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"En educación es justo decir que todo tiempo pasado fue mejor"

María Celia Agudo de Córsico, educadora universitaria: "Ante Sarmiento, Belgrano y Avellaneda, una se siente débil y culpable". El ingreso a la Universidad. La importancia de la informáticaPor MARCELO ORTALE

"En educación es justo decir que todo tiempo pasado fue mejor"

María C. Agudo de Córsico

4 de Marzo de 2012 | 00:00

"Ser viejo es un don y es un problema. Y un problema muy serio. Usted ve desaparecer a mucha gente querida y entonces se corre el riesgo de pensar que todo tiempo pasado fue mejor. Pero, en lo que se refiere al nivel de educación en nuestro país, ya que lo pregunta, no es un prejuicio de viejo decir que todo tiempo pasado fue mejor".

Quien habla así es María Celia Agudo de Córsico, profesora en Filosofía y Ciencias de la Educación en la Universidad Nacional de La Plata, educadora que enseñó durante años en universidades de Estados Unidos o Francia y a quien la Universidad platense designó en el cargo de Guardasellos, que hoy ejerce, sucediendo en ese puesto a personalidades académicas como Andrés Ringuelet y Carlos Alconada Aramburú.

Habla con fluidez del problema del lenguaje, del conocimiento, de la historia y del presente argentinos -de este último, con un conocimiento profundo de los hechos de actualidad- de la pobreza en que se encuentra mucha gente, de los derechos y obligaciones que no se cumplen, de los valores que faltan, de la República que debe ser fortalecida.

En su casa cercana a la plaza Italia la acompañan más de 4.500 libros, una biblioteca que también se formó por las inquietudes de su fallecido esposo, el médico psiquiatra Rubén Córsico. "Mi marido podía responder a esta consigna: si hay una característica que distingue al ser humano es su capacidad de aprender. Era médico pero se reservaba dos tardes enteras a la semana para estudiar, para actualizarse", dice ella.

Cuando se produjo el golpe militar fue llamada para una entrevista por parte de uno de los interventores de la Universidad. "Fue la primera vez que vi una base de datos. Eran como fichas personales, creo. Esa persona, tan desagradable, me hablaba de otros profesores. Y de pronto me preguntó "señora, ¿para usted quiénes son los malos?" Yo le dije: "mire, en este momento me parece que los malos somos todos y especialmente yo, por haber continuado esta conversación tan indecorosa y repugnante". Se fue del despacho, se fue de la Universidad y se fue del país, exiliada, a los Estados Unidos y luego a Europa junto a su marido.

Clic para ampliarRetornó en 1984 con la democracia y retomó su cátedra tradicional como profesora titular de Psicología Educacional en la facultad de Ciencias de la Educación. Dictó cursos en nuestro país, en universidades de Uruguay, Paraguay y Brasil, fue secretaria académica de la UNLP. Escribió libros y centenares de artículos.

Desciende de familias tucumanas del tiempo de la Colonia -los Agudo Aráoz, los Montenegro Colombres-, su tío abuelo fue Antonio Agudo Avila, médico de cabecera de Hipólito Yrigoyen, "a quien visitó cuando don Hipólito estuvo preso en el Regimiento 7 después de ser derrocado". Ella cree desde siempre en la necesidad de que exista una República democrática.

¿En qué consiste la educación?

"La educación es una invención humana, como dijo Bruner, o tal vez una propensión de la especie, porque los demás seres no necesitan transmitir a sus descendientes una herencia cultural. Les basta con su repertorio específico de instintos o comportamientos altamente adaptativos, pero innatos. Le digo esto, la especie nuestra, la humana, es muy agresiva, somos depredadores y también hemos sometido a nuestros iguales. Por eso la infancia nuestra es más larga, el recorrido es más largo del que tiene la dote genética. Es más larga por la educación, por la necesidad que tenemos de incorporar la cultura".

En esa educación, ¿que papel juega el lenguaje?

"Hay un modelo de resolución que analiza las etapas, que van desde la actividad mental y desde la audición de la palabra hasta la grafía. El comportamiento humano es complejo porque incluye el lenguaje, que es articulado y complejo. Ese lenguaje no sólo se adecua al ambiente sino que es un permanente impulso en busca de novedad: la novedad del arte, de la ciencia, del legado cultural. El lenguaje puede ser utilizado para bien y para mal. Por eso tiene que ver con la ética, es decir con la bondad, la verdad, la belleza, la libertad, la responsabilidad".

Usted ya dijo que en educación, en nuestro país, el tiempo pasado fue mejor. ¿Cómo se puede medir eso?

"La Argentina disfrutó de un sistema educativo accesible, de gran calidad y de excelencia, que ubicó al nuestro entre los mejores países del planeta. Es indudable que el gran motor de aquella magnífica educación pública fue Sarmiento. En Sarmiento tuvimos un personaje genial, pero hay otros dos hombres que deben ser recordados. El primero de ellos Belgrano, que fundó escuelas y fundó nada menos que un concepto educativo. El otro fue Avellaneda, que completó la obra de Sarmiento. Una ante ellos se siente débil y, sobre todo, culpable".

¿Cómo se puede volver a ese nivel?

"Si pensamos que se puede volver sólo desde la educación, el tema no tiene salida. Mire, yo quiero vivir en una república y en una república democrática. Los habitantes tienen que tener una vivienda digna, trabajo, salud, alimentación adecuada. Y recién después se podrá impartir educación y muchos bienes culturales sobre la educación. La gente tiene que tener las necesidades básicas cubiertas, porque en la medida en que haya una franja que no las tiene -y en estos momentos, es muchísima la gente que no las tiene- se podría producir una brecha cultural entre los que pueden y los que no pueden, que sería enorme y muy injusta. Hay demasiada gente que está por debajo de la línea de pobreza".

¿Pero la sociedad puede o no puede mejorarse a si misma?

"Tenemos que respetar los derechos, pero también las obligaciones. Hace falta esta libertad responsable. De lo contrario caemos en estos pozos negros de la corrupción. Es una sociedad que debe recuperar los valores, que hoy están subvertidos. Los valores son lo más importante. Chicos que no ven trabajar a sus padres, ¿qué modelos pueden tener?

¿En qué espejos podrá reflejarse? Hoy tenemos modelos sociales que son mezquinos, atrasados".

¿Cuál es su posición respecto al sistema de ingreso en las universidades?

"Habría que asegurar, primeramente, la presencia de distintas alternativas. Por ejemplo, un examen al final del secundario o el dictado de cursos que garanticen un nivel mínimo en los estudiantes, porque si no, después en la Universidad se produce un desgranamiento terrible, muy grande. Pero lo cierto es que el sólo hecho de entrar a una universidad, para muchos chicos, ya es un hito importante. Lo que digo es que hay que asegurarse un promedio de aptitudes. En suma, no creo tanto en los exámenes de ingreso como que se realicen cursos de adaptación".

Se ve en su escritorio una computadora. ¿Usted domina la computación?

"Con mi marido, a principios de los 80, cuando llegó la primera computadora a La Plata fuimos a aprender al Cespi. En ese entonces, con las computadoras que había, para escribir ´café con leche´ había que tener un talento privilegiado. Siempre me maravilló la informática. Ahora, yo les digo a los chicos, cuando consultan en Google, que es una enorme agenda, tengan cuidado en elegir los artículos que tengan un editor responsable y acreditado".

Hay mucha gente de su edad y aún menor que decidió no tener ninguna relación con la informática.

"Lo siento mucho por ellos. La computación es como un renacimiento para la gente mayor. Tengo un familiar de 70 años de edad que no quería saber nada con aprender. Finalmente se convenció, aprendió y hoy se siente tan feliz".

*******

Madre de dos hijos -Bettina, bioquímica; Alejandro, médico psiquiatra- y abuela feliz -"antes que otra cosa, está la familia", dice- la profesora Córsico reparte su tiempo fuera de la Universidad entre sus libros, el jardín, las cuidadas plantas al fondo de su casa y la música clásica: "tengo muchísimas grabaciones de mis autores predilectos, Bach, Mozart, Beethoven, Schuman, Schubert y de mi pasión juvenil, que fue Debussy". En su biblioteca se destacan los 25 tomos de las obras completas de Joaquín V. González, un cuadro cubista pintado por su marido y una perfecta reproducción en grafito de "La espina en el pie", cuadro cuyo original está en el Vaticano y cuya copia fue obra de María Ida Montenegro Colombres, madre de la profesora Córsico.

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