Obstáculos y barreras para discapacitados

En una recorrida por la cuadrícula conformada por las calles de 1 a 7, y de 38 a 44, encontraron 26 automóviles mal estacionados

Una camioneta Traffic estaciona justo donde está ubicada la rampa, en la esquina de 13 y 46, en nuestra ciudad. Claudio Bologna (44) espera sobre su silla de ruedas, paciente. Al fin la Traffic enciende su motor, y deja la rampa libre. Pero las ruedas de la silla se atascan, Bologna forcejea, en una riña de brazos, venas y corazón que se rebelan contra la desidia.

Finalmente, Bologna puede cruzar la calle, con destino a la sede de IOMA, ubicada en 46 entre 12 y 13.

“No sólo tenemos que luchar contra los automóviles mal estacionados. También tenemos que hacerlo contra las zanjas que separan las rampas del asfalto”, advierte Claudio, que aprendió a cruzar porque hizo un curso.

“El puede cruzar porque es fuerte, pero imaginate una persona mayor, o alguien con problemas de salud”, interviene Daniel Kalbermatter, de la Asociación discapacitados en marcha (ADEM).

ADEM, junto a la ONG “Ir por la senda”, que coordina Pablo Pérez, y un grupo de universitarios hizo un relevamiento de los obstáculos para los discapacitados que hay en la Ciudad.

Las principales barreras que encontraron fueron la falta de rampas en las esquinas, y los problemas para utilizar el transporte público de pasajeros, ya sea colectivos de línea, trenes, e incluso taxis y remises, que suelen “no frenar” ni bien ven una silla de ruedas, según relata Bologna.

“¡Para acceder a Reconocimientos Médicos de la Provincia (lugar al que los discapacitados deben ir para hacerse la revisación médica antes de ingresar a la administración pública) hay que subir una escalera con 12 escalones!”, trona Kalbermatter.

ALTO RIESGO

“Encontramos rampas mal construidas en las esquinas que van de 44 a 50, sobre calle 13”, contó Bologna.

Es que las bajadas de discapacitados tienen una acequia al finalizar que hace que las ruedas se traben. “Es imposible subirlas si uno no ha adquirido la destreza necesaria”, informa Bologna, que trabaja de changarín en una empresa de confección de calzado.

“Un amigo, que me dio una mano”, expresa Bologna, que vive en Los Hornos y para trasladarse a su lugar de trabajo tiene que hacer 18 cuadras, porque los colectivos no tienen las rampas. O, mejor dicho, sí las tienen, pero no las pueden desplegar debido a que “les quitaron el motor” porque la rampa desplegada choca contra las lomas de burro, dijo Bologna.

“No hay colectivos adaptados para la silla. Y si hay alguno, no sabemos los horarios. He estado dos horas esperando que alguno me lleve. Así que voy remando en silla. Pero faltan rampas. Cruzar la 131 viniendo desde Los Hornos al centro es una misión de alto riesgo para nosotros”, confiesa Bologna.

VIAJAR EN TREN

“Abordar el tren es una tarea titánica”, asume Bologna. En efecto, la semana pasada intentó viajar en tren desde La Plata hasta Berazategui, pero no pudo hacerlo, porque el servicio no cuenta con una rampa para que los discapacitados puedan acceder a la formación.

“Consultamos al personal del ferrocarril y la única solución que nos dieron fue que los efectivos policiales suban al discapacitado al furgón y avisar por handy cuando la formación llega a donde el discapacitado se dirige, para que otros efectivos lo ayuden a bajar”, lamentó Kalbermatter.

Y ahondó: “¡La policía no está para eso! Además en el furgón se viaja muy mal, y es el lugar más inseguro del tren”. Y Bologna añadió: “En el furgón no hay cinturones, ni de dónde agarrarse. Además están las bicicletas, y se mueve mucho. Es muy fácil caerse”.

MAPA DE DIFICULTADES

Jonatan Cognetti (de Ir por la senda) junto a un grupo de estudiantes universitarios de diferentes facultades, realizó un relevamiento que incluyó una primera cuadrícula que fue de calle 1 a 7 y de 38 a 44. “Allí encontramos 26 autos mal estacionados sobre la vereda y otros obstáculos de comercios de la zona”, informaron desde esa asociación.

Desde las asociaciones de discapacitados consultados coincidieron en que no sólo se trata “de que las autoridades tomen conciencia” del tema. “Se puede colaborar, y el ciudadano también puede hacerlo, librando de obstáculos sus veredas, no estacionando en las bajadas, educando y explicándole a sus hijos”, afirmó Pérez.

“Si cuando estamos por hacer algo de esto, miramos hacia adentro y recorremos amigos, familiares, conocidos, seguramente tendremos una persona con discapacidad por quien hacerlo. En uno de cada 5 hogares hay un discapacitado”, expresó Pérez.

2 MILLONES

La Provincia tiene un total de 13.050.554 habitantes. De esa cifra, un 12,5 por ciento son discapacitados. Son casi 2 millones, pero hay que advertir que sólo se cuentan los discapacitados con certificado. De este porcentaje, el 43,2 por ciento tiene discapacidad motriz.

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