Los artistas callejeros
| 18 de Abril de 2010 | 00:00

Las manifestaciones de "street art", o "arte callejero", involucran diferentes técnicas: grafiti en aerosol, "tagging", aplicación de plantillas o "stencils". Con antecedentes contemporáneos en la Nueva York de los años '60 y la psicodelia californiana de fines de esa década, tienen un ingrediente de reivindicación social o comunitaria que en ocasiones se plasma a través de la parodia, el humor o la ironía.
Algunos de los cultores del street-art buscan paredes en blanco y piden autorización a sus dueños para pintarlas, en sintonía con los expertos que postulan que más allá de los valores estéticos, "la diferencia entre el arte y el delito de daño a la propiedad ajena es el permiso" -una de las muchas visiones en torno al fenómeno. Estos jóvenes se "despegan" de aquellos que simplemente adquieren un aerosol y garabatean leyendas futboleras, cargadas o advertencias entre pandillas.
De cualquier modo, los grafitis son un problema del que no están exentas las metrópolis del "primer mundo"; por citar sólo un ejemplo, la página de Internet de la ciudad de Santa Ana, en el condado de Orange estadounidense, incluye "tips" gráficos para reconocer si "su hijo de 12 a 18 años es un tagger", describiendo indumentaria -buzos con capucha, gorro y bandana para eludir miradas indiscretas, pantalones holgados, zapatillas deportivas- y equipamiento -mochila decorada, aerosoles, plantillas, marcadores indelebles de trazo grueso, cuaderno para bocetos, guantes-.
Algunos de los cultores del street-art buscan paredes en blanco y piden autorización a sus dueños para pintarlas, en sintonía con los expertos que postulan que más allá de los valores estéticos, "la diferencia entre el arte y el delito de daño a la propiedad ajena es el permiso" -una de las muchas visiones en torno al fenómeno. Estos jóvenes se "despegan" de aquellos que simplemente adquieren un aerosol y garabatean leyendas futboleras, cargadas o advertencias entre pandillas.
De cualquier modo, los grafitis son un problema del que no están exentas las metrópolis del "primer mundo"; por citar sólo un ejemplo, la página de Internet de la ciudad de Santa Ana, en el condado de Orange estadounidense, incluye "tips" gráficos para reconocer si "su hijo de 12 a 18 años es un tagger", describiendo indumentaria -buzos con capucha, gorro y bandana para eludir miradas indiscretas, pantalones holgados, zapatillas deportivas- y equipamiento -mochila decorada, aerosoles, plantillas, marcadores indelebles de trazo grueso, cuaderno para bocetos, guantes-.
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