En enero, la Ciudad duerme la siesta

El paisaje cambia notablemente desde las dos de la tarde

Después de la vorágine que se vivió durante las fiestas de Fin de Año, el paisaje urbano fue enlenteciendo su ritmo y, a medida que los empleados públicos y estudiantes emigraron hacia distintos destinos, adquirió otra fisonomía, con rasgos de pueblo que lleva a pensar que en enero la Ciudad literalmente duerme la siesta.

A los que aún no les llegó el momento de las vacaciones, el panorama de una ciudad aletargada les permite circular tranquilamente por las calles sin la presión de los bocinazos ni los imprevistos cortes de calles y con espacios para estacionar.

A partir de las dos de la tarde las calles quedan prácticamente vacías, algo que obliga a los comercios a modificar sus horarios de atención al público. Por eso se multiplican en las vidrieras los carteles que advierten acerca de los cambios: “en enero este comercio permanecerá cerrado entre las 13 y las 16:30”, informa una sedería del microcentro.

Algunos negocios optaron por atender mediodía, fundamentalmente las peluquerías y salones de belleza.

Una gran proporción de comercios está cerrado por vacaciones y otros aprovechan la “tranquilidad” de esta época para hacer modificaciones en los locales, “queremos arrancar febrero con un cambio de imagen”, asegura Santiago, el encargado de un bar de diagonal 74.

Hasta muchos vendedores ambulantes migraron hacia la Costa en busca de hacer su “verano” con la oferta de sandwiches caseros o bijouterie importada.

Calles vacías

Todo tiene otro ritmo en enero y eso obliga a muchos vecinos a cambiar de hábitos: “soy de salir a caminar temprano, pero en las calles no se ve nadie y eso me da un poco de inseguridad”, cuenta María Isabel Morinigo que ahora hace actividad física en plaza Malvinas a partir de las cinco de la tarde.

Tanto los taxistas como los remiseros coincidieron en que durante el horario de la siesta se trabaja un poco más que en el mismo lapso de diciembre pasado. Los usuarios son fundamentalmente adultos mayores y mujeres que deben hacer trámites por distintas circunstancias y no se animan a caminar por las calles despobladas.

“Hay menos actividad porque la gente se fue de vacaciones, pero a la hora de la siesta tenemos muchos viajes de mujeres y ancianos que no quieren caminar ni unas pocas cuadras por temor a que les roben”, contó un taxista en la parada de 7 y 46. En esa línea, una vecina de 19 y 48 aseguró que el lunes último a las 8 de la mañana intentaron arrebatarle la cartera por eso decidió salir a hacer los mandados más tarde.

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