Polémica por el desalojo de un taller para discapacitados que funcionaba en una iglesia

Miembros de la Asociación de Padres de Hijos Especiales realizaron ayer un corte de calle en 7 y 40 para expresar su malestar por el desalojo de un taller de actividades para jóvenes con capacidades diferentes que funcionaba en la iglesia San Roque. “El cura José nos dejó en la calle”, consignaron en uno de los carteles que colocaron en el frente del templo. José Alvarez, el sacerdote que decidió quitarles el espacio, señaló que estaban avisados de que eso ocurriría: “el taller no tenía un horario fijo de funcionamiento y había muchas cuestiones en las que no nos pusimos de acuerdo”, dijo el religioso.

El taller se llama “Juntos”, se formó hace 18 años y está integrado por 12 personas de la Ciudad de entre 20 y 50 años, algunos de ellos con síndrome de Down y otros con problemas mentales o de motricidad. Unos 8 años atrás acordaron con el sacerdote trabajar en una de las salas de la casa parroquial -40 entre 6 y 7- entre las 8:30 y las 14:30 horas, en ese lapso cocinaban productos panificados y mermeladas que luego eran comercializadas en distintas dependencias públicas y privadas.

“Para los chicos es una salida laboral, una manera de insertarse en la sociedad, además nosotros nos hacíamos cargo de pagar la luz y el gas, pero el sacerdote nos pidió el lugar porque va a realizar otras actividades”, sostuvo Alejandra Saravia, desde hace 6 años coordinadora de los talleres e instructora de cocina.

PUERTA CERRADA

Tras varias avisos de que serían desalojados, finalmente el hecho se concretó ayer cuando los jóvenes se encontraron con la imposibilidad de ingresar al edificio. “Esta mañana el sacerdote cerró el lugar y ordenó que nos sacaran”, dijo una madre que participó de la protesta y remarcó que ese espacio es “de integración social y desarrollo de los chicos”.

El padre de una joven que asiste al taller, agregó que el desalojo no los tomó por sorpresa porque la convivencia ya era “insostenible”, “hacía tiempo que nos habían anunciado que teníamos que dejar el lugar, pero pedíamos tiempo. Ahora estamos abiertos a escuchar otras ofertas”, sostuvo.

Por su parte, el sacerdote coincidió en que en los últimos tiempos hubo varios problemas de convivencia, “en todo este tiempo no se logró mucho, había cuestiones operativas con relación a los alimentos con las que yo no coincidía como por ejemplo el hecho de que no colocaran las fechas de elaboración en los productos. Tampoco tenían un horario fijo de funcionamiento”, apuntó el sacerdote que ya en agosto les había solicitado que dejaran el lugar.

El padre José aclaró además que el espacio que utilizaban los jóvenes de APDHE se destinará a hacer un taller para adultos mayores y negó que persiga con esa actividad algún interés económico, algo que se escuchó decir durante la protesta de padres.

“Con la gente del taller se había firmado un contrato de alquiler simbólico por $ 100 que nunca les cobré, ellos asumieron hacerse cargo de la luz y del gas, pero como la Municipalidad les quitó un subsidio que le daba, eso lo terminé pagando yo. De todas maneras no me importó porque no voy tras los temas económicos. Acá hubo problemas de entendimiento”, concluyó el cura.

En tanto la coordinadora del taller señaló que al menos hubieran necesitado algunas semanas más de plazo para encontrar otro espacio para sus actividades. “El taller depende del Ministerio de Desarrollo Social, cada dos meses los chicos cobran unos 750 pesos, pero lo más importante es que encuentran algo para hacer y fruto de esa actividad se podían pagar los seguros que tiene cada uno, los insumos y, en oportunidades, hasta les quedaba algún dinero”, dijo Saravia.

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