Síndrome piriforme
| 17 de Junio de 2012 | 00:00

p>Cuando sienta dolor en la nalga, no le eche la culpa al pobre nervio ciático, el no siempre es el responsable de sus desgracias articulares.
Existe un dolor que se asienta en la zona glútea, sin que haya molestias en la cintura, y que surge después de haber corrido sobre un terreno desparejo, haber dado un tranco o zancada más largo del que se está acostumbrado; en la gente mayor que no hace deportes, el solo hecho de saltar un pequeño charco o un pozo, el impacto es suficiente para provocar la lesión; también el estar sentado mucho tiempo en asientos incómodos, puede ser motivo para el inicio de este dolor que se extiende desde la nalga hasta la parte posterior del muslo y rodilla.
En un principio se sospecha que la columna lumbar es la responsable pues por lo general un pinzamiento de algún nervio por parte de una hernia de disco o un proceso artrósico, es lo más común; en estos casos se realizan estudios de resonancias o tomografías que no demuestran una lesión tan importante como para dar tanto dolor y además los tratamientos que se hacen en la columna, no dan el alivio esperado.
Es entonces que se puede pensar que la persona tiene una afección del músculo Piriforme.
Este músculo se extiende desde el hueso sacro, ese que está en la pelvis y donde se apoya la columna, hasta la zona de la cadera, el nervio ciático atraviesa este músculo en su recorrido y cuando por un esfuerzo, se contrae, atrapa al nervio dando dolor e incapacidad, una vez que esto se produce, en cada paso en que se tensa el músculo, se siente una punzada en el centro del glúteo, por irritación del nervio, y que con el paso de los días la molestia se fija permanente.
A esta altura, los analgésicos o anti-inflamatorios no dan resultado y si lo dan, dura poco tiempo, si la persona quiere hacer algún intento de retomar la actividad deportiva, se despierta el dolor con más intensidad con lo cual la frustración es mayor.
El síndrome piriforme es difícil de diagnosticar, una de las formas sencillas la puede hacer el mismo paciente en su casa, simplemente acostándose boca abajo, doblando las rodillas y dejar caer los pies hacia los costados dando un efecto de rotación de la cadera, si aparece dolor en la nalga o si hay sensación de espasmo, es probable que se confirme el diagnóstico.
Paradójicamente tanto dolor no necesita un gran tratamiento, la idea es realizar ejercicios específicos dirigidos a alongar lenta y progresivamente el músculo piriforme y unas maniobras con camillas adecuadas para tal fin, serán suficiente para que el sufriente individuo deje de padecer, luego la recuperación será el tiempo, corto por cierto, y la reinserción a la vida cotidiana en la que también se incluye el deporte; el síndrome piriforme tiene solución, solo hay que encontrar el camino correcto del tratamiento adecuado.
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