Boca se reacomoda tras la ida de Riquelme

“Me siento vacío”, dijo Román al explicar las causas de su alejamiento

Jamás fue buena la convivencia en Boca desde que asumió Falcioni, como tampoco apacible el clima interno a partir de las distintas peleas que se fueron generando de bastante tiempo a esta parte con Riquelme como eje central. Palermo, Schiavi, Angelici, Cvitanich, Clemente Rodríguez y, más recientemente, Facundo Roncaglia fueron los actores centrales de una controversia constante que impactaron en un vestuario caliente que terminó de explotar en San Pablo. Tan es así que aquellos que siguen muy de cerca el mundo-Boca aseguran que ni la vuelta olímpica frente al Corinthians hubiera alcanzado para frenar la catástrofe con formato de anuncio que tuvo como protagonista central al diez y su decisión de no jugar más con la azul y oro.

El DT le dijo al presidente en las horas previas al partido en Brasil que la relación con el grupo “era normal” aunque el directivo sabía a ciencia cierta que las grietas le ganaban a la convivencia. Ahora, cuando todavía perduran los ecos de la noche boquense más traumática de los últimos tiempos, la incógnita mayor pasa por saber cómo harán para encauzar una situación a todas luces delicada. Encima, como telón de fondo, asoman dos contrastes que hicieron mucho ruido como la pérdida del campeonato local y la caída que impidió traer a las vitrinas de la Ribera la séptima Copa Libertadores.

El clima hostil se remonta al primer semestre de 2011 cuando, mientras se disputaba el campeonato Clausura, el cortocircuito entre Riquelme y Palermo alcanzaba su mayor magnitud. Meses después, con el ex pincharrata retirado, el plantel transitó una paz frágil, pero suficiente para lograr enderezar el rumbo futbolístico. De todas formas, jamás se respiró un clima de concordia absoluta y no hubo que esperar demasiado para que saltaran a la superficie los resabios de una interna feroz.

RISPIDECES

El debut copero de los xeneizes a principios de año en Venezuela, más precisamente en Barinas, fue el escenario de nuevas rispideces que incluso abrieron heridas jamás cicatrizadas. Tras el pálido empate sin goles con Zamora, el director técnico le recriminó con dureza a Cvitanich no cumplir sus indicaciones y que, en cambio, atendía las órdenes que le daba Román dentro de la cancha. El duro intercambio que se inició en los vestuarios y siguió en el viaje de retorno -con el diez también como protagonista-, incluyó fuertes discusiones que terminaron en acusaciones públicas muy duras de las que ninguno de los protagonistas se desdijo. Los triunfos que le permitieron a Boca superar rivales en la Libertadores disiparon los nubarrones, pero la tormenta seguía latente.

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