Diego Golombek: un hombre de ciencia

DIEGO GOLOMBEK

En el libro de cuentos “Así en la tierra” el biólogo y escritor Diego Golombek narra más de una docena de relatos que dejan entrever lo no dicho en un tono absurdo, irónico y hasta perverso en donde lo fantástico se asoma por las rendijas de la vida cotidiana.

“Así en la tierra” (Siglo Veintiuno), publicado originalmente en el 2000 y ganador del Premio Nacional de las Artes, hace escala directa en un cuento de este reeditado volumen que resume lo que Golombek buscó mostrar, “aquello que pasa del otro lado, lo que se esconde en los huecos”, dice el polifacético autor. Este reconocido hombre de ciencia, especialista en cronobiología y divulgador de la disciplina, que de a ratos serpentea por la literatura con cuentos, poesías y novelas como “Cosa Funesta”, no duda: “Yo soy un científico que escribe”.

La renovada edición de “Así en la Tierra” integra relatos producidos un poco en talleres literarios y otro tanto en el “exilio voluntario” -como él mismo define su permanencia fuera de Argentina hace dos décadas- e incluye los nuevos cuentos “Decir lo que se siente”, “Noventa minutos de vida” y “Un desconocido en la ruta”, tres intensas historias que no dejan ni un hilo suelto.

Así también Golombek sorprende con “Un cross a la mandíbula”, el relato de un boxeador novato que enfrenta a un ex ídolo en una pelea arreglada que se vuelve real o “El Mapa de las Estrellas”, un cuento protagonizado por una pareja adolescente que traza en código el mapa de moras de la ciudad de Buenos Aires y eso que empezó como un juego se convierte en un foco subversivo para la paranoia estatal.

Golombek se mete con lo imprevisible de levantar a un desconocido en medio de la ruta, con la fantasía del amor cuando éste sólo se alimenta de sonrisas detrás de una ventanilla, con el calvario de un dedo meñique o con lo impensado de un encuentro casual en un pub una noche de año nuevo.

La materia prima de esta selección de catorce cuentos cortos y largos “viene del querer saber que hay más allá de la vida cotidiana: salen de mirar lo no mirado. Dejar vislumbrar algo y que el lector asome su mirada para ver. Esto es lo que más admiro del cine y la literatura y si lo logro me siento Gardel”, dice este científico que más que escritor se siente escribiente.

Para Golombek la matriz que hilvana esta recopilación es “lo fantástico en la vida cotidiana. Si hubiera que encajonarla sería maravilloso estuviera -sin comparaciones- al estilo de la viejísima antología de Bioy Casares-Borges o como ese Macguffin de Hitchcock que te asomás para ver que hay más allá”, cuenta el biólogo, también entusiasta del director cinematográfico inglés.

La creación del lenguaje, el tono y la atmósfera es también la clave de estos cuentos. Ejemplo de ello es “Amor de Primavera”, un soliloquio de un taxista perverso y terrorífico. “Quería buscar cierta complicidad con el lector y colocarlo en ese taxi, con un conductor que se adentra en tu vida. El meterse en el otro porque sí simboliza algo que nos representa muy profundamente”.

Golombek, un hombre de doble vida que combina ciencia y literatura, un trabajo en la Universidad Nacional de Quilmes y talleres literarios, apunta que el humor es el punto de contacto entre ambas facetas, “no puedo pensarme de otra forma”, asegura.

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