Ramón Miralles
| 10 de Mayo de 2011 | 00:00

Su fallecimiento
Fidelidad a sus convicciones, solvencia profesional y compromiso sin retaceos con la función pública caracterizaron a Ramón Miralles, quien falleció a los 90 años. Protagonista en la vida institucional de la Provincia y el país durante la segunda mitad del siglo XX, supo poner su integridad al servicio de los múltiples cargos para los que fue designado y jugó, junto con su familia, un papel clave en la búsqueda de justicia para los responsables de crímenes perpetrados durante la última dictadura.
Hijo de Carmen Zuviría y Pedro Ramón Miralles -marino de guerra de origen español-, hermano mayor de Ricardo, Oscar y Osvaldo, Ramón nació en la capital federal el 15 de agosto de 1920. Su infancia y parte de su adolescencia transcurrieron en Lanús; el resto en La Plata, donde los Miralles llegaron a mediados de los años '30 para radicarse cerca de la plaza Adolfo Alsina. En diciembre de 1945, meses después de graduarse como abogado en la Universidad Nacional de La Plata, Ramón se casó con María Delia Arana; la pareja se mudó a 12 y 40, y tuvo dos hijos -Julio César y Carlos Enrique- que se prolongarían en cinco nietos: Ramón, Lucrecia, Ana Julia, Dolores y Amparo.
De origen radical, enrolado en la vertiente "intransigente" que lideró Arturo Frondizi (UCRI), en 1958 fue designado secretario de gobierno por el titular del Ejecutivo bonaerense, Oscar Alende; durante su gestión, creó la Asesoría General de Gobierno. En la breve presidencia de José María Guido (1962) tuvo a su cargo la Dirección Nacional de Vialidad y la subsecretaría de Obras y Servicios Públicos.
En 1973, tras una década abocado a la actividad privada, volvió al gabinete provincial como ministro de Economía de Oscar Bidegain; ratificado por su sucesor Victorio Calabró, fue destituido por el golpe de marzo de 1976. Un año después, tras responder públicamente acusaciones del gobernador de facto Saint-Jean, un grupo armado irrumpió en su casa en su ausencia y secuestró por varios días a su esposa e hijos, su nuera, sus hermanos e incluso la empleada doméstica.
Miralles se presentó ante la Justicia, fue detenido y trasladado a centros clandestinos en los que permaneció 14 meses bajo amenazas y torturas. A poco de iniciado el gobierno constitucional de Raúl Alfonsín, una denuncia suya permitió detener a Ramón Camps y Miguel Etchecolatz, poniendo en marcha los mecanismos legales y políticos que llevarían al Juicio a las Juntas. Como represalia, un escuadrón parapolicial secuestró por unas horas a su esposa, irrumpió en el estudio jurídico de su hijo Julio César -juez federal- y baleó la casa familiar. Sobrevino entonces un período de "asilo" en La Rioja, donde Ramón, Delia y sus hijos fueron alojados temporariamente por el gobernador Carlos Menem.
Interventor de la Inspección Nacional de Justicia en los '90, vivió en la capital federal hasta 1997, cuando regresó a City Bell. Asiduo y ferviente participante de eventos tangueros, el cariño de los suyos fue -tras enviudar en 2002- el refugio en el que transcurrieron sus últimos años, jalonados por el reconocimiento que su probidad le valió a lo largo de medio siglo.
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