Nobuhiro Suwa, Greenaway y el esquimal

Por AMILCAR MORETTI

"Hete aquí, Nobuhiro Suwa convertido en Naomi Kawase", dice un crítico de FilmAffinity. Se refiere a "Yuki y Nina", película franco-japonesa que se proyecta esta noche a las 22. Requiere una explicación la valoración formulada: Suwa, japonés radicado en París, no conocido por el gran público pero muy considerado en los festivales, es uno de cineastas de prestigio mundial que mejor ha logrado la particular fusión y mezcla de culturas, con admiración mutua, que se ha dado entre Japón y Francia. "Una pareja perfecta" su película más recordada aquí, silenciosa y pausada a la manera del temperamento filosófico y artístico de la isla asiática, fue al mismo tiempo una detallada historia sobre los últimos momentos juntos de una pareja que se ama.

En cuanto al otro extremo de la comparación, Naomi Kawase, de apenas 40 años, es quizás hoy la más brillante representante del cine nipón, como se pudo comprobar aquí en "El secreto del bosque" y "Shara", donde la latencia de un ritmo sereno hasta la contemplación estática culmina en una fiesta emocional que trasciende lo material y, en su celebración afectiva, muestra la "gracia" del humano, algo no muy habitual de registrar o reconocer, aún en la práctica de las más sutiles religiosidades actuales. Más claro: "Yuki y Nina" (que puede considerarse novedad porque "nadie" la vio, pese a haber sido estrenada por cable), la historia de dos niñas amiguitas, una japonesa y otra francesa, que deben separarse tras el divorcio de los mayores, es una obra de Sawa que llega a parecer una de Kawase.

El tema es algo complicado para el espectador masivo de televisión y cine pero valgan las aclaraciones aunque más no sean para prevenir. Es cine de sutil emotividad, donde la cámara se detiene y registra los juegos y breves charlas de las chicas, casi sin intervenir. A este estilo se le llama "naturalismo": algo parecido a los ritmos del mundo cotidiano pero sin intervención del hombre para hacer cortes que apuren la acción en la pantalla.

Ahora bien, de a poco "Yuki y Nina" transforma su modo expositivo en un "naturalismo fantástico" (Kawase), ya que después de una hora descriptiva con filmación lenta y pausas (que algunos remiten al cine de Resnais), la última media hora, quizás la mejor, se hunde en la fantasía, el cuento de hadas, el delirio cándido y la gracia de una fabulación que, tal vez, no exista ni sea posible, pero que distingue al humano de las otras especies. Si el humano no puede soñar en asuntos que "no sirvan para nada", que no tengan valor mercantil pero que lo hagan "más bueno y feliz", entonces la Especie "principal" no tiene destino ni arreglo.

Hoy a las 22 por I-Sat.

Rembrandt, Flaherty y Joaquin Phoenix

Ya lo dije la semana pasada. El documental no es sólo un género de Nacional Geographic, en el mejor de los casos. Se trata de un modo de exposición en cine que hoy aventaja en creatividad, autonomía y variedad al género de ficción. En Argentina, desde los años 90, se hace mucho cine documental, que casi nadie conoce ni le interesa. Para medir la importancia de la "documentalidad" en la pantalla, mañana jueves es un día infrecuente. Reponen "Rembrandt: Yo acuso", del británico Peter Greenaway. El más exigente espectador, el más refinado, culto e intelectual es puesto a prueba por el cine del veterano Greenaway. Aquí, una de sus más "extrañas" películas de su "extraña" y fundamental filmografía, toma un clásico de clásicos de la pintura, "La ronda Nocturna" de Rembrandt y pasa revista a 30 interpretaciones sobre la misma, y además indaga en sus misterios sugeridos o comprobados.

Mañana jueves, Film y Arts a las 22.

"I'm Still Here", otra "documentalidad" que juega con el registro del género: Casey Affleck (hermano de Ben) hizo una película sobre el actor Joaquín Phoenix y su anunciado abandono del cine y el estrellato para dedicarse al hip-hop destruido por las drogas prohibidas, el dinero, el éxito, la fama y el insoportable negocio de Hollywood, donde se pierde lo principal: lo que cada uno es y quiso ser. Dicen que la única forma de sobrevivir a Hollywood es, si se tiene habilidad, ganar el dinero allí y salir corriendo cada vez lo antes posible: no menciono ninguno de los muchos ejemplos de destrucción pasados y actuales de Hollywood, pero sí algunos de fuga, siempre: Al Pacino, Woody Allen, Scorsese, De Niro, Brian de Palma.

Imperdible. Mañana a las 22 por I-Sat.

"Kabloonak", de Francia y Canadá, es otra película "rara" e infrecuente que desmiente el lugar tan repetido de que la "televisión es mala" y "nunca dan nada". Esto va tanto para el espectador sin exigencias, que en todos los casos protesta y termina sumido en el producto comercial de turno, como para el público más reclamante, cuya queja se dirige a la "ausencia" de obras de calidad en la pantalla chica, lo cual tampoco es cierto. Existe sí una deficiente información por parte de las programadoras (no son películas de gran convocatoria) así como desorientación y desconocimiento -con algo de comodidad- por parte del televidente "experto" en cine.

"Nanuk, el esquimal", de 1922, es la película considerada el origen del documental. Filmada por Robert Flaherty, un norteamericano fallecido en 1951, trata sobre la vida de una familia de esquimales, o al menos eso es lo que trata de registrar y reconstruir. Con los años y estudios se ha sabido lo que de todos modos no es esencial: algunas escenas o detalles fueron "fabricados" por Flaherty (lo más grueso, por ejemplo, la mujer del esquimal era la esposa de Flaherty), pero la epistemología hoy reconoce que nada de ello es esencial porque el concepto de "verdad" o "veracidad" y "verosimilitud" se conserva y no fue hallado. En cuanto a "Kabloonak", de 1994, toma como referencia a su vez las condiciones y relaciones de personajes que, se supone y se ha comprobado, vivieron Flaherty y los suyos junto a la familia esquimal de Nanuk en el gélido escenario.

Mañana, Europa a las 22.

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