Cuando riñón y corazón se dañan entre sí
| 25 de Julio de 2011 | 00:00

Las patologías renales pueden dañar el corazón y las dolencias cardiacas originar disfunciones en el riñón. El llamado síndrome cardio-renal es una situación de enfermedad aguda o crónica que, al afectar a uno de los dos órganos, repercute en el otro.
Los enfermos renales padecen enfermedades cardiovasculares con mayor frecuencia que el resto de la población, indica Alberto Martínez Castelao, presidente de la Sociedad Española de Nefrología.
Asimismo, la Federación Nacional de Asociaciones para la Lucha contra las Enfermedades Renales (ALCER) y el Hospital USP San Camilo de la capital de España afirman que "la enfermedad cardiovascular aumenta de 20 a 30 veces en los pacientes renales".
Pero el proceso también funciona a la inversa, ya que las patologías coronarias pueden repercutir desfavorablemente en los riñones.
"Cuando el corazón está enfermo se puede segregar una serie de sustancias que afectan al riñón y que hacen disminuir el flujo plasmático renal, es decir, el aporte de sangre al riñón", explica el doctor Martínez Castelao.
La enfermedad
Se llama síndrome cardio-renal a "situaciones de enfermedad aguda o crónica que afectando a uno de los dos órganos repercuten en el otro", apunta el nefrólogo.
Existen cinco subtipos de esta enfermedad en función de que se vea afectado primero uno u otro órgano y de si se trata de una situación aguda o crónica.
En la clasificación se tiene en cuenta "la fisiopatología, el periodo de tiempo y la naturaleza de la patología cardiaca y renal concomitante", se indica en el sitio web "cardioatrio.com".
Según este portal, ideado exclusivamente como medio de consulta para los profesionales médicos interesados en las enfermedades cardiovasculares, el síndrome cardio-renal de tipo uno refleja "un empeoramiento brusco de la función cardiaca que ocasiona secundariamente daño renal".
El de tipo dos, por su parte, consiste en una "alteración crónica de la función cardiaca que causa insuficiencia renal crónica progresiva".
En el tercer estadio, llamado síndrome renocardíaco agudo, se da un "empeoramiento brusco de la función renal que causa disfunción cardiaca aguda (insuficiencia cardiaca, arritmias o isquemia)".
El cuarto tipo de síndrome cardio-renal supone un "estado de insuficiencia renal crónica que contribuye a la disfunción cardiaca, hipertrofia cardiaca y al aumento de riesgo de eventos cardiovasculares".
El quinto nivel es "una condición sistémica que causa ambas disfunciones: cardiaca y renal".
En este último estadio se da "prácticamente a la vez la lesión de los dos órganos", explica el doctor Martínez Castelao.
Primera causa de fallecimiento
"La enfermedad cardiovascular es la primera causa de fallecimiento en la población general y la incidencia aumenta cuando existe lesión renal", manifiesta Paloma Sanz, especialista de ALCER.
"Las principales causas de enfermedad renal son la diabetes y la hipertensión que, junto con la arteriosclerosis, producen un daño en los pequeños vasos de todo el organismo, principalmente en el riñón", sostiene la experta.
Sanz afirma que la enfermedad renal no suele presentar síntomas hasta que está en fases muy avanzadas. Por ello, recomienda solicitar estudios de la función de los riñones a quienes formen parte de un grupo de riesgo como diabéticos, hipertensos, enfermos cardiópatas o personas con antecedentes familiares de enfermedad renal.
Martínez Castelao considera importante conocer cuál es el porcentaje de funcionamiento de los riñones en los enfermos cardiópatas. Del mismo modo, cree necesario asegurarse de que no se han visto afectados el corazón ni las arterias en los enfermos renales.
"Si conocemos cómo está el daño del corazón o de los riñones en cada una de esas situaciones, podemos intentar frenar la progresión de la enfermedad renal en el cardiópata o la progresión de la enfermedad cardiaca en el enfermo nefrópata", señala.
"El diagnóstico es lo más importante para que, a partir de ahí, podamos tomar medidas de prevención", apunta el nefrólogo.
Tratamiento
Las primeras medidas a adoptar son las generales, las que tienen que ver con la dieta, el estilo de vida y el ejercicio físico. En este sentido, el doctor Martínez Castelao recomienda rebajar la sal en las comidas y llevar una dieta equilibrada. Asimismo, el facultativo aconseja "salir a caminar una hora diaria".
Del mismo modo, los especialistas de ALCER y del Hospital USP San Camilo sugieren dejar de fumar, moderar el consumo de alcohol y mantener el nivel de azúcar en sangre por debajo de 126 mg/dl.
Sin embargo, cuando estas actuaciones no han resultado efectivas, es necesario recurrir a medidas de carácter farmacológico. Se trata de medicamentos indicados "para el manejo de la presión arterial, de la diabetes y de los lípidos", explica Martínez Castelao.
"En los enfermos renales, el colesterol y las fracciones de los lípidos deben estar bien controladas para que no se formen placas de ateroma en las arterias y estos pacientes puedan morir de un infarto de miocardio o de un problema vascular cerebral. Algo muy frecuente", asegura.
El síndrome cardio-renal es una patología de carácter bidireccional. Por ello, proteger los riñones es una buena medida para cuidar el corazón.
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