Señales falsas en el camino

Por Alejandro Castañeda

Lo falso es cada vez más real. Cuadros, títulos profesionales, mediciones todo se disfraza. Hay un film en cartel, "La mentira", que trata de un estafador que ha hecho tan real y consistente su fraude, que se acaba enamorando de su perversa creación y termina abrazado a su mentira. Todos los días el mundo da señales de alguna impostura. Ahora aparecieron apócrifas señales de tránsito en diagonal 74. Son carteles permisivos que permiten andar más rápido, cosa de darles el gusto a los automovilistas apurados. Están bien hechos, aunque los expertos juran que no resisten una mirada exhaustiva. Pero claro, hay tan pocos carteles reales para poder cotejar, que lo engañoso acaba siendo legítimo.

Todo empezó cuando se supo de la existencia de un intruso cartel que indica "100" como velocidad máxima en el camino a Punta Lara. La advertencia causó preocupación entre los vecinos que transitan diariamente por la diagonal 74 y generó reclamos acerca de la validez de esa señalización. El cartel, que antecede a una sucesión de señales de velocidad máxima decreciente, se encuentra unos metros antes de la entrada del predio donde se está construyendo la Central Termoeléctrica Ensenada de Barragán, y es divisable cuando se transita el camino desde La Plata hacia Punta Lara. Según se indicó desde la delegación de Punta Lara de la Dirección de Vialidad provincial, el cartel "fue colocado por la empresa constructora sin que se pidiera la autorización requerida para la instalación de señales viales". Por ello, se explicó, ya se les requirió a los responsables de la obra que retiren los carteles. La confusión sobre la validez de los carteles surge de su diseño, que imita fielmente el de los confeccionados por la Dirección de Vialidad. Sin embargo, desde esa dependencia se aclaró que no se confeccionan allí señalizaciones con ese límite. "En las rutas provinciales hay carteles de 110 o de 80, además de los de cifras menores, pero no de 100", se explicó.

Al menos una aclaración oportuna. Aunque, se sabe, detrás de cada aprovechador, suele haber un descuido que facilita su aparición. Son tan pocas las señales camineras legítimas y tan poco claras, que más de un fraudulento vocacional se habrá sentido tentado de asumir por cuenta propia la responsabilidad que Vialidad ignora. Nuestro menguante parque de señales sin duda le abre un horizonte prometedor a los amigos de las truchadas. El asunto que reveló este diario, acaso obligue a Vialidad a quitar los avisos que no corresponden y agregar alguno genuino en su lugar. Mientras tanto, si se acepta que hay fanáticos de las precauciones lanzados a poner señales truchas, sería bueno que, hasta tanto Vialidad se decida a ubicar los suyos, instalen algunas señales hechas de apuro, por ejemplo en las rotondas (donde nada avisa quién tiene prioridad de paso) o "algún conserve su derecha" en la autopista, como para darle aire benefactor a su camuflaje.

Alguna vez dijimos que Vialidad, tan preocupada como dice estar por los altos índices de accidentes, debería tomar nota de su falta de señales en las carreteras. Argentina es de los pocos países de la Tierra donde al llegar a una rotonda nadie sabe qué hacer. Y la culpa es de Vialidad, que debe tener diez genios bien pagos encargados del marketing de la imprudencia, pero se hace la distraída y se olvida de instalar signos de advertencias en las cruces vitales.

Ante tamaña ausencia, algún automovilista inspirado, que siempre llegaba tarde, se atrevió a fijar límites por su cuenta. Es una impostura más en un escenario recargado de dobleces. Con señales inciertas, todo camino es equivocado. Hace poco una sigilosa imagen de tránsito en el Centenario se cansó de fabricar infractores. Estaba semi oculta y trabajaba a favor del radar no de la prevención. Ahora, una señal falsa invita a andar más ligero. Pasa siempre: cuando lo real escasea, lo falso gana terreno.

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