Boris Vian, entre el espanto y la diversión

Por AMILCAR MORETTI

"- Pero qué es lo que hay que hacer?

"- Estar en el suelo -dice Anne-. Estar en el suelo, sobre esta arena, en medio de la brisa y con la cabeza vacía; o andar y verlo todo, o hacer cosas, hacer casas de piedra para la gente, darles coches, luz, todo lo que todo el mundo pueda tener, para que ellos puedan no hacer nada también y permanecer en la arena, al sol, y tener la cabeza vacía, y hacer el amor a las mujeres." Este es un fragmento de la novela "El otoño en Pekín", de 1947, escrita por el francés Boris Vian.

Esta noche, a las 22, por la señal Europa se podrá un curioso e inhallable documental sobre Boris Vian, no sólo novelista, poeta y dramaturgo. Muerto en 1959 a los 39 años mientras veía en un cine una de sus películas, puede definírselo no ya como un artista múltiple sino como un creador integral, completo y mixturado. Algo así como un autor de formas expresivas y exploraciones estéticas especiales, híbridas y de cruce. Además de escribir, fue buen trompetista de jazz, editor de música, actor de cine y teatro, traductor, compositor de ópera, autor de canciones populares, miembro de la intelectualidad parisina de la segunda posguerra junto a Sartre y Camus, integrante saliente del Colegio de Patafísica (una teoría del absurdo o "ciencia de las soluciones imaginarias" de principios de siglo XX de notable vigencia aún) y, además, ingeniero.

Hombre de muchos rostros e inclasificable en el llamado arte, su obra -no demasiado conocida- goza de muy buena salud aunque en su momento no fue reconocida del modo debido. Sufrió persecuciones y censura, ya por considerarse que su obra ponía demasiado acento en el sexo y la violencia y sostuvo un largo proceso por haber firmado con seudónimos novelas que no habían caído bien a las autoridades. La crítica especializada lo acompañó por momentos y, en otros, lo abandonó e, incluso, se le puso en contra. Como pensador de la Patafísica (puede aludirse al argentino, también poco difundido, Macedonio Fernández), Vian junto a sus colegas fue un reflexivo de lo cómico como rebelión contra los dogmas instaurados, que incluye tanto a la sociedad burguesa de su época como la corriente de comunismo rígido. En el capitalismo no le fue del todo bien aunque pudo exteriorizarse con más o menos limitaciones; en los países del socialismo blindado de la Guerra Fría le hubiese ido mucho peor aún como antiburgués.

Vian firmó sus novelas con seudónimos, por ejemplo Vernon Sullivan, para su thriller estilo norteamericano, "Escupiré sobre vuestra tumba"(1946). Sus obras mayores son "La espuma de los días" (1947), una desgarradora historia de amor de actualidad; la citada "El otoño en Pekín" y "El arrancacorazones" (1953). Sus piezas escénicas, dentro del teatro del absurdo (Ionesco, Beckett), trabajan diálogos inconexos y conductas incomprensibles para registrar lo absurdo de la existencia humana: "L'équarrissage pour tous", representada por vez primera en 1950, es una comedia negra ambientada en un matadero en 1944; "Los constructores del imperio", estrenada en 1959, es una suerte de tragedia burlesca en la que una familia es conducida escaleras arriba en su propia casa por un extraño personaje.

En lo personal, aparte de su lectura, puedo dar testimonio de una edición de la argentina De la Flor, de 1971, que bien harían en leer los jóvenes hoy para encontrar bases y antecedentes a su propio pensamiento cuestionador o descreído de convenciones insostenibles, pero también para ver que no todo se inventó hoy. "Es que todo el humor, la pasión, el sarcasmo, la ternura, el odio a la policía y a los ejércitos, la ampliación de la geografía corporal de las mujeres, un itinerario que antes se hacía hasta el cuello), que contienen su teatro, su poesía, sus novelas, junto con la falta de respeto a la cárcel de las palabras, convierten a su obra en posible objeto de varias lecturas. "El arrancorazones", sin duda la novela más perfecta que escribió, se mueve extrañamente entre los dos polos que signan su obra: uno que se contrae y uno que se expande, tejiendo entre ambos una trama entre poética y dantesca. En ella cabe todo: una aguda sátira al psicoanálisis, otra a la teoría de la libertad y la elección de Sartre y lo que el lector alerta quiera encontrar, sumido en la diversión y el espanto.", dice el anónimo prologuista local hace 40 años en el libro mencionado.

"V, como Vian" es un informe-documental de este año, producido para la televisión. Vale la pena. Hoy a las 22, se dijo. Hace respirar con aire nuevo la cabeza del espectador dispuesto.

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