes conformaron uno de sus pilares más sólidos y entrañables.

Su vida profesional se caracterizó por tener una gran capacidad de organización y por su predisposición hacia temas vinculados a la innovación tecnológica aplicada a su actividad. Encaró múltiples proyectos viales y en la actualidad se desempeñaba como vicepresidente de Consultores Argentinos Asociados SA -CADIA-, firma que fundara y que preside su padre.

En relación a su tiempo libre le gustaba viajar, ir al cine, reunirse con amigos y familiares, además mientras su salud se lo permitió jugó al tenis y practicó natación.

Desde 2001 luchó incesantemente y en forma silenciosa contra un cáncer invasivo, pero ni siquiera en las etapas más dolorosas de la enfermedad manifestó una sola queja a quienes la rodeaban. Abrazó la vida con todas sus fuerzas y según relataron sus familiares, siempre tuvo un espíritu comprensivo con quienes la rodeaban; hasta último momento les demostró una gran solidaridad y amor.

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