Una buena comedia y dos grandes actores

Por

Alejandro Castañeda

QUE VOY A HACER CON MI MARIDO, de David Frankel.- Llevan 31 años de casado y el fuego se ha apagado. Kay Y Arnold duermen en camas separadas, casi no hablan ni siquiera se pelean. Todo es repetido, distante, silencioso. Arnold es un tipo huraño, avinagrado, seco y protestón. Ella, en cambio, no se resiste a vivir así. ¿Se puede recuperar un matrimonio que entró en semejante declive?, pregunta. Y decide jugarse unas fichas a la esperanza. En Maine atiende un famoso terapeuta de pareja. Ella paga el viaje, Arnold se resiste, pero al final va, aunque descree no sólo de la terapia, también del profesional. Hasta duda si tiene sentido buscar lo que ya no existe. Ese es el punto de partida de esta buena comedia que habla del paso del tiempo, de los amores que se van quedando sin palabras, de los deseos, el tedio y las fantasías. La primera parte es impecable: con poco diálogo, con rostros y un par de detalles, David Frankel (elegante realizador de “El diablo viste a la moda) plantea el conflicto. Después, aparecen algunos lunares: está demasiado subrayado el carácter hosco de Arnold y muy desaprovechado Carell como el terapeuta, pero el film se sostiene más que nada en la manera clara y muy directa de abordar el conflicto y, sobre todo, en la faena de Meryl Streep y Tommy Lee Jones. Ella con su mirada le da ilusión, ganas y desolación a una mujer que se niega a aceptar mansamente tanta quietud y tanto aburrimiento; y Lee Jones le pone dolor a ese rostro gastado que vive la vida como una repetida serie de sucesos anodinos. En la terapia aparecen reproches, se abre una ventanita para que se puedan mirar, riñen y se van reconociendo. Había brasitas humeantes. ¿Se podrá avivar el fuego? Una comedia divertida, interesante y sensible. (**** MUY BUENA).

COMPARTIR TODO

SALVAJES, DE Oliver Stone.- Ben y Chon comparten todo: el negocio de la marihuana, sus ambiciones, el pasado en la universidad y sobre todo una rubia que les alegra los días y la noche. Dejaron atrás las aulas para probarse como productores de la merca. Y es tan buena la que hacen, que los narcos los invitan a compartir el negocio. Y ya se sabe, cuando los narcos invitan, es tan peligroso decir que sí como rechazarlos. Y una cosa lleva a la otra y al final el trío aprenderá que en el shopping de la falopa no es fácil poder conservar la cordura, la calma, la paz… y las rubias. El film nos trae al Oliver Stone de sus primeros tiempos. Su cine es vulgar y aguerrido, como siempre, pero la historia funciona, los personajes tienen carácter y el elenco no falla, aunque cae muchas veces en una innecesaria crueldad y el final suene muy forzado. Detrás de este espeso entramado de asesinos despiadados, billetes mal habidos y cocaína a discreción, aparece el elenco estable de los malvados de siempre: jerarcas implacables, alcahuetes traidores, traficantes poderosos y policías corruptos. Un lindo grupo humano. (*** BUENA).

UN OSITO MOLESTO

TED, de Seth MacFarlane.- Mal gusto, chapucerías, payasadas. Otra historia irreverente, zafada y sin gracia que retrata (¡una vez mas!) el mundo tonto y extravagante de un treintañero que se niega a crecer y prefiere seguir divirtiéndose con su osito en lugar de empezar a jugar con su linda y tenaz noviecita. Chistes de estudiantina, humor escatológico, situaciones imposibles, personajes tontos, gags repetidos. (** REGULAR)

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