Más mujeres en "zona masculina"

Una plomera, una mecánica y una contrabajista se animan en tierras tradicionalmente dominadas por hombres. Las historias

Adriana Zenere, 41 años, casada, cuatro hijos. Hasta ahí, nada de los datos personales llama la atención en esta vecina de Tolosa. En cambio, cuando alguien le pregunta a qué se dedica, la respuesta sorprende: "plomera", dice, o "gasista", y cuesta imaginarla vestida con ropa de fajina y en una actividad hasta ahora exclusiva de los hombres, entre caños, llaves de paso y codos. Ellas avanzan en los terrenos que las tradiciones marcaron como vedados a las mujeres y lo hacen, incluso, venciendo las resistencias del sexo opuesto, que se muestra, todavía, un poco perplejo ante la creciente irrupción del género femenino.

“Algunos plomeros recién se iniciaban y yo les daba indicaciones de cómo montar, por ejemplo, un gabinete de gas”, recuerda Adriana Zenere

Adriana reconoce que el suyo es un "oficio raro" para una mujer. Sin embargo, para ella tiene algo de "familiar", algo de "toda la vida", según cuenta. "Mi papá tenía negocio de sanitarios; ahí trabajé muchos años y me formé dentro del ramo. Yo asesoraba a los clientes sobre bajadas de tanques de agua o instalaciones de termotanques y calefones. Algunos plomeros recién se iniciaban y yo les daba indicaciones de cómo montar, por ejemplo, un gabinete de gas", recuerda.

Con el conocimiento que le brindó la experiencia en el comercio paterno se puso a estudiar. Echó mano de una oferta universitaria, la que desde un proyecto de extensión de la facultad de Arquitectura de la UNLP le permitió capacitarse en lectura de planos e instalaciones, y hoy es contratada por empresas constructoras o particulares que requieren de sus servicios. En su casa es ella quien da las instrucciones cuando su marido, Juan Gabriel, quiere arreglar, por caso, una estufa.

La mujer va ganando espacios y las barreras del género se derriban, aunque a pasos cortos, día a día. Hoy ellas pueden ser taxistas, referís de fútbol, árbitros de básquet, médicas cirujanas, plomeras, mecánicas o albañiles, todos oficios que hasta no hace muchos años eran dominados por los hombres.

En La Plata, las taxistas son las pioneras en esto de elegir trabajos privativos de los varones. Ya no es infrecuente encontrarse con una mujer al volante del servicio de taxis. Pero cuando salieron a la calle tuvieron que salir también a vencer prejuicios, tanto de algunos colegas como de pasajeros que no veían con buenos ojos ser conducidos por manos femeninas.

ANABELA, MECANICA

Otro caso que rompe el molde es el de Anabela Azar, recibida el año pasado de técnica de automotores en el industrial Albert Thomas. Con 19 años y casada, un embarazo de 7 meses la obligó a hacer una "impasse", pero esta joven se mete con eficacia y pasión entre los motores de los vehículos que acercan al taller de Villa Elvira los clientes de su padre, mecánico con largos años en la actividad.

"Esto me gustó siempre, desde chica -dice Anabela-. Lo veía a mi papá con los autos y a mi hermano, que también está muy metido en el taller, y no veía la hora de ser grande para poder dedicarme yo a la mecánica". Ahora también está ansiosa. Primero por recibir a la bebé que nacerá en dos meses, y después, por volver a la fosa y el mameluco, lo que hará una vez que su hija tenga unos meses. Tanto la entusiasman los secretos de un motor que ni bien pueda se inscribirá en la Universidad para estudiar Ingeniería Mecánica y así ser una mujer super especializada en automotores.

UNA SOLA SE LE ANIMA AL CONTRABAJO

Tocar un instrumento musical parece una tarea delicada, en principio, propia de una mujer. Pero un contrabajo, pesado y difícil de manipular, no es, justamente, la herramienta más utilizada por las intérpretes. Lo confirma el hecho de que en la Orquesta Estable del Teatro Argentino sólo una se le anima al arte de ejecutar sus gruesas y largas cuerdas: Adriana González, quien tiene apenas un puñado de colegas en la Argentina.

"Es cierto que no somos muchas. En los países de Europa sí, pero en la Argentina son contadas las contrabajistas. En el Argentino, además de ser la única, soy la primera en la historia de la Orquesta", señala Adriana González.

La intérprete reconoce que sacarle armonía a un contrabajo no es fácil. "Hay que tener mucha fuerza en los dedos porque es necesario mover cuerdas que son largas y pesadas, pero con mucho entrenamiento es algo que se logra", asegura esta artista que además de ejecutar música académica en la Orquesta Estable del Argentino integra el Sonia Possetti Sexteto, donde despunta el gusto que le despierta el tango.

A esta contrabajista en particular, que forma parte de la Orquesta Estable desde 1991, no le costó mucho el ingreso a las filas masculinas de la interpretación musical ("por suerte entré con amigos y conocidos que me hicieron más fáciles las cosas", confía). No obstante, sabe que hay prejuicios, sobre todo en el ambiente tanguero, en el que al principio, afirma, "miran a una mujer de reojo y hay que demostrar que sabemos manejar el instrumento".

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