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El hombre que construyó un escenario para cumplir su sueño

Juan Carlos Carassale, creador e impulsor del Teatro de Cámara de City Bell. Todo se hizo realidad gracias al esfuerzo privado. "Me siento sólo un intermediario entre el artista y el público"Por MARCELO ORTALE

El hombre que construyó un escenario para cumplir su sueño

El hombre que construyó un escenario para cumplir su sueño

6 de Mayo de 2012 | 00:00

El Teatro de Cámara está al fondo, protegido por grandes árboles, rodeado por los chalets de City Bell. El que sale a recibir es Juan Carlos Carassale, el mismo que hace diez años logró plasmar un sueño que parecía imposible: construir su propio teatro. Un teatro con todas las características propias: el escenario amplio con tablas de madera rubia, las 150 butacas del viejo cine San Martín sobre la platea que baja en declive, los camarines atrás, la cabina de control de luces y sonido en lo alto. Un teatro por el que ya pasaron los mejores artistas y músicos del país. Un espacio moderno y austero que se mantiene sin apoyo oficial, donde se han hecho y siguen haciendo ciclos de cine, obras teatrales, festivales de música de cámara, recitales de tango o folkore, concursos de canto y piano.

"Todo esto se pudo hacer realidad gracias a un gran esfuerzo privado. Hemos tenido, sí, un reconocimiento oficial de la Municipalidad y de la Cámara de Senadores bonaerense. Pero el mantenimiento está a cargo de un grupo de amigos, con quienes formamos una asociación civil sin fines de lucro, a la que le pusimos el nombre de Lumen Artis" dice Carassale.

Habla apoyado sobre el piano de concierto japonés Kawai, siguiendo las instrucciones del fotógrafo Mario Ruiz. "No me puedo definir completamente. Me siento un intermediario entre el artista y el público. Sólo eso", dice este hombre nacido en Colonia, Uruguay, que conserva no sólo amor por su país de origen sino un estilo mesurado o modesto, típicamente uruguayo. Después se nacionalizaría argentino y mantiene las dos nacionalidades rioplatenses.

Cuenta que su bisabuelo, Giácomo Carassale, llegó de Italia a Carmelo, Uruguay. Que tuvo barcos que transportaban arena y otras cargas al litoral argentino. Que se casó con una paraguaya y tuvo un varón, Américo, que muy jovencito se vino a Buenos Aires y terminó trabajando en la Universidad de La Plata, ciudad donde nació su padre, Carlos Américo, que terminó siendo Cónsul argentino en Colonia. Y que su padre tendría una carrera ascendente hasta llegar a cónsul general en Ecuador. Su madre fue Sarah Inés Magnone.

"Papá falleció cuando lo trasladaban a Ecuador y nosotros quedamos mal económicamente, como se dice en Pampa y la vía. El que inmediatamente ofreció ayuda fue Uberto Vignart, entonces presidente del Jockey Club, amigo de mi padre, gran persona, nos dio trabajo a todos. Quizás algún día tenga el reconocimiento que se merece".

El teatro tiene un jardín amplio que desemboca en el hall de entrada. En esa planta baja está la llamada sala del parque. Y en el primer piso terminan de inaugurar una sala de exposiciones, donde prevén realizar muestras de pintura. "Necesitaríamos mayor apoyo de la comunidad y algún acercamiento de los poderes públicos, sobre todo en materia de difusión. Hay como una indiferencia, no sé cómo expresarlo. Pero claro que no bajamos ni bajaremos los brazos. Ahora preparamos un concurso de canto y de piano para octubre".

Carassale se destacó en nuestra ciudad como empresario dedicado al turismo. Después de trabajar en diversos rubros, en 1961 creó una agencia de viajes que condujo durante veinte años, para representar luego a una línea aérea hasta 2002, año en el que se retiró.

Usted habla de indiferencia de la gente, ¿se refiere entonces, en primer término, a la población de City Bell, que es la más cercana al teatro?

"No sé si es indiferencia para conocer algo distinto. Uno entiende que la música de cámara pueda resultar poco atractiva. Pero hay otros espectáculos que se brindan también, algunos a sala llena. Ahora, últimamente, nosotros vamos notando que la sala la conoce cada vez más gente. Tendríamos que tener mayor difusión, pero nos faltan recursos".

¿Cuándo se le ocurrió construir y mantener un teatro?

Clic para ampliar"En 1955, poco antes de la caída de Perón, fui a Montevideo donde viví casi un año con mi abuela materna y una tía. Me encontré con un amigo, Milton Schinca, poeta y dramaturgo uruguayo, que conocí en un barco que nos trajo, donde también volvía el profesor Narciso Pouza, buen amigo. Schinca me vinculó con la gente del Teatro de Pueblo de Montevideo, que había perdido en un incendio la sala donde actuaba y el Banco de Seguros del Estado les había cedido en usufructo el Teatro Victoria, una sala abandonada de fines del siglo XIX construida por la Victoria Hall Society. Había sido sede masónica, basurero, salón de fiestas y luego quedó en total abandono. La sala fue compartida con el Teatro Universitario, donde actuaban algunos de los actores que luego lo hicieron en la famosa tira Telecataplúm. Yo me sumé a aquella gente y trabajé desde el primer día en la restauración del teatro. Ahí amé el teatro".

¿Usted actuó en esa sala montevideana o en alguna otra?

"Nunca actué, tuve y sigo teniendo pánico al escenario, pero colaboré en todo y con todo para el funcionamiento del teatro. Fue un año inolvidable".

Habrá tenido también otras vivencias que lo vincularon al teatro...

"Sí, claro, pero siempre como espectador. A principios de 1952 pude realizar un viaje a Europa. En ese viaje, en la Scala de Milán ví y oí cantar a Salvatore Baccaloni y a María Callas, que entonces era María Menegini Callas, en la ópera `El rapto de serrallo`, de Mozart, Y más tarde vi a Charles Trenet en el Teatro Manzoni, también de Milán, y en la ópera de París pude ver "Juana de Arco en la hoguera", oratorio de Claudel y música Honegger. También conocí la ópera de Roma".

Está claro, entonces, que el arte lo atrajo mucho.

"Siempre me gustaron las diversas expresiones artísticas, de manera especial la música. A los 18 años me hice socio protector de la Biblioteca Musical Verdi, que fue una institución que desarrolló una actividad cultural extraordinaria, con inolvidables recitales a cargo de artistas argentinos y extranjeros, como Juan José Castro, Ottorino Respighi, Andrés Segovia, Arturo Rubinstein, y muchísimos más. Habría que hacerle un homenaje por el aporte cultural realizado en La Plata desde 1917".

Pero hasta ahora no contó cómo surgió la idea de crear este Teatro de Cámara.

"Mire, siempre me pareció fantástico poder tener un espacio para desarrollar actividades culturales, poder servir como un vínculo entre el artista y el público. Luego de una conferencia a la que también asistió el crítico Ernesto Shoo, me acerqué a él para consultarlo acerca de la idea que yo tenía de crear un teatro y tuvo palabras muy alentadoras, sugiriéndome que hiciera un teatro pequeño de no más de 80 butacas. Pero el tiro de gracia lo dio la carta del musicólogo y gran crítico Napoleón Cabrera que publicó en un matutino de Buenos Aires, en la que sugirió e invitó a formar una asociación que promoviera de manera activa la difusión y realización de la música de cámara, debido a los pocos espacios que hay para ese género musical. En ese instante me decidí a llevar a cabo el proyecto. Gracias a Dios y a mi familia, que estuvo de acuerdo con la idea, lo pude concretar en el 2002".

¿Cómo ha sido, en general, la programación en estos primeros diez años?

"Se han realizado un poco más de 400 funciones desde los inicios, la mayoría de música de cámara. Han actuado excelentes cantantes del teatro Argentino y del Colón: Alberto Jáuregui Lorda, María Soledad de la Rosa, Marisú Pavón, Susana Paladino, María Rosa Hourbiegt, Alejandra Malvino, Daniel Zuppa, Sergio Spina, Fabián Veloz, Cecilia Díaz, sería muy larga la lista. En la parte instrumental, los mejores músicos locales, el maestro Carlos Sampedro, José Bondar, Pablo Saraví, Pablo Romero, Eduviges Picone, Andrés Peláez, Juan Pablo Scafidi... También Oscar Vetre, residente en Alemania, Mirta Herrera, residente en Roma y muchos más. Hemos hecho un ciclo de cine francés, otro de jóvenes pianistas, alumnos de la gran profesora Elsa Carranza. Todos los años, en octubre, realizamos el festival de primavera de música de cámara. En el género popular colabora mucho la productora citibelina Cecilia Vivani quien ha presentado a Rodolfo Mederos, Liliana Herrera, Soledad Villamil, la Tana Rinaldi, Ligia Piro, Adriana Varela, Horacio Molina y muchos otros".

¿Y en funciones de teatro?

"Hemos hecho bastante teatro actuado y tuvimos el gusto de ver en la sala a Luis D'Elía, Franklin Caicedo, Patricio Contreras, Luis Machin, Luisa Kuliok, Esteban Meloni, entre otros. El recordado Armando Cabrera Urquiza puso varias obras en escena y dos óperas. Realizamos varias óperas de cámara".

¿Se puede concluir que habrán recibido apoyo de los organismos culturales?

"Todo esto se hizo, y se hace, con gran esfuerzo privado".

***********

Carassale vive en Gonnet-Bell y está casado con Perla Puricelli, licenciada en Ciencias de la Educación. "Tenemos cinco hijos: María Inés, Silvana, Federico, Juan Manuel y Facundo, que nos dieron dieciseis nietos. Cuatro hijos viven cerca nuestro, en Gonnet. María Inés, chelista, está casada con un paleontólogo argentino, tienen tres hijas y viven en Francia desde hace 20 años", cuenta. Y no quiere omitir otras vivencias artísticas: "La oí cantar a Edith Piaf y los vi bailar a Antonio, el mejor bailaor que tuvo España y a la mejor bailaora, Carmen Amaya. Pero yo puedo decir que bailé con todas las orquesta típicas y de jazz de aquellos años 50 y 60, cuyos directores hoy son mitos".

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